Madrid 11-5-2018 from Cultoro TV on Vimeo.
TEXTO: MARCO A. HIERRO / FOTOGALERÍA: LUIS SÁNCHEZ OLMEDO
Cuando a las nueve y poco de la noche se cubría el tendido de Las Ventas de pañuelos blancos que agradecían un acto de generosidad de un torero con el tendido, una negación de la evidencia provocó que hoy se firmase el inicio de la revolución Fortes. Que no había comenzado hoy, sino en aquel Domingo de Ramos donde un gris se rebozó por su trapo. Pero fue hoy, con esa vuelta al ruedo entre el clamor popular de los que sacaron el moquero, con esa segunda vuelta con el ruedo ya cubierto de almohadillas de protesta presidencial, con esa tremenda bronca al señor Magán -que debuta este año en el palco- se alinearon los adeptos de la revolución Fortes.
Porque tiene Saúl el honor de haber cortado en Ramos la primera oreja –y quizá la más rotunda- que se paseaba este año en la plaza de Madrid, pero también la desgracia de que hoy quisiese el presidente sentar una exigencia en el palco de Madrid que está muy lejos de tener clara. Porque supongo que encontrarán Magán y sus colegas caminos comunes para presidir los festejos sin que esta plaza, la primera del mundo, tenga que sonrojarse. Ni por exceso –como ha ocurrido en abril-, ni por defecto. Como sucedió hoy. Porque debe saber, señor Magán, que la máxima autoridad de una corrida no puede saltarse el reglamento, pero tampoco puede ir contra el espectáculo, y mucho menos provocar un altercado de orden público, como pudo suceder hoy. Y todo eso siendo poli. También en Francia hace dos siglos los soldados de la patria fomentaron la revolución, aunque entonces no lo supieran.
Fortes sí lo sabe. Lo sabe porque lo ha buscado. Lo sabe porque ha trabajado este momento como si no fuese a haber más. Por eso se encaja primero y prueba después, como ocurrió con el inicio al deslucido tercero, al que le ofreció el trapo para empujarlo con el cuerpo descargado en la riñonada. Por eso se ofrece entero y busca el toreo donde los dos –toro y torero- tienen opción de ganar. Es entonces, cuando le sopla chicuelinas como al segundo en el quite o tafalleras, como al quinto, cuando se hace presente la revolución de un hombre que todo lo que entrega lo entrega de verdad. Aunque a él se lo roben luego. Porque lo grave del hurto de hoy es que la oreja era muy clara. Y la petición también.
En una faena con su emoción, con su intensidad por momentos, con sus muletazos sometedores y francos, de cinco y el de pecho con la plaza puesta a crujir. Y con su estocada. Con sus altibajos también, por supuesto, y hasta con una voltereta de pura entrega a la que Saúl no le dio ni importancia de no ser para limpiarse la sangre del ojo y ver un poco mejor. Tal vez lo apretó Saúl en exceso al de Pedraza e el inicio y el toro se afligió un punto. Tal vez fue muy a última hora ese alarde seco de valerosa presencia para imponerse al de Pedraza. Tal vez sea cierto que faltaron cosas, pero es que si no faltasen hubiésemos salido del recinto arrancándonos los pelos a ‘puñaos’. Y en eso consiste la revolución Fortes.
Porque Manuel Escribano tiene –hoy por hoy- bastante poco que revolucionar. Por eso se le fue en silencio el mejor ejemplar de un encierro de raza justa y generosa presencia. Salió cuarto y, salvo el par sentado en el estribo de singular exposición, es difícil acordarse de algo más. Y eso con un toro bueno.
Daniel Luque sí dejó una serie de mano zurda y emoción viva cuando se ponía de verdad con el docilón segundo, y alguna verónica suelta en los queites que no perdonó, pero no es ese el bagaje esperado en uno que estuvo a punto de ser figura porque algunos tuvieron mucha prisa en que lo fuera. Y no revolucionó nada.
Pero Fortes sí. Fortes le explicó a Madrid qué es lo que vale en esta historia, cómo se evoluciona en la aptitud para mejorar la actitud y qué mimbres hacen falta para construir el cesto del triunfo en Madrid. Lástima que el examinador estuviese despistado en clase.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Las Ventas, Madrid. Cuarta de la feria de San Isidro. Corrida de toros. 16.000 personas.
Seis toros de Pedraza de Yeltes, grandones y con kilos, pero con esqueleto para soportarlos, y con el pitón generoso. Deslucido y sin entrega el blando primero; docilón y espeso a diestras con fondo a zurdas el segundo; pegajoso y descompuesto el colorao tercero de cara suelta; repetidor, franco y alegre el buen cuarto; sin clase ni raza el gazapón quinto, una avispa; de buen aire a menos con la exigencia el noble sexto.
Manuel Escribano (ciruela y oro): silencio y silencio.
Daniel Luque (rosa y oro): silencio tras aviso y silencio.
Fortes (celeste y oro): silencio y dos vueltas al ruedo.