MADRID

El asiento de Palacios y los retazos de El Gallo, ovacionados en Las Ventas


domingo 31 julio, 2016

Se lidiaron novillos de Adelaida Rodríguez; silenciado en su lote resultó Miguel Maestro, que entró a última hora en el cartel en sustitución de Daniel Menes

Se lidiaron novillos de Adelaida Rodríguez; silenciado en su lote resultó Miguel Maestro, que entró a última hora en el cartel en sustitución de Daniel Menes

MARCO A. HIERRO / FOTOGALERÍA: LUIS SÁNCHEZ OLMEDO

 

Con un minuto de silencio abrió la tarde en Las Ventas en
recuerdo de Fermín Bohórquez y Francisco Cano «Canito”. Rompió en ese
momento un paseíllo integrado por Miguel Maestro, Mario Palacios y Aitor Darío
«El Gallo”. Se lidiaba un encierro de Adelaida Rodríguez.

Le costó al primero de Adelaida pasar del embroque en el
capote, pero repitió en las verónicas que le dejó Miguel Maestro con más
solvencia que brillantez. De caballo a caballo se fue el animal para que le
pagasen en la puerta un puyazo de tres agujeros que le mermó la ya de por sí
poco boyante condición. Quiso el animal, eso sí, tomar los vuelos y repetir con
toda la franqueza que le permitió su merma. Incluso tuvo desliz en un par de
tandas al natural, lo mejor de la faena de Maestro. Lo mató de una estocada
desprendida y escuchó silencio.

Más remate en la caja y menos en la cara lució el segundo,
de buena hechura y pronta arrancada para humillar las verónicas de bella
factura de Mario Palacios e irse largo en los finales. Empujó en varas con
fijeza y con entrega. Un gran par dejó el tercero, Fernando Sánchez, en
banderillas. Tanta entrega tuvo el utrero en dos series por abajo que se apagó
como una lamparilla, y la humillación de calidad, la franqueza y el reboce que
provocaron el asentado y encandilador toreo de Palacios se transformaron
demasiado pronto en renuencia y negación a arrancarse siquiera por parte del
novillo. Por eso la firmeza, el gusto y el pulso de Mario se quedaron en el
limbo de las palmas tras aviso después de atacarse con la espada.

Porfión y con mucha voluntad salió Aitor Darío El Gallo a
buscar al tercero, un toraco de cualquier plaza, con la cara más torera, pero
con cuajo y con hondura. Tuvo frescura y mucha intención el manchego desde los
doblones de inicio, y hasta logró una tanda de gran empaque y seriedad con la
mano derecha. Pero fue irregular la labor, a retazos, con un novillo que se
paró por abajo pronto y nunca lo quiso por arriba. Tras una estocada entera
escuchó una ovación.

Al cuarto le faltaron ritmo y entrega de salida, muy en
Lisardo, frío pero sin rehusar las telas. Serio el utrero de Adelaida, con
rizos de toro y remate de tal. Muy desordenada fue la lidia en banderillas, con
muchas pasadas y otros tantos capotazos con el novillo ya remiso. Ninguna
historia tuvo el trasteo de un Maestro desconfiado con un animal áspero y
exigente pero de emotiva arrancada con el que había que estar muy puesto para apostar.
No lo estaba el madrileño, que se lo quiso quitar de en medio con brevedad de
una estocada atravesada pero se le atragantó el descabello para escuchar
silencio tras aviso.

A buscar al quinto tuvo que ir Mario Palacios tras su salida
abanta para dejarle cinco verónicas y media aprovechando el viaje del animal,
que iba y venía. Le costó al utrero centrarse en la muleta y al novillero
imponerse con un animal que lucía mejor principio que final hasta que le amarró
el morro a la arena. Fue entonces cuando llegaron tres series de largo pitón
diestro y pulso en el trapo con las que rugió Madrid. Pero no es la espada el
fuerte de Mario, y con ella perdió la oreja que ya tenía casi cortada. Ovación.

El Gallo se fue decidido a templarle un ramillete de verónicas
al serio sexto, muy buenas dos de ellas y la media. Dos leznas tenía el
novillo, que lució mejor galope que clase en la embestida, pero repitió en las
telas y fue simplón en el jaco. Con la muleta no hablaron el mismo idioma
novillo y torero. Informal y por dentro el de Adelaida; ligero y sin imposición
el manchego. No llegó a buen puerto la porfía, a pesar del rato empleado. Un
pinchazo y una estocada con habilidad pusieron con silencio el punto y final al
festejo.

FICHA DEL FESTEJO

Plaza de toros de Las Ventas. Novillada con picadores
estival. Un cuarto de plaza.

Seis novillos de Adelaida Rodríguez, noble y con voluntad a menos por el duro castigo el primero, de gran calidad y entrega e ínfima duración el segundo, manejable el serio tercero, exigente pero emotivo el toraco cuarto, de obediencia humillada a la imposición el díscolo quinto, informal y descompuesto el sexto. 

Miguel Maestro, silencio y silencio. 

Mario Palacios, palmas tras aviso y ovación. 

Aitor Darío «El Gallo”, ovación y silencio.