Javier Fernández-Caballero / Fotogalería: Luis Sánchez Olmedo
Regresaba tras cuatro años de ausencia Morante de la Puebla a Madrid este martes, 12 de octubre, en un festejo en el que se lidiaban los toros de Alcurrucén en Las Ventas. López Simón y Ginés Marín completaban el cartel.
La gracia de Morante inunda la catedral: magistral obra y oreja al abreplaza
Tuvo Morante arrebato para soplarle cuatro verónicas de más voluntad que pulcritud al saltito incómodo que pegaba a mitad de viaje el primero de los Lozano. Y gracia hasta para coger la esclavina del mismo centro para acercar al funo al jaco. Y esperar el quite: gracia para citar, gracia para embeber y gracia para vaciar el viaje del animal con su capote. Y gracia para llevar al castaño como Joselito hace un siglo: galleando con el envés hacia el caballo de Cruz el noble tranco del toro manchego. Por gaoneras la respuesta de un Simón a punto de ser prendido. Y el universo en su montera: la que lanzó por la espalda a su ayuda tras pedir preceptivo permiso. Y a torear: a ayudar al dulcecito de Alcurrucėn para reventar Madrid en el inicio de obra más rotundo de la era post Covid en esta plaza. Y tras ello, a honrar a Chenel: pronto y en la mano decía el maestro y en tres series de riñones al aire y con el empaque como dogma siguió predicando el toreo con mayúsculas. Hasta que el burel le duró. No tiró de una porfía que no es su homilía sino de esa misma gracia en recursos como el molinete al natural final… y el deleite por ese lado. Una delicia. Y la estocada -un dedo tan sólo baja- para pasearle la oreja.
López Simón tira de garra tras una espeluznante cogida ante el orientado segundo
Con dos pitones astifinos pero escurrido de atrás era el Ferretero segundo, que tras las voluntariosas verónicas de López Simón no quería caballo. Enorme José Chacón en la lidia ante un toro que no se lo puso fácil a los de plata y que, tras el brindis al tendido, propinó una feísima cogida a López Simón en el primero de los estatuarios en el centro del anillo: el toro lo zarandeó en segundos de auténtica angustia. Lo tuvo medio minuto entre los pitones que se hicieron eternos en la plaza. Por fortuna, se repuso y, aun magullado, volvió a la cara del toro para proseguir la faena. De uno en uno tuvo que arrancarle a un orientado animal los muletazos, tirando de garra ante el orientado animal, pero los enganchones del epílogo muleteril deshicieron todo. La estocada, eso sí, fue de libro. Ovación.
Morante y Ginés explotan en quites ante la clase sin vida de un tercero que se le apagó a Marín
De dulce las verónicas de Ginés Marín al bonito melocotón tercero, al que le sopló una media mirando al tendido. Y quiso hacer latir a la plaza Ginés en las dos verónicas y la media que le sopló al tori antes de la segunda vara. Y sintió -el verbo más buscado y a la vez más esquivo en el toreo- que le ardían las tripas por dentro cuando le respondió Morante con la chicuelina lenta por él explicada. Le ardió la barriga al torero para replicar por el mismo palo con tafalleras de añadidura, la bragueta expuesta y un desplante con el capote en terrenos de franela tras la larga cordobesa de cierre. El universo a sus pies. No sintió -ni tuvieron efecto- los dos muletazos de hinojos que le arrebató al toro en el prólogo muleteril, ni tampoco el intento de trincherazo antes de que se cayese el funo, mas sí cuando le plantó la muleta a diestras, siempre la tela puesta para excavar en la calidad que crían los Montes de Toledo. Pero no tenía vida la clase del toro, y la magia no apareció bajo la voluntad de Ginés por ello. La estocada, algo trasera pero efectiva. Ovación.
Morante se estrella contra el imposible cuarto
Manso de salida el cuarto, al que puso empeño Juan José Trujillo en que fuese al caballo, al que entró a regañadientes. Lo esperó Morante por si rompía en la muleta, pero no hubo modo. Rascó varios instantes parcos a diestras y lo pinchó en una ocasión, dejó una media que escupió y una casi entera a la tercera entrada. Silencio.
Media docena de series meramente correctas de López Simón ante un quinto con virtudes
Desordenadas las verónicas de López Simón al quinto, que llevó dos varas en su sitio y por el que debieron desmonterarse sus hombres de plata tras una lidia de arrestos a un animal sin fijeza. No conectó Simón con un toro noble y de viaje sin maldad, al que había que imponerse en el trazo y llevarlo muy toreado. Se sucedieron las series sin que éstas dijesen nada. Cuando se le fue apagando el animal, tiró de toreo en cercanías. Mató de estocada entera. Silencio.
Ginés se rompe al natural y abre la Puerta Grande en el sexto
Muy suelto y frío, haciendo honor a su encaste, el largo y serio sexto. Toro que puso en aprieto a los hombres de plata en banderillas. En terrenos del tercio dejó una prmera serie de buen trazo a diestras s un humillador animal al que le repitió por el mismo lado en la segunda en redondo. Animal enrazado, con humillación y con recorrido por el lado izquierdo, por donde vació con humillado trazo e hizo crujir a la plaza. También a diestras hizo vibrar por su despaciosidad en el trazo. Enorme Ginés. Y el final, una apoteosis antes de la estocada entera y las dos orejas.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Las Ventas. Última de la Feria de Otoño. Corrida de toros. Lleno de No Hay Billetes en el aforo permitido en septiembre.
Toros de Alcurrucén. De noble y enclasado tranco el del buen primero; a regañadientes la embestida de un orientado segundo; con clase pero sin vida el apagado tercero; manso y a menos el deslucido cuarto; noble y sin maldad un quinto a menos; enrazado y humillador el gran sexto.
Morante de la Puebla, oreja y silencio.
López Simón, ovación y silencio.
Ginés Marín, ovación y dos orejas.
Puerta grande para Ginés Marín, que revienta Madrid con una faena de cante grande por naturales cortando las dos orejas al mejor toro de Alcurrucén. Morante, con oreja en su primero, se reencuentra con Las Ventas en tarde que refrenda su histórica temporada pic.twitter.com/BKqGQt3dsP
— Toros (@toros) October 12, 2021