Dicen
que la prueba de fuego de cualquier torero de plata es enfrentarse, salir
airosos y brillar con un toro de Cuadri. Típico tópico que hoy hizo acto de
presencia en la corrida onubense en la capital. Y fue Ángel Otero el que salió
como caballo ganador de un encierro que no se prestó con boyantía ni a petos ni
a telas. Ninguno de ellos, exceptuando un bravo cuarto al que no terminó de
entender Luis Miguel Encabo por la complicidad de su tranco.
Y fue
precisamente la lidia de ese cuarto la que más emoción despertó ya de salida:
derribó de forma muy fea a Valdeolivas
en la segunda puya, cayendo el picador por delante en una complicada posición
afortunadamente sin consecuencias graves aparentes. Levantó pronto el palo en el
primer encuentro. Pero todavía quedaba lo mejor de la lidia de un bravo: Ángel
Otero tomó los palitroques como el que toma dos lápices para clavar en toda la
cara en el primer encuentro y poner a la afición de acuerdo. Muy torero,
entregado y firme anduvo el célebre subalterno para parear a un Cuadri -¡ahí es
nada!- con la brillantez veterana de los que saben mimar también el tranco
santacolomeño.
Muy
difícil fue el segundo par por parte de Miguel Ángel de la Sierra, con el toro
echando la cara arriba, gesto que repitió en el tercer embroque de Otero. Pero
Madrid quería y pedía más. Por eso también pidió al palco presidencial Ángel un
encuentro con el toro onubense que epilogó en ovación del respetable. De
bandera fue la lidia de un Raúl Cervantes que cuidó mucho a ese cuarto, toro
que rebosaba en humillación pero también de complicidad en su tranco. Con el
abreplaza, se intentó lucir sin fruto Jesús Vicente para que el propio
Cervantes y De la Sierra, ante la lidia siempre efectiva de Otero, completaran
un tercio rápido.
En el
segundo, Francisco Javier González dejó una primera puya a un toro que empujaba
y metía la cara por un sólo pitón, pero no terminaba de pasar en los capotes.
la segunda puya fue más leve por orden del matador, durmiéndose el de Cuadri en
el peto y saliendo de éste sin alegría. Le hizo hilo a Jesús Romero en un
momento de apuro, apretándole hacia el burladero, para que le cortara poco
después a Juan Cantora y se la formara en la lidia a Raúl Ruiz. Se cayó El
Legionario en el primer encuentro de su hierro con el quinto, un toro que
cortaba a la cuadrilla en todo momento: tanto al capote de Jesús Romero como a
los palitroques de Raúl Ruiz y Juan Cantora. No hubo lucimiento por su parte.
Ante el
tercero, Juan Carlos Sánchez anduvo mal en el primer encuentro, intentando
estar más fresco en una segunda puya a la que el de Cuadri se arrancó de lejos.
Entró rebrincado al peto, en una embestida que lo era todo menos bella. Más
disposición que lucimiento tuvieron Joselito Rus y Lucas Benítez, acertando más
con el capote Rafael González. En la lidia del sexto Madrid tenía ya perdidas
todas las esperanzas de una corrida que apuntó y no disparó, pero no perdió esa
misma ilusión la cuadrilla de Aguilar: Francisco Javier Sánchez dejó un aceptable
primer puyazo y un segundo trasero ante un astado con poca vida. Con mucha
dificultad parearon Rafael González y Lucas Benítez a un toro que cortaba mucho
también en la seda de Rus.
Se
impuso Otero al típico tópico de cualquier subalterno y consiguió salir en
volandas de los corazones plateados luciéndose ante la corrida más difícil para
un subalterno. Torero importante y a tener muy en cuenta.