Llegó la noche de gala de la temporada lisboeta, en la que se daban cita en Campo Pequeno Morante de la Puebla para lidiar cuatro toros de Zalduendo y Diego el Cigala para acompañar al sevillano con su música y su desgarro flamenco.
El
derecho fue el pitón del primero de la noche, un toro con el que antes Morante
se acompasó a la verónica para dejarle media docena de enjundiosos lances.
Decidió quitar por chicuelinas para, especialmente en las dos últimas,
acariciar al de Zalduendo. Muleta en mano, el torero de La Puebla dejó detalles
gustosos para dar finalmente la vuelta al ruedo tras simular el encontronazo
con la tizona.
No
propició el lucimiento de Morante el segundo bis, un toro que fue sustituido por
devolución del titular que estaba dañado de la vista, corriendo turno José
Antonio. Manso fue el toro en la muleta del torero de La Puebla. Ni uno ni otro
quisieron pelea. Todo acabó en silencio.
Morante
anduvo firme y seguro de capa en el tercero de la noche –primer sobrero de la
corrida, con el mismo hierro de Zalduendo-, dando un auténtico recital de toreo
con la seda y gustándose con un toro que atisbó buenísimas esperanzas de salida
pero que se terminó pronto en su muleta. Porfió el torero cigarrero, pero nada
pudo hacer ante un animal venido siempre a menos. Todo lo intentó con la
franela, dejando muletazos sueltos por ambas manos.
Su
actuación frente al cuarto fue el compendio de todo lo que tenía guardado el
torero de La Puebla, pues comprendió por ambas manos al noblón astado de
Zalduendo. Se gustó al natural en dos tandas que tuvieron ligazón y lo intentó
todo por la mano derecha, consiguiendo muletazos de calidad y el duende que
atesora José Antonio.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Campo Pequeno, Lisboa. Corrida flamenca y goyesca.
Cuatro toros de Zalduendo.
Morante de la Puebla (): vuelta al ruedo, silencio, palmas y vuelta al ruedo.
FOTOGALERÍA: JOAO SILVA