Enrique Ponce en su despedida de La Malagueta, Morante de la Puebla y Juan Ortega hacían el paseíllo, este viernes, en la tercera de Feria en Málaga, en la que se lidiaba un encierro de Juan Pedro Domecq.
Ponce, ovación tras petición en el primero
Recibió el público de la Malagueta a Enrique Ponce con una ovación unánime, sabedores de que la tarde de hoy supone la despedida de esta plaza. Ovación que el torero de Chiva correspondió brindando su primer toro al público. Antes, Ponce lanceó al colorado ojo de perdiz de Juan Pedro a la verónica con facilidad. Un toro de buena condición, al que le faltó algo de fuerzas, y que pasó discreto por los primeros tercios. Sé lo sacó hasta pasada la segunda raya para comenzar a torear en redondo por la derecha. Llamó la atención la manera de montar el estoque simulado en la franela, más hacia el cáncamo, sabedor de que se torea de la mano hacia delante. Se echó la muleta a la izquierda cuando comenzó a sonar el solemne pasodoble ‘Manolete’. Por ahí el toro tuvo un tranco más de recorrido y Ponce lo toreó en redondo en varias series largas. Hubo petición tras aviso, algo minoritaria, y todo quedó en una ovación.
Una obra de plasticidad y temple de Morante, ninguneada por el palco en el segundo
El toreo, como ente vivo, tiene personalidad. Y en cada torero se refleja de una forma distinta. Lo que se vio en el primero fue lo mismo que en el segundo, pero Morante dice y hace el toreo de una manera especial. Recibió a su primer toro Morante a la verónica, donde destacaron un par de verónicas hondas, con las zapatillas asentadas. Ya en el tercio de banderillas Curro Javier mostró lo que el astado hizo en la muleta. Por bajó inició la faena y por alto lo colocó para una primera serie con la derecha, donde lo fue haciendo y alargando su embestida. Muy técnicas esta tanda con la muleta. Se echó los avíos de torear a la izquierda, por donde el toro fue más largo. Volvió a la derecha, momento en el que el toro bajó la intensidad de sus embestidas. Dando los tiempos, casi de uno en uno, y provocando con un paso las arrancadas, fue dejando muletazos de una plasticidad y belleza únicos. Y no solo los derechazos o naturales, sino los trincherazos, molinetes invertidos y los detalles que hacen particular al torero de la Puebla. Hubo petición mayoritaria tras una estocada caída que el presidente no atendió. Toco quedó en una ovación para Morante.
Juan Ortega paladea la verónica ante el tercero y luego el toro se viene abajo
Barrocas, ese es el adjetivo para definir las verónicas de Juan Ortega al tercero de la tarde. Un puñado de lances que llevaron a toro y torero desde las tablas hasta casi el mismo centro del ruedo. Y cada verónica que daba era más profunda, más despaciosa, más arrebata y más jaleada. Remató con sendas medias verónicas abrochadas atrás de la cadera tras las que el público se puso en pie. Pero todo quedó ahí y las ilusiones se disiparon. El toro mostró en los siguientes tercios un punto de mansedumbre y sosería que el de Triana, a pesar de sus esfuerzos y de colocarse por ambos pitones, no logró revertir.
Ponce da la última vuelta al ruedo en La Malagueta frente al cuarto
No se definió el cuarto de la tarde hasta el tercio de banderillas, donde se vino arriba y comenzó a galopar con buen son al capote. Algo similar hizo en el inicio de faena de Enrique Ponce, pero todo quedó en un espejismo y la expectación se diluyó. El astado de Juan Pedro Domecq guardaba en su interior la nada más absoluta. Parado, sin raza, sin fondo y sin ni si quiera un atisbo de clase. Todo lo contrario a lo que define a un toro bravo. Aún así, el torero de Chiva se colocó tanto con la mano derecha como por la izquierda hasta que le sacó varios muletazos de más transmisión que calidad. Pasaportó al animal tras un pinchazo y una estocada desprendida. Dio, como premio, más por su trayectoria que al trasteo, la que fue la última vuelta al ruedo a unas de sus plazas talismán.
Morante, algunos pitos tras acortar ante el pozo seco que fue el quinto
La gracia torera de Ortega, oreja del sexto
Realizó un leve gesto con el rostro Morante de la Puebla tras el recibo capotero que no hizo presagiar el final que la gente deseaba para su segundo toro. Acometió protestando en ocasiones, parado en otras. En definitiva, informal. Al igual que su hermano, no guardada nada en sus adentros. Se puso con la muleta dispuesto a sacarle pases, y algunos dibujó con mucho empaque, pero el astado era un pozo seco. Se hizo el silencio para el cigarrero, entre el que aparecieron algunos pitos.
‘Lacerado’ se llamó la última esperanza de la tarde de este viernes en la Malagueta. Negro de capa, despegado del suelo y algo estrecho de sienes, tuvo la cualidad de embestir por momentos con templo. Por el resto, otro toro de Juan Pedro Domecq sin casta. En los mismo terrenos donde lo recibió con el capote, se lo sacó por ayudados para administrarle una primera serie por el pitón derecho. Sé lo sacó algo más hacia el centro del ruedo con derechazos, con la pierna genuflexa, molinetes y un trincherazo tras el cual el toro quedó colocado para seguir toreando en redondo. Ya sin la inercia con la que acometió el toro en los primeros compases, fue Ortega el que tuvo que administrar los tiempos y provocar las embestidas. Sonó la música cuando llegaron los pasajes de mayor calidad y belleza. Brilló por encima de todo un natural eterno, a cámara lenta, donde el ole, que se desprendía desde la andanada hasta el tendido, terminó antes que el lance. Dejó una estocada que le valió la oreja para así cerrar una tarde donde, a pesar de todo, hubo destellos de toreo.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de La Malagueta, Málaga. Tercera de Feria. Corrida de toros. Casi lleno.
Toros de Juan Pedro Domecq.
Enrique Ponce, ovación y vuelta.
Morante de la Puebla, ovación y leves pitos.
Juan Ortega, ovación y oreja.
FOTOGALERÍA: EDUARDO PORCUNA