LA CRÓNICA DE SAN ISIDRO

El 7 también embiste


viernes 24 mayo, 2024

Roca Rey sufre el acoso del tendido en una tarde agridulce de mangazo presidencial en el primero y tres avisos en el segundo

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Roca Rey, cariacontecido, obeserva al quinto en su agonía © Luis Sánchez Olmedo

Hay tardes que se cruzan de repente, sin que nadie acierte a acertar con la inflexión. Y otras, sencillamente, vienen cruzadas desde el anuncio del cartel. Hoy era una de esas, porque a Roca Rey, que ha tenido con Madrid una relación muy estrecha, se le está poniendo cara de rico, y eso hay gente que no lo tolera. No está mal que eso ocurra, ni que lo muestre quien lo sienta, pero sí que se le pierda el respeto a un tío de vestido chispeante que se está pasando por delante un par de respetables pitones. Un tío que, además de las embestidas del toro, tiene que sortear las arrancadas del 7.

Arrancadas muy dispares, porque las hay a destiempo, con frases hechas, a gritos iracundos con espumarajos en la boca y también irónicos, más para hacerse notar que para expresar descontento. Todos ellos y alguno más los sufrió Roca Rey la tarde que apostó por el hierro de Mayalde, pero sólo un toro del envío trajo a Madrid las virtudes de la casa, y ese no le tocó a él. Andrés pechó con un tercero de fondo exigente y noble ademán al que le tomó muy deprisa la medida por lo facilón que parecía. Luego no lo fue tanto, pero en los estatuarios con que inició faena, por delante y por detrás, tocando una única vez en la tanda, ya se había ganado a Madrid sin gobernar aún la embestida. Eso llegó después, por abajo, en línea y ligando tan preciso que ni un toque se llevó la sarga del peruano. Todo limpio, todo solvente, todo fácil para una máxima figura que había llenado de reventón. Pero el compromiso que llegó en las bernadinas del epílogo no son de oficio ni siquiera para Andrés. Lo cierto es que la oreja democrática que solicitó casi todo el tendido no lo fue para el presidente, al que le pesaron los dos avisos y se empeñó en saltarse las reglas. Hasta Roberto Domínguez pareció protestar al cuarto árbitro -el delegado- mientras esperaban que cayese el funo.

Hasta ahí había respetado el 7 a Andrés. Al menos, no se había puesto a gritar improperios un tendido acostumbrado a que se haga su voluntad. Por eso embiste con la cara suelta cuando le llevan la contraria, cuando ocurre algo que se escapa de su control o cuando, simplemente, se empeña en reventarle la faena al que no le entra por el ojito. Y ese es, sin duda, el peruano. Porque es el que más conoce el público, el que más gente atrae, el que más dinero cobra y el que menos necesita a la banda del tendido de sol. Por eso embisten los que no pueden hacer más. Y esta vez a Andrés pareció afectarle, porque no suele sentar bien que se metan con uno cuando está con dos pitones pasando muy cerca de su barriga. Y de ahí nació, sin duda, esa actitud distante e indolente que terminó con el tercer aviso sonando sobre el desplome del quinto. Me pregunto qué ocurriría si vamos al trabajo de alguno de los que hoy se cargaron de razones para vocear sin respeto al que estaba toreando y le gritamos: «¡Estás fuera!». «¡Sigues fuera!». «¡Fontaneroooooo: qué malo eres!». Esas embestidas son de animal orientado y sin nobleza.

Todo lo contrario fue el cuarto, el toro de la tarde y, sin duda, uno de los animales con más clase que han salido, hasta ahora, en San Isidro. Pero lo enlotó Jorge Martínez, y le faltaron dos cosas al murciano para cuajar al de Mayalde: algo más de bagaje que un par de corridas antes de torear ese toro en Las Ventas, y una actitud más de ataque para que valorase el tendido, al menos la intención. Porque también el de Totana tiene clase en las muñecas, por supuesto, pero no basta con eso cuando uno viene a confirmar a Madrid. Académico, correcto, limpio, inmaculado… pero sin sentir nada de lo que estaba ocurriendo. Por eso se vio desborado por el torrente de arrancadas humilladas que le regaló ese joyero al que le faltó orfebre.

Tampoco Cayetano es un fino estilita, es cierto, pero hoy sufrió en las carnes el peso del primer toro. 595 kilos se le fueron encima al sacar el toro del caballo para intentar el quite. Dolorido, con la chaquetilla reventada y el cuerpo molido a golpes, bastante hizo con lidiar con bien al segundo y matarlo con dignidad antes de pasar a la enfermería. No en vano tuvo que tirarse de cabeza al callejón cuando el animal le apretó para adentro al iniciar faena en el 5. Cuando salió, a matar el sexto, en lugar del cuarto, aún se le notaba tullido, pero pudo demostrar más voluntad. Al final, sin embargo, todo terminó en silencio, y fue el mal menor. A ver si la tremenda costalada le permite a Rivera comparecer el domingo.

Será con la corrida mixta, porque esta ya pasó. Y, con ella, ese estado de tensión que se vivió entre las tablas porque arreaba el 7 para desgracia de los de seda. Y aún no sabemos qué es exactamente lo que desean.

FICHA DEL FESTEJO

Plaza de toros de Las Ventas, Madrid. Feria de San Isidro, décimotercera de abono. Corrida de toros. Lleno de «No hay localidades».

Toros del Conde de Mayalde. Correctos de presentación. Sin clase ni fuerza el pasador primero a menos; noblón sin entrega el segundo; con tanta entrega como exigencia la del tercero; de gran clase y entrega el humillador cuarto; a menos el recorrido del quinto, mansurrón; de vista cruzada y sin mala intención el sexto.

Cayetano (nazareno y oro): Silencio y silencio

Andrés Roca Rey (azul azafata y oro): Ovación tras dos avisos y bronca tras tres avisos

Jorge Martínez (blanco y oro): Silencio y silencio.

INCIDENCIAS: Jorge Martínez confirmó alternativa con ‘Estafador’ del Conde de Mayalde, animal herrado con el nº36, castaño de capa, de 595 kilos de peso y nacido en marzo de 2020.

FOTOGALERÍA: LUIS SÁNCHEZ OLMEDO

Fotogaleria Madrid 24 5 2024