JAVIER FERNÁNDEZ-CABALLERO / FOTOGALERÍA:
LUIS SÁNCHEZ-OLMEDO
Juan Bautista se colaba entre rehileteros en la tarde de
este viernes en Madrid. Llegaba la corrida de Adolfo Martín tradicional dentro
de la semana torista del ciclo isidril y la figura gala, que el pasado domingo
triunfó en su encerrona con distintos encastes en la Feria de Pentecostés de
Nimes y un día más tarde cortó una oreja a una seria corrida de Alcurrucén en
Vic, regresaba a la plaza que se lo ha dado todo. Lo hacía al lado de Ferrera,
que cortó la oreja más compacta en lo que va de Feria de San Isidro, y de
Escribano, que afrontaba su segunda tarde en el ciclo isidril.
«Comadrón”,
cárdeno oscuro, era el primero de la tarde, nacido en octubre de 2012 con 548
kilos de peso. Tal fue el derrote que le dio a Ferrera el toro en el capote que
le partió el vestido, haciendo cosas feas después ante la capacidad lidiadora
del extremeño. Breve fue el primer puyazo, en el que Ferrera anduvo en lidiador
para dejarlo en suerte antes del segundo. Andandito fue el toro en todo el
tercio de banderillas protagonizado por Escribano y Ferrera. Ganándole fácil la
cara en sus pares Ferrera, también fue listo Escribano para aguantarle las
frenadas al cárdeno. En todo momento buscó la colocación Feera ante un toro
complicado, cortas, intentando arañar el lucimiento el extremeño. Especialmente
buscó el toreo con la mano zurda, sacándoselos de uno en uno, pero fue
imposible el de Martín. Mató de pinchazo y estocada.
«Buscador”,
cárdeno, era el segundo de la tarde, un animal que a punto estuvo de
estrellarse contra el burladero. 495 kilos era el peso del animal, que era una
auténtica pintura como toro de Madrid, y andandito le embistió al capote de
Bautista, aunque faltándole un punto de alegría. Romaneó en el caballo de Puchano el toro,
metiendo las fuerzas con un solo pitón y levantando con éste todo el peso del
picador. Por delante entró efectivo en el tercio de banderillas César
Fernández, siguiéndole en suerte Rafael González ante la lidia de Rafael Viotti.
Al público fue el brindis del torero de Arles, que se fue directamente a los
medios para plantearle el toreo a diestras. Intentó sacarle con temple lo poco
que tenía el animal, siempre a menos y sin darle opciones. Mató de pinchazo y
estocada y fue silenciado.
«Murcianito”,
un nombre mítico en la ganadería de Adolfo Martín, era el tercero, al que sin
miramientos se fue a la puerta de chiqueros Manuel Escribano para saludarlo de
una airosa cambiada de hinojos. Al relance se fue al caballo de Juan José
Esquivel en el primer puyazo, que luego y con un Antonio Ferrerae haciendo
magistralmente de director de lidia, le recetó un buen segundo puyazo. Antonio
Manuel Punta lidió al animal entre los pares de Escribano y Ferrera, dando
espectáculo siempre. Le hizo varios extraños en el inicio de la faena, no
empleándose el animal y desentendiéndose de telas y trazos del sevillano.
Además, cuando entraba a los engaños del de Gerena, lo hacía a través de
tarascadas. Mató de estocada. Silencio.
«Chaparrito”
llevaba por nombre el cuarto de Adolfo Martín, segundo del lote de Antonio
Ferrera, un toro con 532 kilos de peso y más alto que sus hermanos. Tuvo
habilidad Antonio Prieto a caballo para caer de pie ante una primera entrada al
relance del toro al caballo en la que logró derribarlo, un animal engallado,
con el cuello en alto, que le ganó la acción al peto a pesar de que se agarró
perfecto en todo el hoyo de las agujas Prieto. Defendiéndose embistió en la
segunda puya. Decidió no banderillear Antonio Ferrera frente a un animal que
tenía demasiada fuerza guardada, pegando arreones a Javier Valdeoro palos en
mano y a José Manuel Montoliú en la brega. José Núñez Pilo, el tercero, le
debió aguantar una barbaridad para dejar solamente un palo. Papeleta para
Ferrera. Desentendido de todo, Ferrera intentó sonsacarle naturales de mérito
ante un animal zorrón y que no quiso nada franco. Se inventó una faena de
mérito en terrenos del seis, robándole otra serie a diestras. No acertó a
espadas, recibiendo ovación tras dos avisos.
Andándole hacia atrás fue el toreo de capa de Juan Bautista
al «Aviador” quinto, otro nombre mítico en el hierro, que manseó de salida en
la que comenzaron de las protestas.Protestadísimo fue el toro por su falta de
fuerzas agudizada en el caballo, que también mostró esa condición en las
banderillas. Humillador en la muleta de Bautista, no fue un toro fácil
precisamente por la falta de fuerzas que venía arrastrando. No pudo hacer nada
el torero de Arles, que se vio de nuevo sin materia prima. Sólo pudo robarle
algunos muletazos de calidad en el epílogo.
Más
alegría tuvo el sexto de la tarde, un toro al que le echó con brío el capote a
la verónica Manuel Escribano. Efectivo fue el tercio de varas ante la lidia de
Juan Sierra entre los pares de banderillas de Escribano. Espectacular fue el
último par, en el que el toro estuvo a punto de cogerlo en la bocana del
burladero. Al público fue el brindis del torero, que comenzó faena sin
lucimiento ante el anodino y aplomado animal. No pudo siquiera justificarse. Le
metió el acero con tremenda facilidad. Silencio.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Las Ventas. 30ª de la feria de San Isidro.
21764 espectadores.
Seis toros de Adolfo Martín, desiguales de presencia, parejos de tipo. Deslucido y sin poder el reponedor primero; pasador sin clase ni transmisión el segundo; aplomado y sin raza el anodino tercero; manso de carretas el cuarto; bobalicón sin entrega ni vida el inválido quinto; anodino y aplomado el humillador sexto.
Antonio Ferrera, silencio y ovación tras dos avisos.
Juan Bautista, silencio y silencio.
Manuel Escribano, silencio y silencio.