JAVIER FERNÁNDEZ-CABALLERO / FOTOGALERÍA:
EMILIO MÉNDEZ
La Ventana
del hambre ganó la apuesta de hoy en Pamplona. La de Garrido, que se llevó junto
a Ureña la tarde, que a punto estuvo de
pasearle dos al único que no fue de El Puerto y que le demostró al sistema la
difícil facilidad de intentar interpretar su concepto, una vez más, a la contracorriente
de la falta de enemigo. Hambre tiene el pacense para dar y tomar aunque la
triple tarde venteña se salvara por la campana del sexto de su última tarde
porque sus oponentes no le dejasen romperse. Luego fue Nimes la que recuperó al
torero que quiere ser, Algeciras y Badajoz sacaron lo mejor de su concepto y
ahora Pamplona, aunque no lo ha visto torear, sí ha experimentado cómo muerde
La Ventana del futuro.
Lo
demostró Garrido en el arrebato de hinojos para explosionar el tendido, en la
raza de sus dos tandas siguientes a ese sexto, en la proposición humillada al
humillador castaño y en aguantarle firme los embroques al «fraile”. Todo de menos a más: el cruzarse, el
desplantarse y el ganar en actitud más que en toreo fue clave para, tras
epílogo por manoletinas de perfil y luego con el compás abierto, consolidar el
doble premio que no llegó por la mala espada. Sólo una paseó José. Al
«Billetito” tercero le intentó bajar la mano como receta a su condición
correosa y mirona, pero nada consiguió el joven sino caras altas, mansedumbre
descarada y sentido desarrollado conforme pasaban los minutos.
La Ventana del hambre la sigue teniendo Paco
Ureña para ponerse con el bueno, el malo y el mediopensionista. No tuvo tanto peso el premio para el murciano, pero sí dejó ver el
momento que el aficionado loa en su toreo, o al menos en la proposición que de
éste ofrece. Eso demostró en el inicio por estatuarios al segundo que fue
lo mejorcito de su labor, en darle distancia larga para encajarse aisladamente
al natural, en ver la encastada movilidad del de El Puerto –el único de los
cinco que mantuvo la emoción- y en intentar convencer a diestras. Saber matar,
en el contexto de la sensiblería pamplonesa para con la suerte suprema, es lo
más importante, por eso también cayó pronto el premio. Frente al correoso
quinto, cuando el aficionado ya esperaba La Ventana de la esperanza sexta, no
tuvo opciones.
Si hay
algún damnificado en todo lo que le está sucediendo a la Fiesta en el último
año es Curro Díaz. Vivió la tragedia de Teruel, debió enfrentarse a la muerte
en San Fermín veinticuatro horas después; ayer saludó de nuevo al recuerdo del
Ángel aragonés y hoy el toro de Pamplona le volvió a dar la espalda. A él y a
su cuadrilla. No tiene suerte el de Linares.
Pronto
se vio la papeleta que tenía en la cornada a su peón en el primero: la falta de
clase de ese «Tanguisto” abreplaza se topó con la virtud ovacionada de la
firmeza de Curro. El «Pitillesco” cuarto tuvo un prólogo muleteril
con brío, pero el tornillazo final no permitía el lucimiento. Mejor iba el
astado a zurdas, desplazándose con más ritmo el de El Puerto por ese lado.
Prosiguió por ahí el jiennense, pero no terminó de tomar vuelo el trasteo. Ahora el verano esperemos que le
dé la razón al pellizquito de Sierra Morena con la entrada en carteles galos y el
estío agosteño con su nombre en muchas plazas.
No fue fácil hacer sangre fría ya desde el
primero y sobreponerse al tabaco de Pirri, un aficionado ejemplar y un torero
con mayúsculas al que la vida le peligró hoy en San Fermín. Saga torera, plata de ley,
ejemplo de escuelas y, sobre todo, droga de afición en vena. Que se lo
pregunten a unas Rozas de Puerto Real que vio cómo, contra viento y multiusos,
inauguró entre los suyos una plaza de toros no apelada así por problemas
burocrácitos en junio. Para muestra un botón de su afición. Pronta recuperación.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Pamplona. Quinta de la feria del Toro.
Corrida de toros. Lleno.
Cinco toros de Puerto
de San Lorenzo y uno, el sexto, de La
Ventana del Puerto. Sin clase el primero, correoso y manso el segundo, de
encastada movilidad venida a menos el tercero, deslucido el cuarto, a menos el
engañador quinto y con humillada calidad el sexto.
Curro Díaz,
ovación y silencio.
Paco Ureña, oreja
y silencio.
José Garrido,
silencio y oreja.