Un encierro de José Luis Pereda se lidiaba esta tarde en la segunda de la Feria Taurina de Las Colombinas 2025. El Coso de la Vega Larga acogía una terna formada por Javier Zuleta, Cristián González y Carlos Tirado.
Zulueta pasea la oreja del entregado primero de Pereda
Una oreja le cortó Javier Zulueta al lavadito primero, un utrero de gran clase y ritmo al que el sevillano le realizó una faena tan cadenciosa como desigual. Se gustó ya de salida a la verónica. Manejó con soltura el capote en el posterior quite por chicuelinas y se gustó en fases de toreo templado ante el humillador utrero de Pereda. Buscó siempre torearlo con los vuelos y la cintura, pero no siempre acabó de cogerle el ritmo y la velocidad a un animal de fortaleza medida, pero que nunca rehusó una embestida. Especialmente buenos fueron los pases de pecho dentro de una labor que inició con unos toreros pases por alto. Pese a la predisposición del novillero, a su labor le faltó un punto de rotundidad para romper de verdad. Si bien es cierto que en algunas series brotaron muletazos de gran despaciosidad, no es menos cierto que otras fueron algo atropelladas. Lo quiso hacer todo despacio. Buscó siempre disfrutar de la embestida de un novillo que, cuando no venía enganchado, se desordenaba. Si por el derecho la tomó con ritmo sostenido, al natural se fue siempre a los vuelos, aprovechando el largo viaje del animal para dejar un ramillete de naturales de seda pura. Aderezó su labor con molinetes y pases de la firma, de gran sabor, antes de una última serie a pies juntos. Tras enterrar el acero, paseó la oreja del interesante astado de José Luis Pereda.
Ovacionado Cristian González con el noble y flojo segundo
Poca fuerza tuvo el segundo de Pereda, novillo protestado durante su lidia y que no permitió que González pudiera sentirse suelto a la verónica. Se le midió en el jaco antes de comenzar su labor postrado de hinojos ante el novillo. El salmantino buscó meter al animal en el canasto, pero éste embestía de forma desigual y sin deslizarse tras los vuelos. Intentó pulir los defectos de un ejemplar con nobleza, pero sin la raza ybchispa suficiente para aguantar el sometimiento. Fue una labor entregada, pero a la que le faltó cierto juego de alturas. Tras dejar una tanda al natural, donde le corrió la mano con gusto al animal, este volvió a quedarse muy por debajo imposibilitandola ligazón. Acortó distancias en un final de obra que llegó a los tendidos, pero se atascó y fue finalmente ovacionado.
Tirado aprovecha la encastada embestida del tercero y lo desoreja
Le cortó las dos orejas Carlos Tirado al encastado y exigente tercero de Pereda, novillo humillador y codicioso del hierro onubense. Le faltó un punto de largura a su viaje en los primeros lances del joven novillero, apretando este hacia los adentros Ya en los medios, las verónicas tuvieron mayor prestancia y cadencia. Empujó en el único puyazo que tomó antes de acometer con fijeza y prontitud en banderillas. Tirado apostó desde el principio por el animal, dándole siempre la distancia perfecta y jugando también con las alturas. Llevó largo al enrazado astado en series en redondo que calaron profundamente entre sus paisanos. Al natural, dejó también pasajes de su personal corte con el novillo buscando siempre los belfos de la muleta. Gustó y se gustó el onubense en una labor tan intensa como bien estructurada. Volvería con la mano derecha para dejar otra serie de gran metraje, con el animal ya embistiendo sin esa humillación que tuvo durante gran parte de la faena. Se encontró on su toreo el joven onubense en una labor que finalizaría de forma muy torera antes de dejar una media estocada algo suelta que le aseguró la salida en hombros con el corte de dos orejas.
