Sevilla abría sus puertas para la quinta de abono, festejo en el que estaban anunciados David Fandila ‘El Fandi’, David Galván y Ginés Marín con toros de Alcurrucén. Una corrida en tipo y con toros que permitieron un triunfo que no llegó por varias circunstancias: Mal uso del descabello, justeza de raza de algunos de los animales o falta de entendimiento con estos. El animal de la tarde, y lo que llevamos de Feria, se lo llevó El Fandi en cuarto lugar un ejemplar de excelsa clase que el granadino no alcanzó a someter en su muleta. Galván perdió la oreja de su primero tras una labor de gran inteligencia ante un toro que tuvo nobleza pero al que le faltó raza para empujar por abajo. Su faena al quinto, sin ser rotunda, demostró su gran oficio pese a volver a pasar un quinario con el descabello. Marín tuvo en sus manos el otro toro de clase de la corrida, un ejemplar que pecó de sosería. El sexto únicamente le dejó justificarse.
Silenciado El Fandi con el noble pero venido a menos primero

Abanto salió el primero de la tarde, un astado de Alcurrucén que acometió a media altura en el capote del granadino. Se empleó más y mejor en el primero de los dos puyazos antes de acometer a media altura al simplón quite de Fandila. No corrigió ese defecto cuando Galván tomó la capa para cincelar otro quite por chicuelinas que tuvo su cenit en la larga final. Aprovechó David la movilidad del animal para dejar un aseado tercio de banderillas antes de tomar la muleta. Buscó el granadino aprovechar la inercia de un primero de desigual embestida, un animal al que le fue apretando poco a poco hasta sacar una serie más mandona con el toro respondiendo por abajo. Pero todo fue un espejismo. A zurdas le faltó emplearse y salirse de los vuelos, acortando el viaje y apretando por dentro. Faena correcta pero sin apreturas de un espada que vio como el toro se acababa parando tras no aprovechar el granadino las virtudes del astado. Tras un pinchazo enterró el acero su labor fue silenciada.
Galván se deja con el descabello una oreja de peso en el segundo

Meció templadamente el capote Galván en su saludo al segundo, otro toro de la divisa manchega que salió suelto y al que le costó humillar. Poco castigo se le infligió en un tercio de varas donde llegó a derribar al piquero al coger al jaco por los pechos. Torero fue el inicio de faena del gaditano templando la embestida con varios muletazos al ralentí. Aprovechó la inercia del toro para dejar muletazos donde siembre buscó pivotar la embestida de este en su cintura pese a salir el toro desentendido. El cambio de mano y el posterior pase de pecho -de pitón a rabo- fueron una delicia. Le puso expresión y alma a todo lo que hizo, dejando pasajes de gran cadencia ante un astado que pese a no humillar en exceso si tuvo calidad y buen embroque. Pulseó la embestida del astado para cincelar una obra eminentemente derechista que gustó por su expresión y frescura pese a faltarle un punto de ajuste. Su tanda al natural acariciando al toro, y un torerísmo final con varios pases de la firma caldearon nuevamente a unos tendidos que vivieron con pasión la faena del gaditano. Labor llena de naturalidad y cadencia de un espada que marró su triunfo tras fallar con el verduguillo. Sonó un aviso y saludó una cerrada ovación desde el tercio ante un toro con muy buen embroque, ese que cuando humilló permitió ver muletazos sobresalientes.
Una templada faena de Ginés es ovacionada tras marrar con los aceros al tercero

Poco hubo que destacar en los primeros tercios de la lidia del tercero hasta que Ginés tomó la muleta para sacarse toreramente al del Alcurrucén al tercio. El extremeño aprovechó la buena condición de toro para dibujar dos tandas de templada composición donde acertó en las alturas y las distancias. El toro de la casa manchega humilló más que sus hermanos, queriendo este tomarla con clase y ritmo. Pero a su buena condición le lastró su falta de transmisión y empuje. Estuvo Marín técnicamente perfecto, pero a su labor le faltó mayor fibra y expresión. Por ambos pitones dejó muletazos de su personal concepto dentro de un trasteo que no acabó de romper. El de Alcurrecén se sintió más cómodo cuando el muletazo vino enganchado y no acompañado, virtud que mostró desde el inicio del trasteo y que Marín intentó canalizar en la pañosa. Tras atascarse con los aceros fue ovacionado tras sonar un aviso.
El Fandi no termina de entenderse con un gran cuarto

