MADRID

Colombo no pasa ni una


domingo 9 julio, 2017

Oreja al ralentí del Venezolano con una gran novillada de Fernando Peña con la que no se terminaron de entender Santana Claros y Daniel Crespo

Oreja al ralentí del Venezolano con una gran novillada de Fernando Peña con la que no se terminaron de entender Santana Claros y Daniel Crespo

MARCO A. HIERRO / FOTOGALERÍA:
LUIS SÁNCHEZ-OLMEDO

Santana Claros, Daniel Crespo y Jesús Enrique Colombo hacían
el paseíllo en la tarde de este domingo en la plaza de toros de Madrid para la
segunda novillada picada del mes de julio en la capital. Se lidiaban novillos
de Fernando Peña.

Muy bruto salió el primer novillo, rematado de morillo, amplio de caja y humillado solo en el embroque, impidiendo el brillo con la capa de Santana Claros. Y anduvo desconfiadete y con el toque fuerte a la exigente humillación de un toro que se le vino por dentro para pegarle un susto. Fue entonces cuando espabiló el malagueño, que le dejó la mejor serie por el pitón derecho justo después. Un pinchazo y una gran estocada no le permitieron pasar del silencio. 
 
Cornidelantero y agresivo era el segundo, que humilló con cierto ritmo y se abrió en el capote de Daniel Crespo para que brillase a la verónica, casi durmiendo la embestida con tremenda parsimonia. Respondió el animal en la muleta como ya había anunciado en el caballo: con fijeza y entrega, y la cara colocada cuando le dieron gobierno. Serio en todo el animal, solo en algunas series supo exprimirlo Crespo, al que le costó mucho cogerle la distancia y el pulso. Le faltó redondez a un trasteo que tuvo momentos interesantes. Mató de una estocada y escuchó silencio. 
El castaño tercero salió más desentendido del capote de Colombo, que sólo consiguió brillar en un quite por chicuelinas que respondió Santana Claros con otro a la verónica y larga cordobesa de remate. Tuvo exposición el tercio de banderillas del venezolano, con un par por los adentros muy en la cara y otro de dentro a fuera de muchos quilates. Como la brega de Marco Galán: sensacional. Gobernó el inicio por abajo Colombo para desmayarse luego en el muletazos a diestras con el pico abajo y el peso descargado sobre los riñones, pero perdió el empuje el novillo al notarse sometido y se fue parando hasta que tuvo que matarlo dejando solo pinceladas de su superioridad. Lo reventó de una estocada, pero lo levantó el puntillo y en palmas quedó el trasteo.
El cuarto metió la cara con calidad en el capote de Santana, pero le faltó ritmo para que redondease el chaval los apuntes de gusto. Menos fijeza tuvo en el caballo, más vulgar que sus hermanos. Con la muleta se benefició Santana de la calidad del de Fernando Peña, pero lo violentó en exceso con los toques fuertes cuando demandaba el novillo más sutilidad en los cites. Tiene bello el trazo del natural el malagueño, pero aún se le nota verde para componer el conjunto. Al final terminó aplomándose el utrero sin haberse conjugado con el chaval. Pinchó y escuchó silencio tras aviso. 
 
El quinto era un toro de cualquier plaza y le sacó humillación a Crespo en el saludo inconcluso por rajarle el capote. Brilló Colombo en el quite por faroles, muy comprometido en los embroques. Con la muleta anduvo solvente Crespo, con firmeza de planta y facilidad en el trazo, pero con poca conexión con el tendido y poco entendimiento con la condición pasador a y manejable del castaño. Mal con la espada, escuchó silencio tras aviso. 

Bien presentado estaba el sexto también, que quiso recorrer toda la plaza hasta que se fue Colombo a los medios a soplarle chicuelinas de mucho compromiso y compás abierto con quietud. Más vulgarón fue el tercio de varas, antes de que quitase, también por chicuelinas, Santana Claros. En banderillas brilló Colombo clavando en la cara como es difícil ver hoy en día. Mucha exposición tuvo el segundo par, pegado a tablas. Fulgurante fue el comienzo, de rodillas en los medios para torear el buen tranco y la clase del buen utrero. Distancia le dio después de un largo paseo, haciendo gala de un perfecto conocimiento de la lidia. Una pena que no mantuviese el animal la entrega por su falta de fuerza, porque supo conducir el venezolano la clase en naturales de primor. Deslució el trasteo la continua pérdida de manos del animal, que se lastimó por exceso de entrega en el inicio de faena. Aún así, caló el parsimonioso y ralentizado toreo de Colombo en el tendido de Madrid. Se gustó Colombo en el ralentí de zurdas y le pegó un cañonazo con la espada que bastó para pasear la oreja. 

FICHA DEL FESTEJO

Plaza de toros de Las Ventas. Novillada con picadores
estival. Un cuarto de plaza.

Seis novillos de Fernando
Peña,  bruto pero con fondo el exigente primero, humillado y con clase y raza el exigente y temperamental segundo, de calidad sin fuelle el desfondado tercero, repetidor y manejable el castaño quinto, 

Santana Claros, silencio y silencio. 

Daniel Crespo, silencio y silencio. 

Jesús Enrique
Colombo, palmas y oreja.