LA CRÓNICA DE PAMPLONA

Vidas paralelas


martes 5 julio, 2016

La sorpresa que Luis David Adame atisbó en San Isidro se va hoy de Pamplona con tres orejones entre el gusto de Marín y el valor de Younes, ambos sin espada

La sorpresa que Luis David Adame atisbó en San Isidro se va hoy de Pamplona con tres orejones entre el gusto de Marín y el valor de Younes, ambos sin espada

JAVIER
FERNÁNDEZ-CABALLERO / FOTOGALERÍA: EMILIO MÉNDEZ

Entre
la ristra de virtudes que la tauromaquia lleva consigo, la intrahistoria oculta
de cada carrera es uno de las más boyantes misterios que el público no
comprende pero el aficionado sí requiere. Y es que sabe el que quiere hacerse
de oro vistiendo aún de chispeante barato que para mandar en esto la
personalidad y el valor son el billete al otro mundo. Sabían y comprendían ese misterio también, a las ocho en punto, un
Joselito y un Luis David que se zurraron de niñatos lo mismo que hoy se
compenetraron para asegurarse el éxito.

El uno,
un hermano mayor que parió pero no reconoció México para que la Madre Patria
descubriese lo que luego el Nuevo Mundo reclamaría después; ese es el rostro de
enjuto, con tipo de barrio, fino de estampa, galgueado y de baja complexión. El
otro, un Luis David de más corpulencia, con cara de buena gente, menos
enfurruñado que el hermano y con bondad seria en su semblante. El uno, fusionado
en todopoderosa internacionalidad; el otro, con el imperio de Madrid bajo sus
pies. Pero ambos sabiendo qué fue del
Joselito que llegó y qué es del Luis David que despegará
. Todo al tiempo justo que hoy marcó Pamplona.

Tiene
virtudes el pequeño y hace por ser el torero que el sistema que ha creído en él
quiere que sea. Tiene talento por
arrobas el mexicano que lleva el apellido de Joselito y que deberá sacar el
suyo propio a partir del contrato moral que hoy rubricó en San Fermín
. Tiene
la técnica suficiente como para servirse él mismo en el escalafón menor, el
valor ecuánime como para mandar en los toros y la variedad justa como para
reventar la falta de personalidad del presente novilleril. Y tiene un hermano para no errar dos veces en la misma piedra.

Lo tuvo
en un segundo al que le cortó la oreja haciendo gala de su virtud alegre seda
en mano. No se guardó nada con un capote privilegiado despenando de salida al
Parralejo lo mismo por largas que por verónicas de asiento, lo mismo por
chicuelinas que por revoleras con son. Y estatuarios que, aunque no fueron el
mejor inicio para el animal, fueron clave para que no le enganchase durante
toda su faena. Fue esa clave inteligente para pasearle el despojo al animal,
conectando en dos tandas al natural con ligazón pero sin temple que tuvieron la
efectividad de la transmisión al tendido.
Fantástica la estocada. Lentísima. Poniendo todo. Matando como su carné
novilleril exige.

Sabía
lo que quería, y eso llegó en el quinto, al que le arreó cambiados, chicuelinas
al paso y un brindis a la eminencia de la Meca. Sabe hacerlo. Como también
cruzárselo por la espalda, y ser listo en los embroques, y estar hábil al atornillar
zapatillas, y crujirse a zurdas en series ligadas, a pesar de que el torito
hiciese por él en toda la barriga. No se
achantó un ápice un Luis David que mató lentísimo y al encuentro al Parralejo.
Pamplona en su corazón. Dos orejones.

No tiene capa fraternal un Javier Marín que
llegó hoy entre los suyos con la credencial de cortar una oreja justita en el
abril venteño y que se fue con la impotencia de irse andando por no estar fino
con la espada.
Se
la pudo cortar al primero tras el recital de faroles y a pesar de las puñeteras
prisas, de no darle tiempos a un animal que se lo pedía a gritos, de no
crujirse de verdad ante la humillación exigente del novillo y de derrochar
corazón sin cabeza en su estructura muleteril. El embarullamiento lo pagó sin
premio Marín. No le dio tiempos. Y eso duele como le dolió en el cuarto
pasearle el despojo al animal más cansino, informal y mentiroso de todos.

Es
larga la estela de Castella y, en traje y formas, fue la del Andy Younes que
por marzo y entre tracas levantinas ilusionó con el mismo concepto hierático
del torero de Béziers. Pero el joven de
Arles, hoy, tiene el valor en el alma y el gusto en el valor. Por eso la mezcla
no cuaja
. No lo hizo en el tercero, con el que se enrazó vertical ante un
animal excelente para tener la oreja de su mano y perderla tizona en mano.
También en el sexto suspendió con los aceros un Younes comprometidísimo con el
valor que atesora, y esperará la Fiesta
a un novillero de fino concepto que, por el momento, se ha quedado con lo mejor
del Sebastián bueno.

Maneras
de vivir, maneras de soñar gritaba un atlético. Maneras de ser feliz la de un Joselito
y un Luis David que, más allá de vidas paralelas, lo que hoy atisbó Pamplona
fue la compenetración firme de un valor que puede llegar a ser el hermano mayor
que siempre soñó. También cuando le zurraba de niñato. Pero ahora tiene la experiencia fraternal a sus espaldas, la fiabilidad
empresarial en los hoteles y el corazón en su propia mano para crujirse a torear
y, mientras tanto, no tropezar dos veces con el mismo pedrolo que Joselito sufrió en Iberia.

FICHA DEL FESTEJO

Plaza de toros Monumental de Pamplona. Feria de San Fermín,
primera de abono. Novillada. Tres cuartos de entrada largos.

Utreros de El Parralejo, serios de presencia. De
gran clase, fondo y ritmo el gran primero; áspero y sin clase pero repetidor el
castaño segundo; de buena calidad a menos el jabonero tercero; informal y
renuente con fondo el noble cuarto; de informal movilidad el díscolo quinto;
deslucido y sin viaje el sexto.

Javier Marín (marino y oro):vuelta y oreja tras aviso.

Luis David Adame (grana y oro):oreja y dos
orejas.

Andy Younes (lila y oro): silencio y silencio
tras aviso.

FOTOGALERÍA: EMILIO MÉNDEZ