Madrid 13-5-2018 from Cultoro TV on Vimeo.
TEXTO: MARCO A. HIERRO / FOTOGALERÍA: LUIS SÁNCHEZ OLMEDO
A estas alturas de la vida pensarán muchos que hay mil formas de ver un vaso cuando está por la mitad. El tópico –que lo es- viene que ni pintado a la tarde de hoy en Las Ventas, porque con el mismo encierro delante no hubo la misma suerte para los matadores, que ejemplificaron sin error las únicas tres formas de ver un vaso que existen cuando las circunstancias son las expuestas.
Medio lleno verá el vaso Fran Espada hoy, estando por la mitad. Porque seguirá a esta hora sin tener ni un contrato más después de la oreja conquistada, pero tiene al menos la esperanza de que llegarán. Y deberían no por el premio, sino por la forma de conseguirlo. Espada no tiene dobleces ni medias tintas y hoy se puso con el tercero, toro guapo y repetidor con el que pudo amalgamarse su toreo, que no es fácil de comprender pero que se basa en ponerse de verdad en Las Ventas y en cualquier portátil. Por eso apretó el diente, perdió el paso y esperó con paciencia el momento de apretarle a Mexicano, al que había construido casi desde que se abrió de capa. Porque la virtud de Francisco fue hoy estar centrado, metido, valeroso y listo, porque hasta supo cuándo debía deslizar el natural de su vida. Fue tras un cambio de mano, a la tercera serie de trasteo, con el vuelo en el morro del toro desde el enganche hasta 500 grados después. Hasta embistió bonito el animal para que la emoción se fuese al tendido.
Emotiva fue, sin duda, la tarde de Alberto Aguilar, que después de haberse dejado la piel en este ruedo en 22 tardes, con cinco orejas cortadas, las que se dejó por el camino y las que le negaron los presidentes, toreaba hoy sin saber si esta sería su última tarde en Madrid. Es más, ni siquiera sabe a esta hora si volverá a torear. Y los dos silencios que se llevó hoy sólo le dejan ver el vaso medio vacío. Una ovación le dio la bienvenida a la tarde, pero también un Arbolario de agresivo ademán y nula raza que se negó a ponerle las cosas fáciles. En el cuarto acto, cuando ya la moral no andaba boyante de nada, sólo pudo limpiar embestidas y preparar la tanda buena, porque luego se le fue agriando el temperamento al de Baltasar Ibán y dejó de colaborar. Ni me imagino cómo se sintió entonces el bueno de Alberto Aguilar.
Es más fácil suponer que un mexicano joven como Sergio Flores los vasos, aunque esté por la mitad, los verá en su justo medio, porque hoy supo entregarse a Madrid delante de dos toros con mucha menos entrega. Y Madrid supo ver el oficio, el asiento y la madurez de un torero que rara es la vez que torea en La México y no colecciona otra puerta grande más.
Pero esto es Madrid, y el sube y baja del vaso a medio llenar sirve de poco cuando te tienes que enfrentar a la realidad. Y esa –que a nadie le quepa duda- deja as cosas muy en su sitio.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Las Ventas, Madrid. Sexta de la feria de San Isidro. Corrida de toros. Dos tercios de entrada.
Toros de Baltasar Ibán, desiguales de tipo pero correctos de presencia. Sin celo ni entrega el mansurrón primero; humillado y noble con la raza justa el segundo; repetidor, entregado y codicioso el buen tercero; mentirosete y a menos el cuarto; deslucido y sin entrega el bruto quinto; desordenado y geniudo el complicado sexto.
Alberto Aguilar (marfil y azabache): silencio y silencio.
Sergio Flores (verde botella y oro): ovación y silencio.
Francisco José Espada (mercurio y plata): oreja y silencio tras dos avisos.