TEXTO: MARCO A. HIERRO / FOTOGALERÍA: LUIS SÁNCHEZ OLMEDO
Lo han adivinado. Haría las mismas cosas que dice la canción de Los Sírex, que crearon un himno para eliminar negatividades de alrededor y hoy deberíamos usarlo más de lo que lo hacemos. Barerría muchas cosas hoy, si tuviera una escoba, pero como dijo Jack el Destripador: “Vamos por partes”.
Lo primero que barrería son los prejuicios de esta plaza, que etiqueta todo y a todo le pone nombre, fin y querencias, aunque no sé muy bien si se llaman así las cosas del querer. Las de los toros, que hoy marcaron viniendo hacia adentro, reponiendo y defendiéndose, sí se llaman de esa forma. Lo de bravos se lo pone el tendido, aunque el apelativo sea opinable.
Barrería también un palco que se erige en protagonista cuando no debe serlo y elide su presencia cuando no tiene claro cómo comportarse. Hoy le birló una oreja a Robleño con el cuarto, y le hacía mucha falta. Anda que se iba a haber puesto tan de frente, tan de verdad y tan desmayado con la prenda que echó Escolar si no le hiciera falta el premio.
Fue por eso por lo que la echó en la distancia corta, por lo que esperó la llegada para tapar la cara y que no hubiera más que trapo delante de los ojos, pero sin llegar a tocarlo para que no se orientase. Y mientras realizaba ese ejercicio de plena técnica e inteligencia descomunal, decidió que iba a descargarse, a dejarse caer sobre los riñones, al menos cuando pasaba el toro, y entonces crugió Madrid. Pero no toda la plaza, porque siempre hay algú tonto que coge la linde, y por eso me dan ganas también de barrerla.
La forma de enganchar los toros de Ángel Sánchez no se debe barrer nunca, pero sí pulirla o al menos pasarle la mopa. Porque llega con tanta pureza lo que le hizo al tercero que piensas si será tan profundo su conocimiento de los animales o será el desconocimiento el que lo pone a veces a los pies de los caballos. En cualquier caso, pesan más en Madrid las cosas buenas, y eso debe aprovecharlo un torero en edad aún de seguir formándose y de barrer mil defectos.
Gómez del Pilar los borra -o lo intenta- yéndose dos veces a la puerta de chiqueros, entregándose a la pelea, probándose con cada muletazo e intentando poner en práctica todo aquello que ha practicado porque lo había soñado antes. De ahí su perseverancia, su valeroso intento y su empeño en crecer siempre. Hoy lo logró en Madrid.
Y no tuvo que barrer nada más, aunque yo sí lo haría. Pero para lo que llevamos de feria y los hechos positivos que estamos primando, dejaré las cosas feas para una ocasión mejor.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Las Ventas, Madrid. Décimo quinta de la feria de San Isidro. Corrida de toros. 18.024 espectadores.
Toros de José Escolar, correctos de presencia y muy en tipo. Defensivo, orientado y a la caza el peligroso primero. Agarrado al piso y sin entrega el correoso segundo. Duro, manso y sin entrega el corretón y complicado tercero. Díscolo pero obediente a los toques el cuarto. Reponedor y remontón el asperísimo quinto. Con fijeza y obediencia el noble y flojo sexto.
Fernando Robleño (botella y oro): silencio tras aviso y vuelta.
Gómez del Pilar (blanco y oro): ovación y ovación.
Ángel Sánchez (malva y oro): ovación y palmas tras aviso.