TEXTO: JESÚS CID
Un encierro de El Pilar y Juan Pedro Domecq esperaba en los chiqueros de la plaza de toros de Cáceres para la última de su feria taurina. Una corrida que daba comienzo a las siete y media de la tarde, festejo donde trenzaban el paseíllo Antonio Ferrera, Andrés Roca Rey y Ginés Marín.
Gran tarde de toros la vivida hoy en Cáceres, donde, pese a una corrida justa de presentación, varios toros se prestaron al lucimiento y los tres matadores cruzaron la Puerta Grande. Lo de Antonio Ferrera fue punto y aparte: muy metido en su tarde, inspirado, variado y rabioso por alcanzar el triunfo, logró los máximos trofeos con una entrega desbordante y una tauromaquia rebosante de gusto, pasión y torería. Roca Rey, con el lote menos propicio, refrendó su condición de figura con un toreo asentado, sin necesidad de recurrir a sus recursos más populistas. Por su parte, Ginés Marín firmó una auténtica lección de técnica y conocimiento, especialmente en su segundo toro, donde mostró una madurez rotunda. En definitiva, una tarde que dignifica la fiesta y que alimenta la afición, aunque con la advertencia de que la presentación del ganado debe cuidarse más en una plaza con tanto poso como la de Cáceres.
Ferrera pasea las dos orejas del primero
Con el primero del Pilar, «Potrico» n.º 113, colorado y con 492 kilos, Antonio Ferrera firmó una obra de altos vuelos. Lo saludó con elegancia por delantales y verónicas antes de que el astado se apretara con bravura en el caballo de Jesús Vicente. Respondió el matador con un quite vibrante por chicuelinas, y aunque Miguelín Murillo se preparaba para banderillear, la plaza clamó por Ferrera, que respondió con un tercio espectacular que puso al público en pie. Comenzó la faena de muleta ante un toro que repetía con codicia y nobleza; por el izquierdo le costó más, pero por el derecho bordó el toreo, con series templadas y de trazo largo, incluso toreando con la diestra sin ayuda. Mató de un espadazo en todo lo alto y el toro rodó sin puntilla. Las dos orejas fueron el justo premio a una actuación rotunda.
El palco deja en una oreja la templada faena de Roca Rey al segundo
Con “Quitasol”, número 90, negro burraco y terciado, de 490 kg, de El Pilar, Roca Rey cuajó una faena de inteligencia y temple. Lo saludó con gusto a la verónica, rematando con una media de cartel. Tras un puyazo fuerte y breve paso por el caballo, se lucieron en banderillas Chacón y Algaba. El toro, justo de fuerzas, fue entendido a la perfección por el peruano, que lo midió desde el inicio. La faena rompió por el pitón izquierdo, donde el temple de Roca sacó lo mejor del astado. Con las distancias acortadas, desplegó su repertorio de pases cambiados por la espalda, encendiendo los tendidos. Mató de una gran estocada en la suerte contraria y el toro cayó sin puntilla. Paseó una oreja con fuerte petición de la segunda.
Ginés puntúa en el tercero
Tercer toro de la tarde, “Zolocho”, número 162 y 435 kg, de la ganadería de J. P. Domecq, fue protestado de salida por su escaso cuajo. Ginés lo saludó rodilla en tierra con verónicas templadas, rematadas con ceñidas chicuelinas y una larga de cartel. Bien medido en varas por Ignacio Rodríguez, y con un quite variado de Ginés Marín que animó los tendidos. El torero brindó a Luis Reina antes de iniciar la faena de muleta de hinojos, en la que intercaló una arrucina vibrante. Zolocho se abría en cada muletazo pero mostró querencia a las tablas desde temprano, lo que no impidió que Ginés, muy entregado, le buscara con inteligencia y valor en los terrenos más comprometidos. El público agradeció el esfuerzo y, tras una gran estocada con el toro literalmente pegado a las barreras, se le concedió una oreja de peso.
Ferrera desoreja al cuarto tras una faena de acusada personalidad
Cuarto de la tarde, “Alconchado”, número 39, castaño, con 511 kg, de la ganadería de J.P. Domecq. Toro serio y con presencia, aunque sin brío de salida, lo que impidió el lucimiento inicial de Antonio Ferrera. Borja Lorente firmó un gran puyazo, y el matador lo sacó del caballo galleando por la espalda, gesto torero que caló hondo. El público, encendido, pidió que Ferrera pusiera banderillas, y el extremeño formó un auténtico alboroto con los rehiletes. El toro, con poder y emoción, fue perfectamente entendido y administrado en una faena de altos vuelos, templada, honda y sentida. Gran toro de Juan Pedro, y una actuación de Ferrera cargada de inspiración y torería. Sonó una saeta, y al rematar por molinetes, la plaza estalló en un clamor. ¡Otra saeta! El ambiente, de manicomio. «¡Torero, torero!», gritaban los tendidos tras una estocada al encuentro y a paso de banderillero. Dos orejas de ley para una tarde que ya es recuerdo.
La autoridad de Roca le vale una oreja del quinto
Quinto toro, de nombre “Trotero”, número 41, negro meano, con 466 kg, de Juan Pedro Domecq. Roca Rey lo recibe con verónicas reposadas y bien talonadas, templando la embestida del de Domecq. El toro aprieta con fijeza en el caballo y se cambia con un único puyazo. Destacadísimo el tercio de banderillas, con un inspirado Viruta que se gana la ovación unánime y es obligado a saludar montera en mano. Muy centrado Roca Rey en la muleta, firme y dominador, bajándole la mano y llevándolo largo por el derecho. Por el izquierdo, el toro reduce el recorrido, y el peruano opta por las luquesinas al hilo de las tablas para mantener la intensidad. Gran estocada en lo alto y el toro cae sin puntilla, literalmente muerto de la mano. Una oreja con fuerte petición de la segunda en una faena de autoridad y temple.
Ginés Marín se gana la puerta grande con la oreja del sexto
Cerró plaza “Cigarrón”, número 63, castaño, con 535 kg, de El Pilar, el toro de presentación más seria del encierro. Se quedó corto de salida en el capote, y cumplió sin más bajo la puya de Guillermo Marín, que administró un único puyazo como fue tónica de la tarde. Víctor del Pozo dejó un buen par de banderillas antes de que el ruedo, sumido ya en sombras, dificultara aún más la lidia. Con luz artificial escasa, el toro rompió en la muleta, abriéndose más y exigiendo firmeza. Ginés Marín, técnicamente impecable, se mostró clarividente, templando con precisión y llevando al de El Pilar a más, especialmente por un pitón izquierdo por donde el toro llegó a hacer el avión. Estocada casi entera y una oreja que puso broche a un festejo de tono creciente.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Cáceres. Segunda, y última, de la Feria de San Fernando. Corrida de toros. Lleno de ‘No hay localidades’.
Toros de El Pilar (1º-2º-6º) y Juan Pedro Domecq (3º-4º-5º).
Antonio Ferrera, de grana y oro: Dos orejas y dos orejas
Andrés Roca Rey, de grana y oro: Oreja tras petición y oreja
Ginés Marín, de teja y oro: Oreja y oreja
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FOTOGALERÍA: JAIME BRAVO