MARCO A. HIERRO / ILUSTRACIONES: JUAN IRANZO
Comienza la guerra. No es que antes no la hubiese, es que desde hoy pisarán el ruedo de Valencia los que aspiran a gallos en la batalla de la temporada. A gallos de verdad; a codearse -es decir, pegar codazos- con los que mandan en el cotarro de los carteles, aunque la premura en la elaboración de carteles de estas Fallas los colocase a los tres -todos apoderados por la empresa- en el mismo cartel, como reservando esta tarde para cumplir el compromiso. Aún así, el festejo genera un indudable interés.
Después de un año 2016 mucho más regular de lo que indican sus presencias, ausencias y colocaciones en las grandes ferias, sorprendía que David Mora, triunfador del pasado San Isidro -la Beneficencia estaba fuera del abono y, por tanto, también lo estaba la faena de Manzanares a Dalia- no tuviera una colocación más adecuada a su momento en las Fallas 2016. En cualquier caso, David está acostumbrado a hablar con los avíos en la mano, le acompañan las estadísticas del año anterior y una puerta grande en su único paseíllo hasta la fecha en la presente campaña.
David se vistió de torero 30 veces en 2016, con 39 orejas cortadas, 10 faenas de doble trofeo, un rabo y un indulto. Su obra más importante la realizó en Las Ventas, donde su transformado concepto del toreo valía para desorejar al toro Malagueño, de Alcurrucén, en su regreso al ruedo que casi le ve morir.
Respecto a su forma de concebir el toreo, David arrastra una merma física que le ha hecho variar la manera de torear. Ha cambiado la largura en el trazo que siempre le acompañó -incluso en escorzo en ocasiones- por un muletazo más corto, pero mucho más vertical y tremendamente profundo. Fuera de dudas está su valor y su raza para tirar de una tarde, porque su verdad aparece en la manera de afrontar los desafíos. Está acostumbrado -dicho está- a lidiar con las dificultades en los despachos, pero la madurez que ahora atesora le hace dar motivos cada tarde para no olvidarse de él. Y la extraordinaria colocación en los carteles de Sevilla y Madrid le dan la razón.
Hoy es una de esas tardes donde debe reivindicarse.
El murciano Paco Ureña ha salido del casi ostracismo en el que se encontraba hace sólo cuatro temporadas a base de raza para aprovechar opciones que en ocasiones pudieron resultar hasta milagrosas. El indulto de un Victorino en su tierra dio a conocer su nombre entre los que lo tenían olvidado y su posterior actuación en Madrid lo puso en manos de la Casa Chopera para hacerlo funcionar por las ferias.
Así lleva las últimas tres campañas, con el respaldo de saber que ya no son imprescindibles los triunfos para tener el año diseñado. Mucho menos ahora, que lo apodera Simón Casas. Sin embargo, su concepto clásico, el recuerdo que ha dejado entre los aficionados de su tremendamente sincera colocación ante la cara del toro y el pago con sangre de esa verdad le han granjeado el afecto de los aficionados, que ven en él la figura tradicional del tieso que consigue llegar a rico con su muleta y su espada.
A Paco le faltó un festejo en 2016 para llegar a los 30, pero fue capaz de cortar 31 orejas, de dos en dos en 7 ocasiones, y otras tantas que se dejó con la espada, uno de los puntos flacos del murciano, porque en alguna ocasión se las dejó en Madrid. Sólo Vistalegre le ha visto torear este año, y una oreja fue el botín que sacó de La Chata.
Sus mejores actuaciones hasta la fecha han reflejado un toreo con mucho sello, de medio pecho al frente, las zapatillas enfrontiladas a la cara del animal y mucha sinceridad en el asiento y la carga de la suerte en los embroques. Lo tiene el murciano, pero eso sorprendía mucho más cuando eran más contadas sus actuaciones. Es inevitable querer cumplir los contratos una vez que están firmados, pero también lo es que eso le reste verdad en las tardes de menos compromiso. Aún así, su temple innato, su forma de sentirse -tanto que a veces hasta él mismo se sorprende de sentirse tanto- y su vehemencia en intentar el toreo le hacen un torero muy atractivo para el aficionado.
Una incógnita es la capacidad de Javier Jiménez para dosificar el corazón en la temporada que comienza hoy, la ocasión más clara para aprovechar la oportunidad que verá en su carrera. El sevillano y su puerta grande madrileña del pasado año se han abierto camino entre un sector de la prensa -al que ha dado motivos para ponerse de su parte- y el alma de Simón Casas, que ha visto la rentabilidad en este rubio torero que sabe exponer hasta recordarnos los riesgos que tiene el toreo, pero también pegarle muletazos -al menos intentarlo siempre- al que salga por el portón.
En boca de todo el mundo estuvieron sus posibles sustituciones del pasado año, cuando la baja de Roca Rey le abrió las puertas de algunas ferias con la llave del triunfo venteño. Ha sabido rentabilizar esa salida en hombros, pero también su sinceridad y su raza en la tarde de Pamplona, sus dos actuaciones serias e ilusionantes en Sevilla, donde paseó una oreja, y su empeño en ganarse el corazón de Zaragoza a base de sangre. Pero fueron sólo 11 paseíllos, 7 de ellos en plazas de primera categoría, con 13 orejas cortadas y un toro devuelto al corral después de los tres avisos. Hace ruido su nombre, que estará en la tradicional Corrida de la Prensa de Madrid, pero debe refrendar aún la esperanza depositada en él.
Para ello tiene sus armas; un gran corazón para no pasar fatigas cuando hay que tirar de bragueta, una fe ciega en sus posibilidades -que le da aún más valor- y la frescura de un tío que afronta cada embroque sabiendo que no tiene nada que perder. Es, además, un tipo que cae simpático, lo que no es menos importante cuando se sabe alargar los trazos tirando de muñeca como lo hace él, porque se le piden mejor los trofeos a un tío que te cae bien.
Hoy, con la temporada casi hecha antes de abrirse de capa, será una piedra de toque vital para saber si su nueva situación nos hace encontrarnos con el mismo torero.
El ganado para hoy llevará los dos hierros de la casa de Borja Domecq Solís, ganadero de Jandilla y Vegahermosa y uno de los criadores de toros más importantes que campan por el planeta toro. Miembro troncal de la familia más influyente de la historia del toro de lidia, ha sabido diferenciar su parte de la vacada aportando su sello personal a las líneas generales: el motor y la codicia, cualidades que le aportan una mayor emoción a cuanto se le hace al toro.
Conviene recordar que esta casa es el tronco de vacadas como Fuente Ymbro, por ejemplo, que parece no considerarse del tan denostado encaste Domecq. Y sin embargo, comparten sementales desde hace años y hasta los intercambian, pero no es el talante de Borja tan comercial y aparente como el de Ricardo Gallardo. Ahora, la clase -como demostraron muchos de sus ejemplares el pasado año en ruedos importantes- la conocen mucho mejor sus vacas para que la saquen en el ruedo los toros de su hierro.