Salió con más pies el cuarto de la tarde, un colorao de Alcurrucén al que el granadino toreó desigualmente de capa antes de dejar un tercio de banderillas de su personal estilo. De hinojos se puso David para cincelar una primera serie mandona donde el astado acometió con transmisión y humillación yéndose este tras los vuelos. El granadino vio rápido que la clave estaba en darle distancia para que se viniera alegre a la pañosa. El astado de la familia Lozano nunca rehusó una embestida, todo lo quiso por abajo, buscando este los belfos de la muleta haciendo el avión. A zurdas siguió manteniendo su buen ritmo, siendo este más sostenido pero igual de interesante. Pero en vez de llevarlo largo y apretarle por abajo Fandila acortó su viaje con medios pases en tandas cortas donde nunca le cogió el ritmo. David apostó por el toreo a media altura ante un animal que embistió más y mejor cuando venía enganchado y sometido. Un trasteo de tandas cortas y medios muletazos a media altura que hicieron que su trasteo poco a poco fuera perdiendo interés. Faena de más a menos donde mostró predisposición pero poco sentido del temple ante un toro de gran verdad. Tras pasaportar a Profesor de pinchazo y estocada, este fue ovacionado en el arrastre mientras David saludaba una ovación protestada por parte de la plaza.
Galván vuelve a calar en la Maestranza en el quinto pero nuevamente el descabello reduce su premio a una ovación
En quinto lugar salió otro colorao, un animal que se movió sin demasiado celo y humillación. Se le midió en el jaco antes de una lidia a media altura para no quebrantarlo en demasía. Inteligentemente David no le dejó pensar en ningún momento, dejándole la muleta en la cara y tirando de este en una primera serie que caló en los tendidos. Pese a humillar poco Galván le imprimió temple a su trasteo en muletazos a media altura por la condición del toro. Se colocó en el sitio indicado, le corrió la mano con temple en muletazos sueltos de su personal concepto. A zurdas el de Alcurrucén tendió embestir por dentro, algo que obligó al gaditano a desplazarlo hacia fuera perdiendo ajuste su labor. Anduvo muy inteligente para darle al animal aquello que pedía en cada momento y así hilvanar una faena que se vivió con interés desde los tendidos. Cierto es que no fue un trasteo de abandono, pero sí ese donde pudo mostrar su capacidad y madurez. Finalizó su labor en las cercanías ante un astado al que le quedaban medias arrancadas. Tras enterrar el acero volvería a atascarse con el verduguillo haciendo que sonara un nuevo aviso. Pese a ello Sevilla le volvió a sacar a saludar como reconocimiento a su sincera y porfiadora labor.
Ginés se justifica con el descastado sexto
Tampoco el sexto fue un dechado de bravura, astado que se repuchó en el jaco tras no querer más castigo en la segunda vara. De manitas cortas pero amplia badana este largo Alcurrucén esperó y se dolió en banderillas, avisando que se iba a sentir más cómodo en el tercio. Sin demasiado celo acudió a la muleta de un Ginés que siempre le perdió un paso entre muletazo y muletazo, un espada que buscó no apretarlo para que este no acabara de tirar la toalla a las primeras de cambio. Volvió a estar correcto, técnicamente perfecto, pero en esta ocasión el astado nunca tuvo la intención de buscar los vuelos. Acortó distancias pero ni por esas consiguió que el animal le regalará un ramillete de embestidas. Se justificó oliventino en un astado que duró un suspiro
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Quinta de abono. Corrida de toros. Media entrada.
Toros de Alcurrucén. Excelentemente presentados y de interesante juego pese a estar medidos de raza. De noble y pasadora embestida un primero venido a menos; de templada embestida un segundo al que le costó humillar; con clase, ritmo y humillación un tercero que pecó de sosería; de gran ritmo y profundidad un cuarto de alta nota; de noble y pasadora embestida el soso quinto; de descastado comportamiento un sexto que acusó su falta de raza.
El Fandi, de nazareno y oro: silencio y división.
David Galván, de malva y oro: ovación tras aviso y ovación.
Ginés Marín, de mercurio y oro: ovación tras aviso y silencio.
FOTOGALERÍA: EDUARDO PORCUNA
