Javier Espada / Fotogalería: Eusebio Sánchez
Emilio Silvera, José Rojo y Miguel Zazo eran los encargados, este domingo, de abrir la Feria del Alfarero de Oro de Villaseca de la Sagra en un festejo en el que se lidiaban serios animales de Cebada Gago. Antes de romper el paseíllo, la afición tributó una sonora ovación a la organización del certamen y a su alcalde, Jesús Hijosa, por seguir adelante con el icono de novilladas a pesar de las tensiones que han puesto en en el alambre su celebración en las últimas horas.
Emilio Silvera, silenciado con un primero que no terminó de romper
El serio primero recibió un puyazo casi al relance y acortó en banderillas. Corto se quedó en las primeras series el de Cebada, había que perderle pasos y llegarle mucho con las telas para que metiera la cara con cierta calidad. Mejoró en su embestida el animal sobre todo en las últimas tandas, destacando una al natural que tuvo calidad. Cerró también por naturales a pies juntos y no estuvo acertado con el uso de los aceros.
El pundonor de José Rojo pasea una oreja de un segundo de vuelta al ruedo
Dos buenos puyazos recetó Pastelito al segundo, en el primero enganchó en el sitio para después aguantar y en el segundo se lo dejó José Rojo en los medios para que se arrancara, resultando un vistoso tercio de varas.
Genuflexo, doblándose y en el tercio inició faena José Rojo a un novillo que tuvo calidad ya en los primeros tercios. Quería cogerla por abajo, aunque estaba muy justito de fuerzas, tenía prontitud y colocaba bien la cara. Tuvo que encontrar el novillero las alturas que pedían las fuerzas del animal en una faena que tuvo buenos pasajes en la primera parte, pero que perdió fuelle al final. Abrochó la faena por manoletinas antes de irse a por la espada. Se tiró a por todas y se vivió un momento angustioso cuando el astado lo mantuvo en vilo, con el novillero agarrado al pitón.
Miguel Zazo, vuelta al ruedo con un rajado tercero al que le roba la faena en tablas
Fue incierto de salida el tercer Cebada, menos serio que sus hermanos anteriores. El tercio de banderillas que se marcó José Otero fue de poner a la plaza en pie, clavando dos pares en la cara, con exposición máxima y saludando una ovación de gala. En la pañosa, Miguel Zazo tuvo que mantener en las telas a un astado que se quería ir. Tapó las salidas, lo empapó de muleta y cuajó series en las que bajó la mano por el pitón derecho. Se le terminó rajando del todo y se puso con él en tablas, recurriendo ya a la tauromaquia de terrenos de cercanías, sin moverse del sitio. Cerró una faena que se le fue de tiempos por luquesinas y se tiró a matar con verdad para cobrar una estocada caída. Vuelta al ruedo tras petición.
Emilio Silvera, silenciado con el complicado cuarto
A la verónica pudo estirarse Emilio Silvera en el cuarto, novillo astifino y serio de Cebada. Tras un tercio de varas poco acertado, quitó José Rojo por chicuelinas, con más predisposición que lucidez. En la muleta, propuso una faena el novillero onubense Silvera sobre todo por el derecho. Embistió con buen son, pero requería que lo llevaran hasta el final y se descomponía cuando tocaba la franela. Se la tocó varias veces en el inicio y desarrolló sentido el de Cebada, complicándose cada vez más. No terminó de llegar el ajuste entre novillo y novillero. Se tiró con mucha determinación y la espada cayó trasera. Silencio.
Un gran José Rojo cuaja al quinto y abre la puerta grande
Se le castigó demasiado al quinto en el caballo, entrando dos veces al relance los dos puyazos que recibió. Junto a tablas, obligando por abajo, abrió su obra el novillero José Rojo. Muy seguro de sí mismo se mostró en una faena en la que tuvo sostener la escasa fuerza del novillo, y además torear, quedándose en el sitio. Se gustó acompañando los muletazos hasta el final, rematando por abajo y pisando terrenos comprometidos. Destacó la expresividad, toreando con todo el cuerpo por el derecho a los sones de la maravillosa «Concha Flamenca». La estocada por sí sola valió una oreja, se tiró a matar o morir y cobró un gran espadazo en todo lo alto.
Miguel Zazo, atascado con los aceros tras una faena que no terminó de romper en el sexto
Aplaudido de presentación fue el serio cierraplaza, que fue pronto ya en los capotes. En la muleta, le acortó las distancias Miguel Zazo a un novillo que pedía más sitio, que se arrancaba obediente, aunque con poca transmisión. El trasteo perdió emoción en los compases finales. Cerró la faena por manoletinas y se atascó con la espada.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Villaseca de la Sagra, Toledo. Primera del Alfarero de Oro. Lleno en el aforo permitido.
Novillos de Cebada Gago.
Emilio Silvera, silencio y silencio.
José Rojo, oreja y oreja.
Miguel Zazo, vuelta y silencio.