Prefiero una canción de The Beatles de 2
minutos a un merengue de 8 sin ton ni son. «Lo bueno si breve, dos veces
bueno”.
Se lidiaron 8 toros de la a esta hora extinta
ganadería de La Carolina, muy bien presentados pero dispares en juego. Para
destacar la pelea en el caballo del segundo quien debió haber sido primero y el
séptimo que también permitió el protagonismo del picador.
Alejandro Talavante quien fue el único que hizo el
paseíllo montera en mano venía precedido de una expectación grande por lo que todos
suponíamos iba a hacer. No fue sino salir Reportero y el español dejó en los
primeros lances auténticas pinceladas alternando entre delantales, ceñidas
chicuelinas y unas personalísimas tafalleras que hacían pensar que la larga
tarde que quedaba por delante iba a estar cargada de detalles. De ese
esperanzador inicio pasamos a una dura realidad, reportero no quiso saber nada
más de lo que allí pasaba y le dejaba toda la responsabilidad al que iba
vestido de torero por salvar ese inicio, situación que fue bien solventada y a
base de mando y conocimiento pudo arrancar meritorias tandas de un noble pero
reservón toro que tenía las embestidas contadas, el mal uso del acero privó
algún premio que fue cambiado por un aviso que bajó desde la presidencia. En su
segundo se vio un Talavante descompuesto, un Talavante que evidentemente tenía
afán, hubo quien se molestara en el tendido por saber que el primer turno en el
cartel era porque había la necesidad de no perder una conexión con México, todo
se hizo con prisas, estoy seguro que usted también está pensando en la famosa
frase de Juncal, pero también estoy
seguro que usted tampoco piensa que Talavante sea un ladrón, ni mucho menos un
mal torero. Con todo esto y entre las ganas de gustar y de triunfar, también
había cierta sensación de acabar con todo rápido… sonaron 3 avisos que le
decían al español que Altanero debía ser apuntillado en los corrales y él podía
ir tranquilo a buscar su vuelo.
El mérito de un torero colombiano «enfrentado”
a tres figuras es inmenso, si a eso le sumamos que la materia prima no fue
suficientemente buena estamos pensando de un torero de trámite, esos de los que
irrespetuosamente algunos dicen «en ese voy al baño”. Sebastián Vargas demostró y mostró su carné de torero. Lo que hizo
hoy en la macarena es de un mérito infinito y que fue menospreciado por una
presidencia que jamás ordenó poner música en faenas de mando, de lidiador, de
arrancar muletazos con inteligencia y con ganas con Carmelo y con Zorrillo el
cucuteño literalmente se jugó la vida, con verdad, con franqueza, con lealtad
al aficionado que pagó una entrada, hubo destemplados gritos de toro que no
hicieron mella en el torero colombiano que supo solventar una dura papeleta y
que de manera abierta mandó un mensaje que no sólo está ahí para abrir tardes a
figuras, que puede y tiene con qué estar a la altura del compromiso, que aunque
no es presidente si tiene mando.
El tercer turno fue para un viejísimo y
queridísimo torero de la afición paisa, Sebastián
Castella quien defiende su título como triunfador de la temporada tuvo que
enfrentarse en primer lugar con Echador, un particular toro venido de la
Carolina que todo lo quería por la izquierda y al que pareció que la derecha le
diera asco, nobles animales que todo lo entienden. De salida con el capote ya
mostraba esa tendencia, y con la muleta lo pudimos confirmar todos, empezando
por el francés que todo lo hizo a la «siniestra” de dios padre. 2 pinchazos,
con susto incluido y palmas para un torero querido y respetado por la afición.
En su segundo turno, séptimo de la noche Castella fue todo poder y raza,
pareció como si sirviente se hubiera vaciado en el caballo, la pelea con el
picador fue de toro bravo y encastado, pero hasta ahí, todo después fue un
recital de mando y poder, de cómo se lidia un toro que no quiere pasar, de qué
es un arrimón con verdad y con valor seco, un pinchazo y una certera estocada
hicieron salir los pañuelos pidiendo un merecido premio que nunca concedieron,
siendo cambiado por una clamorosa vuelta al ruedo entre el grito de «pícaro
pícaro” al usía.
Miguel
Ángel Perera defiende
este año la camiseta de líder, en 2014 se ganó ese puesto a pulso, vino a Medellín
a agradar y así lo hizo en el primero a Flechero desde que lo recibió con el
capote ya le estaba cuidando, lo estaba llevando con mimo y algo en él veía que
lo hizo hacer todo con precisión quirúrgica. Una vez muleta en mano, el
extremeño tiró de todo lo que sabe para regalarle una faena bien hecha, con
variedad, con más adornos que series, pero que al final fue merecedora de la
única oreja de la tarde. Con su segundo no hubo opción de nada, sólo las ganas y la demostración de querer
hacer las cosas sombrito, el último toro que salió por una puerta de toriles de
La Carolina no tenía nada por dentro y entre las ganas del que iba vestido de
oro y la negligencia del de las patas negras dimos por terminada a una larga
noche.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Medellín. Feria de la Macarena. Corrida de toros.
Toros de La Carolina: 1º soso; 2º con cierta mansedumbre pero enrazado; 3º a menos en faena; 4º enrazado, a más; 5º soso, desplomado;
Alejandro Talavante, palmas y pitos tras tres avisos.
Sebastián Vargas, ovación y silencio.
Sebastián Castella, ovación y vuelta.
Miguel Ángel Perera, oreja y palmas.