Zulueta se rompe con el humillador y enclasado cuarto pero la espada deja todo en una oreja
Si en su primero dejó Zulueta pasajes de gran toreo sin acabar de redondear una labor maciza, en el cuarto sí dio ese paso adelante que se le exige a un novillero de sus condiciones. Fue ante otro utrero con grandes virtudes de Pereda, un animal que todo lo quiso por abajo y al que el sevillano le apretó en series profundas y de gran expresión. Volvió a desconectarse en momentos puntuales, pero supo rehacerse incluso en la misma serie. Acertó en darle distancia a un novillo alegre que tuvo la virtud de la prontitud, la fijeza y la entrega. Exprimió al novillo por ambos pitones en series donde siempre buscó llevar al animal pulseado. Al natural, se rompió en series de zapatillas asentadas, mentón en el pecho, y toreó con las bambas. Cierto es que hubo algún enganchón que restó prestancia a su labor, pero esta nunca bajó de nivel, pese a llegar más a los tendidos cuando llegó a enfibrarse. Volvió a dejar pases de pecho de cartel, junto a pases de la firma y algún molinete muy abelmontao, previo a un postre con muletazos muy sevillanos. Pero la espada le privó del corte de las dos orejas, no así del trofeo —tras sonar un aviso— que le abría de par en par la puerta grande tras una labor donde dejó patente su clase como torero en un festejo donde cinceló los pasajes más rotundos de la tarde.
Cristian González desoreja a un quinto que mereció la vuelta al ruedo
Estaba cumpliendo con creces la novillada de Pereda en sus primeros cuatro capítulos, y en el quinto no podía languidecer la tarde. Y ahí fue cuando Cristian González se encontró con otro novillo importante dentro de un encierro con diferentes aristas dentro de la bravura. Este tuvo codicia, exigencia y un punto de casta que, mal entendida, podía llevarte por delante. Ya con el capote, el novillo dejó clara su exigencia. Empujó el jaco antes de acometer con celo al capote de su lidiador. Buscó no atosigar al utrero, le dio distancia, dejándole siempre la muleta puesta para que el importante astado repitiera con celo y humillación. Se vio una versión más serena y madura que aquella que plasmó en el segundo de la tarde. Llevó siempre largo a un ejemplar con su punto de picante, un astado que siempre debía llevar sometido y nunca acompañado. Y así lo hizo el salmantino en series poderosas y hondas. Al natural, también el de Pereda tuvo buena condición. Pese a ese torrente de bravura, el animal se atemperaba con la cadencia, regalándole embestidas que recordaban al toro mexicano cuando le tomabas el ritmo. Cristian no acusó la exigencia de un novillo que nunca rehusó una embestida. Se metió en los terrenos del animal en el final antes de dejar una estocada algo tendida, pero que le valió para el corte de las dos orejas. Se tragó la muerte un novillo que, por condición, debió ser premiado con el pañuelo azul, galardón que no fue concedido por el palco onubense.
La solvencia de Tirado por encima de un sexto al que le pasea una oreja
Más complejo fue el agalgado que cerró plaza, un mansito de Pereda que tuvo ciertas complicaciones por el pitón izquierdo. Como varios de sus hermanos, salió suelto de los capotes, embistiendo sin celo y apretando hacia los adentros. Inteligentemente, optó por lidiarlo, viendo que el lucimiento no iba a ser posible. Empujó con genio al jaco, manteniendo esa embestida pasadora durante toda la lidia. La clave estuvo en no dejarle pensar, en ponérsela en la cara y tirar del utrero. Huelva vio la disposición de su paisano y se entregó en dos series de toreo ligado, pese a no poder apretarse de verdad. Al natural, el de Pereda pesó una enormidad, viniendo siempre desparramando la vista y pensándolo un mundo. A base de llevarlo tapadito con la ayuda, le robó una serie que demostró la importancia de su tarde. Nuevamente, en redondo, llevó empapado al novillo, pero este ya había amagado en varias ocasiones con rajarse, algo que acabaría haciendo. Pese a intentar meterlo en el canasto, no fue posible, yéndose este a por la espada. Tras pasaportar al de Pereda, una oreja, tercera en el cómputo general de su tarde.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de La Merced, Huelva. Segunda de la Feria Taurina de Las Colombinas 2025. Novillada picada. Más de media plaza.
Novillos de José Luis Pereda. Desiguales de presentación, algunos de poca cara y remate, y de excelente juego. Destacó la clase del primero y del cuarto, amén de la exigencia y la entrega del tercero y el quinto. El segundo tuvo nobleza pero la raza medida. Pasador a derechas un sexto que no ayudó a zurdas.
Javier Zuleta, de verde botella y azabache: oreja y oreja tras aviso
Cristian González, de blanco y oro: ovación tras aviso y dos orejas tras aviso
Carlos Tirado, de azul marino y oro: dos orejas y oreja tras aviso.