FINAL MADRID

Alcurrucén le da la gloria y la Puerta Grande a Juan del Álamo


jueves 8 junio, 2017

Se lidian toros de Alcurrucén y El Cortijillo para Manuel Jesús 'El Cid', Joselito Adame y Juan del Álamo

Se lidian toros de Alcurrucén y El Cortijillo para Manuel Jesús 'El Cid', Joselito Adame y Juan del Álamo

MARCO A. HIERRO / FOTOGALERÍA: LUIS SÁNCHEZ OLMEDO

Tres toreros con necesidad de triunfo se anunciaban en este festejo que se colaba de rondón en la semana torista de la feria. El Cid -en su única tarde después de 14 años-, Joselito Adame y Juan del Álamo se enfrentaban a una corrida de toros de Alcurrucén remendada con un toro de El Cortijillo.

Al primero, el remiendo de El Cortijillo en la corrida de Alcurrucén, le faltó entrega y desliz en el percal de El Cid, donde no se quiso emplear en absoluto, haciendo que desistiese el matador de saludar a la verónica. Reservón anduvo en el caballo y también en el quite de Joselito, que vio cómo se le venía a la altura de la esclavina al manejar el percal. Y le costó mucho a Manuel esperar la llegada, que parecía zorrona y costaba confiarse con ella, pero había que confiarle y consentirle para que desarrollase el toro. Sólo cuando le fue asentando Manuel el gobierno se atemperó el de El Cortijillo, que sin embargo nunca se entregó a la labor de El Cid. Lo mató por arriba y escuchó silencio.

Poco empleo lució el segundo en el capote de Joselito Adame. Toro de bella estampa el castaño, muy en Núñez en su frialdad inicial pero con buena pelea en el caballo de Manuel José Bernal, aunque luego se fuera a tomar el segundo puyazo a la puerta. Tremendos Miguel Martín y Fernando Sánchez para saludar en banderillas, justo después de un quite por chicuelinas de Juan del Álamo. A más se fue el toro en la muleta, con la que le consintió mucho el mexicano hasta que llegó el momento de citar largo, anclar talón, girar con sutileza sin perder pasos y dominar sin sudar. Y eso lo hizo Adame a la perfección con una animal que no terminó de coger vuelo y que terminó rajado. Pinchó, además, Adame, y el silencio valoró su labor.

Más hondo y más badanudo salió el tercero, enseñando las palas por delante pero sin terminar de gustar por su hechura, con un frenazo delante de Juan del Álamo, que se lo pasó muy cerca en las verónicas después de hacerlo romper hacia adelante. Brillante Juan en su saludo al tercero. Fue fulgurante el inicio de muleta rodilla en tierra, con el toro empujando hacia adelante, el charro templando tela, mirando al tendido en un sorpresivo natural y rematando después con garbo. Ligó mucho las tandas Juan, con mucha suavidad para templar la embestida templada, con la muleta siempre puesta para recoger la arrancada. Mucha fijeza la del toro, que terminó embistiendo con mucha profundidad a zurdas en una postrera tanda del charro de sentirse mucho antes de entrar a matar. Un auténtico zambombazo le dejó con la espada para tirarlo sin puntilla y pasear una nueva oreja en su paso por Madrid, que le pidió con fuerza la segunda y lo obligó a dar dos vueltas al ruedo.

El cuarto fue uno de los toros de lo que va de feria. Codicioso, humillado y profundo en sus embestidas, pasó a engrosar la lista de toros buenos pinchados por El Cid en Madrid. Y eso que le sacó la muleta por debajo de la pala y vio cómo embestía con tremenda transmisión mientras se sucedían las series con el triunfo cada vez más cerca. Pero pinchó el de Salteras de nuevo y una ovación fue todo su premio al concluir la lidia.

Al quinto hubo que medirlo más que a los hermanos porque no sacó tanta boyantía, pero sí fu franco en todo lo que hizo en los primeros tercios de la lidia de Joselito Adame. Lo midió mucho Óscar Bernal en varas, donde le levantó el palo pronto, y le pegó media docena de verónicas Juan del Álamo en el quite que remató con media abelmontada. A pies juntos inició la faena de muleta, ganando el paso en cada estatuario pegado hasta llegar a los medios con el animal volviendo siempre. Sin embargo, no fue este quinto igual en claidad que sus hermanos anteriores, y demandaba más anticipación, saliendo más desentendido y con menos raza. Joselito se entregó a su última faena de esta feria, pero no encontró material con que arañar el premio.

A Juan del Álamo le pegaron una ovación antes de que se hiciese presente el sexto en la arena, señal de su favorable situación con una oreja en la espuerta. Se le frenó también este sexto en el capote, pero lo hizo romper el charro hasta pegarle verónicas de pura decisión y rematarls con una media y una revolera. Era pura determinación Juan del Álamo a cortar la oreja que le faltaba. Descompuesto el toro mansurrón, se hincó el charro en la arena para darle trapo y girar talón, recoger las embestidas y vaciar las pasadas, a pesar de que no guardaba lindezas el toro para regalarle a Juan. Y se jugó la vida el salmantino con un toro de media altura, cara sucia y suelta y vicio de venir por dentro. Juan no evidenció nada de eso. Se fue decidido a cortarle la oreja que se le había quedado a deber, ya fuera por lo civil o por lo criminal. Un pelín desprendida quedó la estocada, pero lo despacio que ejecutó la suerte mereció el premio final. 

FICHA DEL FESTEJO

Plaza de toros de Las Ventas, Madrid. Feria de San Isidro, vigésima novena de abono. Dos tercios de entrada.

Cinco toros de Alcurrucén y uno de El Cortijillo, de correcta presencia y buena hechura. Reservón y sin entrega el primero; mansurrón y noble el manejable segundo sin raza; con fijeza, temple y clase el buen tercero; de gran fijeza, transmisión y codicia el gran cuarto, aplaudido; desentendido y pasador el insulso quinto; desentendido, reservón y sin entrega el sexto.

El Cid (marino y oro): silencio y ovación.

Joselito Adame (verde hoja seca y oro): silencio y silencio tras aviso.

Juan del Álamo (blanco y oro): oreja con dos vueltas al ruedo y  oreja.