«El toro me encantaba en hechuras, pero luego no ha tenido transmisiójn, y por delante venía por dentro, te regateaba mucho con la cara y ni siquiera mostraba el peligro que tenía», aseguraba Ernesto Javier Calita.
«Uno venía con la ilusión de otra cosa, pero dicen que cuando no puede ser… Creo que he estado dispuesto con el toro y lo único que no me ha gustado es el sitio donde cayó la espada, pero esto es así», sentenciaba.