Una nueva puerta grande se abrió en Santander en la sexta de
feria, pero no será esta la que más se recuerde. Otro triunfo más sumó Juan del
Álamo a su palmarés en Cuatro Caminos, donde aún no ha salido andando desde la
tarde de su alternativa. Pero no será el de hoy el que guarde en su memoria. No
porque estuviera mal, que no lo estuvo, sino porque muchas veces es mejor una
oreja de ley que dos con dudas. Y la segunda de hoy dejó muchas.
Por eso fue triunfo de plomo el del charro, aunque no fuera suya
la culpa. Lo fue por lo gris de una tarde donde no embistió más que un toro de
Joselito, que buscó mal la redención de Pamplona en otro coso del norte. Uno
embistió, dicho está, y sirvió para que Padilla le cortase una oreja en el
cuarto acto para redimir su plomiza actuación con el abreplaza. Tarde de plomo
del Ciclón, con triunfo de barro que no maquilla su deriva cuando destempla el
trazo una miaja y lo ponen en apuros los toros. Juan José no apostó con el de
la costosa apuesta y no cruzó la raya con el de mejor condición, y casa mal su
actual filosofía con la de dos imberbes tiesos cuya apuesta cabal le saca las
puntillas al Pirata delante de dos tercios de plaza.
El primero, el charro, que salió en Santander a que no se le fuera
el tren que le sustenta desde el primer día. Fue de plomo el triunfo porque no
fue la tarde de su toreo más profundo, pero nunca faltó voluntad, jamás regateó
la apuesta y dio la cara con valor
oficio ante dos toros de costoso triunfo. Fue de barro el triunfo, sí,
porque no será el de hoy sobre el que se sustente su temporada, pero también
será importante por sumar en su feudo del norte y no dar excusas fáciles a los
que le quieran borrar del mapa de la importancia. Se arrimó Juan con el que no
dio opción para más y con ese le negó el palco un trofeo; se peleó Del Álamo
con el del gatillo fácil y le pegó muletazos asentados y largos a la constante
informalidad, y ahí se pasó el presi de frenada. Puerta grande en cualquier
caso, valga o no la compensación.
Dos silencios, sin embargo, hablan mal del buen bagaje que dejó
Fortes en Santander. No vale el resultado, que ni es de plomo ni de barro ni
sirve para defender un puesto. Pero fue mucho más lo que dijo Saúl que los dos
silencios que anuncia la ficha. Quiso el malagueño torear suave, ganar el
sitio, conquistar la voluntad e imponerse a los defectos de dos toros de
Joselito que le dieron juntos cuatro series que asentar. Dejó dos o tres
verónicas con el tercero, al que le puso los bemoles encima por no tener raza
para más el animalito. Dos series de trazo largo le enjaretó al sexto antes de
que se rajase cual gato y se negase a pelear más. Fue lo que había en la tarde
de plomo, que no le sirvió a Saúl ni para el triunfo de barro.
Ese se lo llevó Juan del Álamo para compensar otras tardes que
debieron servir más y no lo hicieron. Porque es largo el camino de quien quiere
navegar mucho. Y habrá muchas tardes así que es mejor solventar con triunfo.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Cuatro Caminos, Santander. Feria de Santiago, sexta de abono. Tres cuartos de entrada en el tendido.
Toros de El Tajo y La Reina, correctos de presencia. Aplomado por el duro castigo en varas el serio primero, bobalicón y parado el noble segundo, renuente y sin raza el tercero, noble y bondadoso, con movilidad el manejable cuarto, informal pero enrazado y con disparo el castaño quinto, remiso y rajado el manso sexto
Juan José Padilla (Azul marino y oro): División y oreja
Juan Del Álamo (Blanco y plata): Vuelta al ruedo y dos orejas
Jiménez Fortes (Celeste y oro): Saludos y Silencio tras aviso.
FOTOGALERÍA: JUNIOR FOTO