TEXTO: JAVIER FERNÁNDEZ-CABALLERO / FOTOGALERÍA: LUIS SÁNCHEZ OLMEDO
Eugenio de Mora, Sebastián Ritter y Francisco José Espada trenzaban, en la tarde de este lunes 10 de junio, el paseíllo en la plaza de toros de Las Ventas con una corrida de El Ventorrillo en chiqueros.
Altón era el primero de la tarde, un animal cinqueño de 560 kilos al que sujetó Eugenio de Mora de inicio con el capote. No fue fácil en el tercio de banderillas. Una prenda en toda regla la que el torero toledano tenía delante: calamocheaba, embestía violento y quería prender al torero en los embroques. Decidió abreviar Eugenio con torería. Le puso muchas dificultades a la hora de descabellar en una lidia en la que muchísimo molestó también el viento.
A pies juntos a la verónica fue el saludo de Ritter al segundo del festejo, un animal grandón y con dos imponentes pitones. Más voluntad que pulcritud ejecutó en la primera parte de su faena el colombiano por ambas manos. Los compases más gustosos de su labor llegaron por el pitón izquierdo al final de su faena, especialmente a pies juntos. Tras dejar media entrada tendida, acertó al tercer golpe de verduguillo. Ovación tras aviso.
Sin probaturas se puso a torear con plena quietud Francisco José Espada al incierto sexto, un animal al que le dio sitio para iniciar la primera de las series por la mano derecha y con el que se quedó quieto a pesar de lo deslucido del tranco del toro. En distancias y terrenos quiso proponer con verdad el joven, que le plantó bien planchada la muleta a un toro que fue desarrollando conforme avanzaba la lidia del joven de Fuenlabrada. En cercanías finalizó trasteo, escuchando un aviso a la hora de matar y usar el descabello.
En el cuarto, segundo del lote de Eugenio de Mora, Sebastián Ritter resultó. El colombiano fue prendido por el animal de El Ventorrillo al que le estaba realizando el quite por chicuelinas. Sangraba bastante por la zona del gemelo, por lo que fue rápidamente conducido a la enfermería por parte de sus compañeros. Luego, el toro no tuvo entrega en la muleta de Eugenio de Mora, que mató por arriba al animal, siendo silenciado.
Firmeza mostró Francisco José Espada en el inicio de faena al segundo de su lote por estatuarios. Bien se la dejó puesta en la primera de las series, en la que llegó con fuerza al tendido. Muy quieto estuvo el torero por ambos lados, jugándosela de verdad ante un toro deslucido. Espectaculares fueron las manoletinas de cierre, incluso clavándosele una banderilla en el vestido de lo cerca que se pasó al animal. Salió trastabillado de la primera estocada, enterrando el acero a la segunda pero marrando el premio con el descabello. Silencio tras aviso.
Al público fue el brindis de De Mora en el sexto, un toro al que le aprovechó la inercia en la primera de las series para ligar el toreo y conectar con el tendido venteño. También le repitió en la segunda de las series. Se gustó y gustó al tendido en la tercera de las series por el derecho, dejando un trincherazo que llegó con fuerza al tendido. Faena pulcra, en la que el toro no le tocó ni una vez la muleta… y el espadazo, en todo lo alto, a pesar de que tardó en caer el bravo de El Ventorrillo. Oreja de ley.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Las Ventas. Vigésimo octava de la Feria de San Isidro. Corrida de toros. 11559 espectadores.
Toros de El Ventorrillo.
Eugenio de Mora, silencio tras dos avisos, silencio y oreja en el que mató por Ritter.
Sebastián Ritter, ovación tras aviso y herido.
Francisco José Espada, silencio tras dos avisos y silencio tras aviso.