Llegaba el Domingo de Ramos a Las Ventas, una fecha tradicional de corridas de toros. Alejandro Mora asumió el reto de confirmar alternativa en Madrid en una fecha bonita, Domingo de Ramos, pero con una ganadería incrustada en el bastión del torismo venteño en los últimos años. Había expectación por ver los toros de Valdellán, pero la realidad es que tan sólo los dos primeros regalaron embestidas por derecho y depararon opciones. Sin ser tampoco toro redondos, de bandera, ninguno de los dos. Así que, el esperado toro bravo de la divisa leonesa se convirtió en dardo envenenado para el confirmante que, aunque percibió el beneplácito para algunos muletazos estimables en su primero de buen pitón derecho, acabó escuchando los tres avisos en ese toro de la ceremonia y tuvo ante sí una quimera en el desrazado y sin clase sexto. Tarde dura e ingrata. Antonio Ferrera enlotó el otro toro con opciones, un segundo con el que dejó fogonazos de inspiración, pero que no fueron más allá de kilates deslavazados. Luego, la tarde, lenta en su desarrollo, se diluyó en contenido plúmbeo, denso, para un Domingo de Ramos con el silencio como denominador común..
Alejandro Mora, tres avisos en un Valdellán de confirmación con teclas y que lo quiso todo por bajo

Abrió plaza uno de los dos únicos cuatreños -el otro, el quinto- del envío. Un cárdeno estrellado y lucero holgadamente por encima de los 600 kilos, alto de agujas y estrecho de sienes, que mostraba las palas. Intentó saltar al callejón por el burladero de cuadrillas nada más salir, incidente que pareció acusar en el primer tercio, pues tan cierto es que humillaba y se empleaba en el percal de Alejandro Mora como que perdió las manos varias veces. Castigo medido en varas, donde se dejó pegar, Ferrera le quitó del caballo con largas de pie y a una mano sin molestarlo. El propio Ferrera quiso hacer partícipe de la ceremonia de confirmación a Juan Mora y le invitó al ruedo para apadrinar a su sobrino, algo que el torero de Plasencia declinó, pese a su insistencia. Tras ella, Alejandro Mora comenzó con doblones antes de echarse la muleta a la zurda. El de Valdellán se repuso y tuvo muchas teclas. Lo quiso todo por abajo, en cuanto la muleta iba por encima de la pala del pitón, soltaba la cara con enorme brusquedad. Con algo más de recorrido por el pitón derecho, hubo muletazos de buen trazo, pero falta una tanda rotunda que terminara de prender la mecha en un tendido muy metido en su labor. No lo vio claro con la espada, tras varios pinchazos, la estocada corta necesitó de varios golpes cruceta sin tino y sonó el tercer aviso.
Ferrera, inspiración y pinceladas sueltas a un segundo de embestida franca

Cinqueño, el segundo merodeaba, sin llegar, los 600 kilos. Largo y con caja, de morrillo astracanado, acodado de pitones, serio, echó las manos por delante en el capote de Ferrera, que lo meció con tersura en templadas verónicas, mejores por el pitón derecho. Cumplió el toro en el peto, donde empujó fijo en ambos puyazos -muy trasero, el primero- y se arrancó con alegría en banderillas, donde se desmonteró Ángel Otero tras dos buenos pares. Inició por bajo Ferrera un trasteo en el que supo esmerarse en los tiempos muertos, en vender mucho cada cite, en una puesta en escena que tuvo al respetable dentro de la faena. Medido y algo agarrado al piso, pero con embestida franca por abajo en cuanto la tomaba, Ferrera le provocó las embestidas y hubo muletazos de mucha plasticidad por ambos pitones. Fogonazos de inspiración y temple -como un natural larguísimo y al ralentí con la diestra tras tirar la ayuda- a los que faltó mayor consistencia. La espada le cayó muy baja.
De Miranda, casi inédito, buenas verónicas a un sobrero de Los Maños muy venido a menos

