VENEZUELA

Apoteósico cierre de la Feria del Sol: Marco Pérez deslumbra


martes 13 febrero, 2024

Nuevamente la gente ha disfrutado una tarde de toros entretenida de principio fin.

Puerta Grande Merida 2024 3.1
Foto: Federico Montes

Nuevamente la gente ha disfrutado una tarde de toros entretenida de principio fin. No en vano la expectación era a millón, pero a final de cuenta, no del todo se registró la entrada esperada. Pero es entendible en razón de lo golpeada económicamente como está la ciudad. Gran apuesta que ha hecho las empresas que no del todo se ha visto cristalizado en lo económico. Pero los que estuvimos presentes este Lunes de Carnaval en Merida, disfrutamos de una tarde donde el elemento más importante que es el toro, esta aves si estuvo presente, propició emociones, y dejo a todos de acuerdo que en el que tiene la ultima palabra es el de los cuatro años y las barbas bien puestas.

Toros colombianos del hierro de Juan Bernardo Caicedo, encierro de presencia y juego acorde a lo que aspira el aficionado que por estos momentos hace el sacrificio de ir a toros en este país, en la actualidad. Vaya que hemos disfrutado de una corrida donde cada uno de los pupilos bogotanos dejaba algo en la retina de los presentes. Incluso el toro de rejones, del hierro de El Prado, asi como el sobrero de regalo de Rancho Grande, ofrecieron opción de triunfo para los respectivos lidiadores.

Abrió soleada plaza el rejoneador Francisco Javier Rodríguez, quien sorteó las embestidas templadas de «Jacarandoso», animal que en los cuatro rejones de castigo que le colocó mostraría acometividad a las cabalgaduras. Pero lo mejor vino en banderillas, cinco farpas, en especial uno colocados a dos manos, de gran calado entre los que se observaron una actuación de mucho más merito y pulcritud en la ejecución de las suertes que el día anterior. Una pena que falló en reiteradas ocasiones con los aceros le haya dejado sin premio alguno. Por cierto labor que brindaría Francisco Javier al subalterno merideño Francisco “Chico” Paredes

En lidia ordinaria vendría abrir cartel el diestro extremeño Alejandro Talavante, quien ha pechado con un lote de toros que le han dejado estar toda la función a gusto. Lo manifiesto en su primero, animal el cual en los primeros tercios marcaria tendencia a cortar viaje, frenarse en las telas y en especial no augurarse nada interesante. Pero este cambiaria tras el buen tercio de varas y rehiletes que se prodigó la cuadrilla, para luego en la muleta poco a poco Talavante ir enseñando a embestir al galimatías que representaba «Manolo» ante la pañosa. La templanza, firmeza y sitio de un torero elite, dejó constancia la gran diferencia con respecto a los demás, a tal punto de meter en el engaño y hacerlo ver mejor de lo que en realidad era. Para eso estaba la mente fría y calculadora de un Alejandro variado e improvisador en series ninguna igual a otra, sobre todo por naturales, donde tomó ribetes superiores. El espadazo, entero, ligeramente desprendido, para la concesión un tanto generosa de las dos orejas.

De nuevo repetiría actitud y disposición Talavante ante «Gladiador», otro juanbernardo que de toriles no mostraba claridad en sus embestidas. Pero para ello tenia enfrente un torero con la capacidad de entenderle y ofrecerle lo que requería, eso mismo que hace la diferencia entre lo ordinario y lo excelso, como esos toques y altura en el manejo de los engaños, distancias y repertorio, detalles muchas veces baladí para el aficionado común. La ración de espada, tres cuartos tendidos, suficientes para de nuevo el corte de las dos orejas ante la petición del soberano, a lo que el palco no puso objeción alguna. Era la última tarde y había que “botar la casa por la ventana” el lema.

Papeleta nada fácil para un torero curtido y con las tablas requeridas para un cartel como este, como lo demostró Jesús Enrique “Colombo”. Frente a «Chiflado» se ha tenido que jugar el tipo el espada taribense ante la embestida bravucona e incierta del toro tras el lucido tercio de banderillas que ofrecería, clavando de manera precisa y milimétrica en todo lo alto. La faena estaba embalada al éxito, desde el inicio de labor, frente a las geniudas y encastados viajes del burel, por ambos pitones, como una locomotora, requiriendo una muleta firme y poderosa para hacerse presente. Emoción y tensión en cada tanda, que mantuvo en vilo la atención de quienes palpamos el tranco del toro con edad y seriedad más que evidente. Los tres cuartos de espada en lo alto mandaron a las mulillas al dije y para “Colombo” una de las orejas más justificadas de las varias que ha cortado este año por ruedos nacionales.

