Los tendidos se ponen hasta arriba de un público diferente al de las corridas de a pie, más amable, alegre, entregado y, por qué no decirlo, más dadivoso y menos entendido. Eso no quiere decir que no exija, porque lo que no les gusta lo protestan con la misma intensidad con la que jalean lo que sí. Ni que las puertas grandes de hoy no hayan sido merecidas, todo lo contrario. Pero también es cierto que muchos defectos son fácilmente olvidados y perdonados mientras se mate bien.
Pero también hay que decir que se trata de un público joven, quizá en proceso de aprendizaje, en una plaza en la que el rejoneo nunca ha llegado a ser su especialidad. Sin embargo, se llena. Por eso podría ser interesante organizar una corrida fuera de feria, para ver el verdadero tirón del rejoneo en la capital.
Por otra parte, es mucho mejor que ese aprendizaje se lleve a cabo a plaza llena, para que el impacto sea masivo. Por eso lo de hoy tuvo mucha importancia, porque en la plaza se vieron tres tauromaquias a caballo distintas y todas a un nivel superlativo. Enumerar todo lo bueno hecho por Galán, Ventura y Hernández sería interminable, y aunque, incluso, pudo ser mejor, creo que lo visto en la plaza crea afición. Lo siguente será educarla.