Fino de cabos y más corto que sus hermanos, pero bien presentado, astifino desde la mazorca y con las puntas hacia delante, el tercero repitió de salida en un recibo de David de Miranda en el que se ajustó mucho en cada verónica. Buscó los cuartos traseros del caballo en sus dos varas, dejándose pegar. Empezó a mostrar una endeblez cada vez más palpable hasta el punto de ser devuelto en el segundo par de banderillas. El sobrero de Los Maños era un tío. Y una pintura. Un precioso cárdeno claro salpicado, de imponente alzada y tremenda seriedad. Muy astifino, de pitón negro y mazorca blanca. De expresiva y seria mirada. Humilló con codicia en el saludo de David de Miranda, que le enjaretó cuatro verónicas y una media muy buenas. Encajado y cargando la suerte. Pasó de puntillas en el primer tercio y luego hubo que llegarle lo suyo en banderillas. De Miranda brindó al público y planteó el trasteo más allá de la doble raya del tercio. El de Los Maños no tuvo la franqueza de los anteriores y antes de cada embroque echaba una radiografía de arriba a abajo. Muy mirón e incierto, sabiendo siempre lo que dejaba atrás, pero con una falta de poder que hasta se agradeció, porque hubiera sido de pasar un mal rato. El onubense tragó y quiso quedarse en el sitio, pero no había emoción ni brillo por esa falta de vida del toro, muy venido a menos. Lo “despenó” de pinchazo y estocada caída.
Imposible para Ferrera con un cuarto Valdellán muy mermado

Con cinco años y medio largos, el cuarto fue un toro bajo y medianamente armónico para su romana (629 kilos). Voluminoso, eso sí, el acapachado, mostraba las puntas. Sin lucimiento en la seda de Ferrera, se le picó mal y pareció salir mermado, incluso algo descoordinado, del paso por los montados. Muy protestado, claudicó mucho más y se le vio con menos facultades para la lidia que el endeble anterior, que sí volvió a chiqueros. Arreciaron las críticas cuando Ferrera quiso plantear faena, que se limitó a un par de tandas de derechazos a media altura y de uno en uno, sin poder ligar. El acero volvió a caer en los blandos.
De Miranda, faena sin brillo a un quinto encastado y exigente; Vicente Herrera, herido

‘Navarro’, nombre con alcurnia en esta ganadería leonesa con un ejemplar acaparando premios en 2018 tras una faena memorable de Fernando Robleño, fue el quinto. Toro ofensivo, con dos “agujas” desde la mazorca, que abría mucho la cara, con desarrollo de pitón y que mostraba las palas. Embistió recto de salida por el pitón derecho, muy vencido, en el capote de De Miranda y tampoco hizo cosas mejores en el caballo, tratando de quitarse siempre la vara. Complicado de banderillear. Encastado, ese genio de los primeros tercios, se tradujo en en una embestida, por momentos algo rebrincada, que se violentaba mucho en la franela en cuanto la punteaba. Cuando logró vaciar el muletazo con limpieza, logró extraer algún muletazo con cierto temple y porte, pero ninguna de las series pudo ser rotunda. Tras un pinchazo, enterró algo más de media atravesada y tuvo que descabellar, aunque terminó doblando. Echado, alcanzó en la axila de un certero derrote a Vicente Herrera, que pasó por su propio pie a la enfermería, antes de claudicar el animal definitivamente.
Alejandro Mora, sin opción de redimirse con un sexto carente de raza y pujanza

Con caja y alzada, cerró plaza otro cinqueño de Valdellán, fuerte y hondo, con perfil y amplitud de sienes, que echó las manos por delante de salida impidiendo el lucimiento de Alejandro Mora. De embestida dormida en los primeros tercios. Como sus hermanos -tal vez con la salvedad del segundo- tampoco hizo una pelea excelsa en varas y cortó en banderillas. El confirmante buscó abrirle caminos desde el inicio del trasteo, pero la realidad es que nunca quiso romper en su muleta. Sin pujanza ni transmisión alguna, muy vacío, Mora lo mostró por ambos pitones y buscó el camino de la espada, con la que volvió a marrar.
FICHA DEL FESTEJO
Domingo, 13 de abril de 2025. Plaza de toros de Las Ventas, Madrid. Tradicional corrida del Domingo de Ramos. Corrida de toros. Alrededor de un tercio de entrada.
Seis toros de Valdellán, muy serios de estampa y con pleno remate y cuajo, y uno de Los Maños. Exigente y humillador el primero, lo quiso todo por abajo; medido de motor, pero de embestida franca el segundo; devuelto el tercero; incierto y sin poder el tercero bis, se vino pronto abajo; muy mermado de fuerza el cuarto; encastado y nada sencillo el quinto, rebrincado, se violentaba al puntear los engaños; deslucido, sin clase ni empuje el sexto.
Antonio Ferrera (grana y oro): división de opiniones tras dos avisos y silencio.
David de Miranda (corinto y oro): silencio y silencio tras dos avisos.
Alejandro Mora, que confirmaba alternativa (blanco y oro): pitos tras tres avisos y silencio.
Incidencias: Saludó Ángel Otero tras banderillear al segundo.
FOTOGALERÍA: LUIS SÁNCHEZ OLMEDO
