LA CRÓNICA DE MÉRIDA (VENEZUELA)

Alexander Guillén corta la única oreja de la noche


domingo 15 febrero, 2015

ante un serio encierro con los hierros de Los Aranguez y La Cruz de Hierro

ante un serio encierro con los hierros de Los Aranguez y La Cruz de Hierro

Noche fría la que acompañó ayer la función
nocturna, donde con poco más de un tercio de plaza, se lidiaron toros
nacionales de las ganaderías Los Aranguez (1º), (4º) y (5º) y la Cruz de Hierro (2º), (3º) y (6º), bien
presentados en su conjunto, el cual en los engaños y los caballos presentaron
comportamiento irregular, sin sacar complicaciones, de la que destacó el espada
emeritense Alexander Guillén con el corte de una oreja.

Abrió festejo el rejoneador yaracuyano
Francisco Javier Rodríguez, ante un serio ejemplar de Los Aranguez como ante el
que hizo cuarto del festejo, el cual aprovechó a medias, sin llegar a calar en
el ánimo de los tendidos, pasando y clavando rejones y banderillas «a la grupa”
de forma reiterada, además de colocarse pesado con los aceros. En ambos fue
silenciado, en el que apertura plaza tras escuchar dos avisos y en su segundo,
uno, en ambos necesitando que el matador sobresaliente, Rafael Martínez, le
despacha con la espada.

Alexander Guillén ha lucido voluntarioso y
muy enterado de las necesidades del que hizo segundo, astado el cual agradeció
el temple y disposición del torero por agradar. Supo meterlo a base de firmeza
en la muleta, con altibajos, ante lo rebrincada de la embestida, por lo que por
ambas manos extrajo lo mejor que tenia al noble astado. La estocada ligeramente
trasera, fulminante dio pie a la concesión de la oreja. Poco pudo hacer en su
segundo, con gran parte de los presentes retirándose del coso ante lo monótono
y tedioso del festejo.

Iker
Cobo por su parte lograría los mejores momentos de su actuación sobre la mano
izquierda en el tercero, faena así mismo intermitente que no remataría de
cincelar con la espada, tras recetar estocada trasera y dos descabellos. Poco
menos se le pudo ver en el que cerró plaza, para ser silenciado nuevamente
momentos cuando la estampida de aficionados desalojando los tendidos dejaba en
evidencia fatiga ante una dilatada jornada de toros.