JAVIER FERNÁNDEZ-CABALLERO / FOTOGALERÍA:
LUIS SÁNCHEZ-OLMEDO
De
blanco y plata a las nueve y cuarto iba caminito de Alcalá. Vestido como los
toreros de Madrid. De blanco en plata, como el nuevo-viejo torero de Salamanca
al que un rosario de orejas le tenían listo el 8 de junio para que germinase la
encina de Su Majestad, que también cruzó de blanco y plata catorce veces esta
puerta. De blanco y plata, con dos y no tres por la ruin condición de un
presidente que evidencia el delicado momento de un palco a la deriva,
antagonista del Robin Hood que siempre fue el Madrid del apoyo al débil y la
exigencia al fuerte, de robarle al rico y ser benévolo con el tieso, de entregarse
a la verdad y ser criminal con la mentira.
Y esa
sonrisa a medio gas, esa muesca entredicha de torero recio y ese gesto enjuto y
despenado pero de alma inquieta por buscar el toreo ya en el patio de
cuadrillas no tenían nada de falsedad. Por eso fue la tarde de Juan: la tarde
de la encina de la nueva Majestad que hoy vistió de blanco y plata. Como Palomo, el que hace
un mes dejó esta vida y que fue torero de Madrid por lo civil o por lo
criminal. De blanco y plata el que vistió aquel zapatero jiennense al que una
Oportunidad con la Casa que hoy lidió en Madrid le dio la gloria dorada. Pero
siguió vistiendo la plata que lo hizo rico porque le debe, como hoy Del Álamo,
la gloria a Alcurrucén, al que le dio vida la plata y gloria el Madrid que hizo
grande al Palomo al que hoy honró.
Hoy Juan del Álamo quiso y, queriendo, pudo a un
extaordinario primero que a cualquiera sin su oficio descubre. Fue fulgurante
el inicio de muleta rodilla en tierra, con el toro empujando hacia adelante, el
charro templando tela, mirando al tendido en un sorpresivo natural y rematando
después con garbo. Mucha fijeza la del toro, que terminó embistiendo con mucha
profundidad a zurdas en una postrera tanda del charro de sentirse mucho antes
de entrar a matar. Un auténtico zambombazo le dejó con la espada para tirarlo
sin puntilla y pasear más oreja en su paso por Madrid, que le pidió con fuerza
la segunda y lo obligó a dar dos vueltas al ruedo. De blanco y plata aplaudía
el Palomo al que los Lozano hicieron rico y que hoy pusieron en el camino a
Juan.
Y le ovacionó Madrid antes de que se hiciese presente el
sexto, al que pura determinación fue la medicina para mecer al descompuesto
mansurrón, con el que se hincó el blanco y plata del charro en la arena para
darle trapo y girar talón, recoger las embestidas y vaciar las pasadas, a pesar
de que no guardaba lindezas el toro para regalarle a Juan. Y se jugó la vida el
salmantino con un toro de media altura, cara sucia y suelta y vicio de venir
por dentro. Juan no evidenció nada de eso. Se fue decidido a cortarle la oreja
que se le había quedado a deber, ya fuera por lo civil o por lo criminal. Y lo
consiguió.
Adame, a partir de hoy el mexicano que más ha toreado en
Madrid, vio de oro la condición del segundo: más se fue el toro en la muleta,
con la que le consintió mucho hasta que llegó el momento de citar largo, anclar
talón, girar con sutileza sin perder pasos y dominar sin dudar. Y eso lo hizo Joselito
a la perfección con una animal que no terminó de coger vuelo y que terminó
rajado. A pies juntos inició la faena de muleta al sexto, ganando el paso en cada
estatuario pegado hasta llegar a los medios con el animal volviendo siempre.
Sin embargo, no fue este quinto igual en claridad que sus hermanos anteriores,
y demandaba más anticipación, saliendo más desentendido y con menos raza.
No mató al excelente cuarto un Cid que sí, hizo ademán de caer
bien, pero no estuvo a la altura de la extraordinaria condición del animal. Un
Manuel Jesús al que lo peor que le podía pasar es que la primera plaza del
mundo cambiase de manos como así ha sido. Se le acabó el chollo de las tres
tardes por campaña –más las bis- al de Salteras, que tampoco supo darle la
vuelta a la tortilla de esa situación que lo ha llevado sólo una tarde en el
abono al que ya no predica el toreo que glorificó a esta plaza.
Y de blanco y plata germinó hoy la encina de Salamanca en Madrid.
Ahora irá el héroe del 8 de junio en el furgón que camina ya hacia el chalet
que aguarda Salamanca. Será finca, Juan. Lo sabe el Jonathan que fue tieso, lo
ha asimilado hoy el Del Álamo que es camino y lo atestiguará el Madrid que, de
blanco y plata, le devolverá todo lo que le dio de una en una hasta llegar,
hoy, al núcleo del rosario de orejas que había sembrado.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Las Ventas, Madrid. Feria de San Isidro,
vigésima novena de abono. Dos tercios de entrada.
Cinco toros de Alcurrucén y uno de El Cortijillo, de
correcta presencia y buena hechura. Reservón y sin entrega el primero;
mansurrón y noble el manejable segundo sin raza; con fijeza, temple y clase el
buen tercero; de gran fijeza, transmisión y codicia el gran cuarto, aplaudido;
desentendido y pasador el insulso quinto; desentendido, reservón y sin entrega
el sexto.
El Cid (marino y
oro): silencio y ovación.
Joselito Adame(verde hoja seca y oro): silencio y silencio tras aviso.
Juan del Álamo(blanco y plata): oreja con dos vueltas al ruedo y oreja.