No tendría opciones con el complicado y peligroso segundo del lote, «Joyero», el cual no dejo estar a gusto a Jesús Enrique desde su misma salida de toriles, otro toro que vendería cara su vida en el ruedo como lo dejó manifiesto en las arrancadas y viajes vencidos por ambos pitones. Un toro de peligro sordo el cual justificó más de la cuenta “Colombo” cuando otros hubiesen abreviado sin discusión alguna. Se le silenció tras despenarlo de estocada caída, para solicitar el sobrero, animal que desentonaba del lote lidiado en cuanto a presencia, e incluso en las nobles pero endebles embestidas que hizo de Jesús Enrique sacara relucir todo su repertorio en aras de conquistar la oreja que le permitiera la salida en hombros. Se afanó por ambos pitones, con hambre y ambición de triunfo, frente a la entrega incondicional de gran parte de los aficionados. El espadazo ligeramente tendido en buen sitio fue motivo para que el toro al doblar se le cortara una oreja, en tarde donde justificó con creces el porqué es nuestra principal carta como torero en plazas nacionales.

Lo de Marco Pérez ha sido llegar y besar el santo ante la entrega maternal de la afición emeritense. Nunca había visto tanta efervescencia por torero alguno en esta plaza como la recibida por el menudo diestro salmantino desde su recibo con el percal en templadas verónicas del tercio a los medios, llevando a placer las nobles y pastueñas embestidas de un gran utrero como lo sería el castaño tostado que llevó por nombre «Aplicado». A placer literalmente se dispendió Marco Pérez con este extraordinario utrero, por ambos pitones, componiendo la figura en cada muletazo, que tanto por la diestra como por la zocata dejaría impresa el imberbe púber, al que se le arroparía al culminar cada serie una ovación de pie de toda la plaza, imantada a las cualidades de un torero que supo de la misma forma entender al pie de la letra las bondades del morlaco. Ni siquiera le dejarían perfilarse para intentar la suerte suprema, pues ipso facto, Usía sacaría el pañuelo naranja del indulto, ante el trasteo de la feria más completo e impoluto de cuantos vimos a lo largo del corto serial de este año. La vuelta al ruedo apoteósica fue de clamor e impresión de quienes no conocían las condiciones de un torero que esta llamado a ser alguien en esto si el utrero y el toro luego, le respeta.

Su actuación de cierre fue otro recital de inteligencia y capacidad lidiadora. De capote en sus genuflexas verónicas para luego en el entrega inicio de largo cambiando el viaje por la espalda, nuevamente colocaron en vereda a toda la plaza, esa misma que coreó con pasión y denostada pasión series de seis y siete muletazos, con pases de todas las marcas. Vamos, que parecía que estuviera en el patio de su casa jugando al toro, en esta ocasión ante otro utrero destacado, pero sin la clase ni el tranco del anterior. El remate de labor vino adornada por una manoletinas ceñidísimas, cenit más que justificado para que de nuevo y de manera apresurada el presidente del festejo asomara otra vez el pañuelo naranja y de esta manera se indultara al novillo, algo inédito en esta plaza, que torero alguno debutando se le fuera sus astados al corral por la vía de los indultos, como en el caso de Marco Pérez.

Asi culmina una feria con grandes hechos como otros a denunciar, propios de una fiesta es la polémica, caldo de interés para la discusión que es a final de cuenta la esencia de una pasión cuyo protagonistas al final y al cabo con el toro y el torero.

FICHA DEL FESTEJO

Plaza de Toros Monumental “Román Eduardo Sandia” de Merida

Lunes 12 de febrero de 2024. III corrida de feria

Con poco más de media plaza (aproximadamente 9 mil personas), en tarde soleada, se han lidiado reses del hierro colombiano de JUAN BERNARDO CAICEDO, en su conjunto bien presentados, nobles en distinto grados, bravucones en el caballo, que se vinieron arriba en los engaños, destacando el recorrido de los novillos corridos en 4º y 7º lugar, ambos indultados con matices, que llevaron por nombre «Aplicado» Nº 460 de 400 kilos e «Ilusionista» Nº 363 de 340 kilos. Para rejones se corrió un toro de EL PRADO (1º), con tranco y celo a la grupa. De sobrero de regalo se lidió un toro de RANCHO GRANDE (8º), noble pero a menos.

Pesos: 450, 447, 480, 400, 464, 457, 340 y 432 kilos.

FRANCISCO JAVIER RODRÍGUEZ (A la usanza campera): Palmas tras aviso.

ALEJANDRO TALAVANTE  (Burdeos y oro con remates blancos): Dos orejas en ambos toros.

JESÚS ENRIQUE “COLOMBO” (Gris plomo y oro, con cabos blancos): Una oreja, palmas y una oreja en el sobrero de regalo.

MARCO PÉREZ (Celeste y oro, con cabos blancos): Dos orejas simbólicas en ambos toros.

Incidencias: Entre las cuadrillas destacaron la vara de William Hidalgo “El Llanerito”, y en la brega Mauro David Pereira, Gerson Guerrero, además en banderillas Francisco “Chico” Paredes. *** Presidió festejo el Dr. Frank Castillo Salazar, quien nuevamente ejerció autoridad con “manga ancha”. *** Actuaria como único sobresaliente del festejo el novillero emeritense Carlos Sulbarán.