LA CRÓNICA DE SAN ISIDRO

La verdad os hará libres


domingo 24 mayo, 2015

López Simón abre su segunda puerta grande consecutiva con una desclasada corrida de Las Ramblas que le cerró las opciones a Galván y Barrio

López Simón abre su segunda puerta grande consecutiva con una desclasada corrida de Las Ramblas que le cerró las opciones a Galván y Barrio

Cuando un tío decide tomar el camino de la verdad y sigue la senda de la máxima entrega, sin escudarse en excusas ni posponer las apuestas, termina siendo tan libre que sólo él es quién para mandar en su destino. La verdad, que es tan esquiva que nunca estamos seguros de cuál es la verdadera, porque la absoluta no existe, pero hay actitudes y axiomas que te acercan mucho a ella. López Simón ha dado con ellos.

El madrileño cojitranco que hoy hacía el paseíllo en Las Ventas es la figura del mañana que ha comenzado a serlo hoy, contundiendo casualidades y confirmando valores. Valor tiene por arrobas el que hoy vistió marino y oro. No para enseñar desplantes, mirar a los tendidos o esconderse entre pitones con el rabillo del ojo mirando la reacción, sino para colocarse tan de frente que pareció inmolación lo de hoy en Madrid. Ese valor no es de fe en que no se venga el animal, sino de convicción en que lo tiene vencido, a su merced. La diferencia la conoce bien Paco Ojeda, el primero en torear las miradas de los toros.

Es la verdad la que hace libre a Alberto, que casi se cae del cartel que hoy guardará como se guarda el recuerdo del primer amor. Casi se cae por tomar la senda que conduce a la libertad, a disponer de tu sino y tu vida para cincelar un sueño. Casi se cae por hacer realidad lo que otros dicen con la boca chica. A Madrid se viene a morir… o no se viene. Por eso tiene Alberto las siete llaves que guardan la gloria para someter con verdad al que le visitó el pescuezo. Ese fue el horrible sexto, impropio de una plaza que ya ni pita a los feos. Ni un derechazo completo, ni un natural limpio le dejó Alberto a ese, pero le limó el disparo, se impuso a la violencia, se enfrontiló con la cara suelta como un poseso en presencia de un dios y le le arrancó la oreja del cielo al que le quiso arrancar el pecho. Sólo la actitud con que pisó este ruedo es ya de torero grande.

 

Fue libre López Simón para esperar en el ruedo la salida de los de Las Ramblas, para encajarse en verónicas de verdad con el camargués tercero, escandaloso de cara, largo de lomo y de cara natural en los primeros tercios. Fue libre para enterrarse en el ruedo en tres estatuarios de pitón en la talega y tendido frío que reventó en un olé con la firma por abajo, el trincherazo sabroso y el de pecho volando eterno. Madrid ya era suyo. Pero se resistía, cual los galos de Astérix, el reducto redentor del toreo inmovilista, para los que dio los frentes, la echó muy plana, enganchó con sutileza y se fue tras el trazo para morir de toreo. Y para no ligar, porque no entiende la física de exigencias imposibles. Alberto también enseñó esa verdad. Y lo hizo tan libre que voló buscando la noche que caía en Alcalá, donde le esperaba la foto que le faltó el 2 de mayo. «El toreo es mucho más grande que una simple foto». Es la verdad. Y lo hizo libre.

También hará libre la verdad a un Víctor Barrio que atacó la tarde como si no hubiera otra, pero quiso buscar la gloria detrás de veinte naturales la tarde en que los dos toros se negaron a repetir. En los medios esperó al primero para pegarle delantales, comenzar con una larga de rodillas el galleo para el caballo y citar hincado de hinojos la llegada del segundo, humillado en el embroque, de cara suelta después para deslucir vaciados. Ese se le vino a menos ante la actitud de ataque para torear despacio, con cierta urgencia por triunfar. Buscó la vibración en el quinto, que lo engañó moviéndose mucho en el vibrante saludo a la verónica con muchos más pies que son. Le ofreció cambiados por la espalda, le clavó el talón al piso y le buscó las revueltas para ver cómo volvía sobre las manos cuando llegaba en inercia y protestaba el natural cuando iba a buscarlo Víctor. Alguno le dejó muy bueno el espigado segoviano al mentiroso animal, que vino mejor que se fue, dejándole tibias palmas al que venía a puntuar.

Pero es cara la libertad cuando no se amolda a tus armas. Aunque busques la verdad. Se la ofreció al primero Galván con encajes en los lances y compromiso en las gaoneras limpias con que quitó tras el penco. Buscó ser libre de verdad con la pedresina del inicio muletero, con la montera sobre los pies y los pies muy quietos, Ya entonces se vino abajo un animal hondo y serio que se llevó tres naturales sueltos y un cambio de mano de muchísima verdad, pero sin chispa en el toro. El alto y montado toraco que salió cuarto suficiente hizo con no cogerlo. Informal y deslucido, le punteó los finales cuando le perdió el paso y le protestó los trazos cuando se lo ganó adelante. Toro asqueroso y desagradecido con el que anduvo Galván más rato de la cuenta buscando un triunfo ya a esas horas imposible.

Hace libre la verdad al que con verdad se la juega. Y un taco de billetes más caro a un Alberto López Simón que ha enseñado credenciales para su asalto a figura. Sólo falta que su nombre aparezca en los carteles con mayor asiduidad. Hoy se lo ganó en el ruedo.

FICHA DEL FESTEJO

Plaza de toros de Las Ventas, Madrid. Feria de San Isidro, décimo sexta de abono. Tres cuartos de entrada largos.

Toros de Las Ramblas, desigualmente presentados, con mucha leña y feas hechuras, como el destartalado sexto. De más calidad que transmisión el desrazado primero; de humillación en el inicio y suelto final el segundo, a menos; de informal y exigente humillación el tercero; descompuesto y sin clase el desagradecido cuarto; de movilidad sin clase el reponedor quinto; zorrón y a la caza el informal y horrible sexto.

David Galván (verde botella y oro): ovación tras aviso y silencio tras aviso.

Víctor Barrio (marino y oro): palmas en ambos.

López Simón (marino y oro): oreja y oreja. Puerta grande.

 

Se desmonteró Jarocho tras banderillear al quinto.

 

FOTOS: LUIS SÁNCHEZ OLMEDO