TEXTO: EMILIIO TRIGO / FOTOGALERÍA: SARA DE LA FUENTE
Reaparecía Morante de la Puebla en la Feria del Caballo de Jerez de la Frontera en un festejo en el que también hacían el paseíllo Juan José Padilla y José María Manzanares. Se lidiaban toros para la ocasión de Juan Pedro Domecq que después de lo visto, muy torera de hechuras y de correcta presentación a la que le faltó raza y entrega.
12.05.2018 Jerez de la Frta from Cultoro TV on Vimeo.
‘El Ciclón’ se despidió de su tierra a lo Grande. En hombros y por la Puerta de los éxitos. Juan José Padilla recibió en Jerez, todo lo que sembró en todos estos años de profesión. Amor, cariño, admiración y respeto de un hervidero de compatriotas que gritaron sin cesar el himno “Illa, illa, illa, Padilla maravilla”. Una carrera llena de éxitos frente a sus paisanos y llevando el nombre de su bendita tierra por todo los rincones del mundo. Hoy, ese niño que fue ‘Panadero’, se despidió amasando dos importantes faenas y metiendo en la talega a sus dos colaboradores oponentes al que cortó tres orejas. Dijo adiós Padilla a la plaza que siempre le exigió y en la que siempre se vació por triunfar. Hoy, el guion no iba a ser menos y cumplió con lo establecido por él mismo “Para triunfar hay que sufrir y el sufrimiento es parte de la gloria” Gloria que disfrutó con su gente, su familia y toda la afición que le aclamó como lo que es, una gran figura del toreo, al que sacaron por la Puerta Grande en olor de multitud y a gritos de ¡Torero, Torero! Muy emocionante todo lo vivido y muy emocionado Juan José Padilla, que se fue de Jerez pero al que siempre mantendrá en su corazón de Ciclón.
El primero de la tarde saltó al ruedo con una plaza a rebosar y con un aspecto magnífico. A ‘Industrioso’ lo recibió Padilla con templado saludo capotero, embistiendo con clase, aunque con las fuerzas al límite. Blandeó pero dejó componer. Suavidad en las muñecas del jerezano que se expresó con sentimiento. Una vara para cumplir el trámite. Juan José construyó un variado tercio en banderillas, ofreciendo el pecho y su verdad con los palitroques. ‘El Ciclón’ con reposo y buen hacer. Brindó Padilla al respetable que se puso en pie por tan bello detalle. Padilla comenzó exponiendo por abajo, pasando al Juan Pedro con criterio y potestad a pesar del fuerte viento. Por eso, el astado se coló al quedarse descubierto el diestro que a punto estuvo de echárselo a los lomos. Padilla lo sacó para afuera directamente a la raya del tercio para comenzar a tejer su notable faena. Una labor donde soltó varios naturales acompasados de buena conjunción, ante un toro que la tomaba generalmente bien por ahí, aunque a veces era algo remiso. Juan José con planta erguida prosiguió por ese pitón, con la dificultad añadida del viento pero metiendo y tirando de su astado con despaciosidad. Por el inverso, series bien contraídas ante embestidas venidas a menos pero poniendo todo lo que le faltaba a su antagonista. Estocada y oreja. Padilla salió arreando fuerte con dos largas cambiadas en el tercio y posterior ramillete de verónicas ganando terreno. El cuarto acometía empujando por ambos pitones como si tuviera un defecto a la hora de colocar la cara. El quite de Padilla fue tan variado como personal y en su tercio de banderillas, lío gordo. Tres pares de mucha vistosidad y riesgo. El brindis fue emotivo a sus padres y la emoción corrió por Jerez como hace 25 años. El Ciclón cimentó una faena fiel a su personalidad y estilo donde la entrega y raza fueron sus orígenes. Lo citó de rodillas en los medíos ofreciendo el pecho sinceramente y enseñando la pañosa con la diestra. Por ahí, hilvanó varias tandas que fueron como circulares donde la exigencia y buen gusto rebosaban en cada derechazo. Padilla estuvo variado, dominador y ligando en cada limpia serie. Casi todo lo realizó por el pitón derecho, hasta que el toro quiso rajarse debido a tanta obligación de su matador. Hasta ese momento el Juan Pedro había sido con clase y calidad, y desde luego con la transmisión necesaria para llegar arriba. Juan José también toreó al natural con sumo temple y trazo hondo, sin que nadie notara que el viento era un serio inconveniente. Se rompió ‘El Ciclón’ en su plaza y su afición con él. Media tendida y espadazo sin puntilla. Dos importantes orejas.
Morante, con el peor lote, fue ovacionado en el quinto. Regresaba el de La Puebla del Río, al gran circuito de ferias y el sevillano no tuvo opción de triunfo, ante un lote que no le regaló ese plebiscito. José Antonio a pesar de no tener animales, no defraudó a la parroquia, puesto que su toreo cuando brota es una genialidad irrepetible. Hoy fue tarde de contados chispazos y poco más, pero esos latigazos son tan diferentes como únicos. Y es que así, es Morante, único. El de Puebla, salió a por el colorado con garbosidad y ganas de soplarle varios con el capote. Hubo tres y los demás, fueron más cantados que ejecutados, ante un toro que embistió como su morfología. Rara su acometida en el percal de José Antonio. Una vara de puro trámite y otra vez, el puñetero viento como invitado durante el transcurso de la lidia. Llegó el de Domecq sin definir, pero con todas las papeletas de no colaborar y por desgracia así fue. Ni una sola embestida regaló al cigarrero para que pudiera expresarse. Abrevió sin más. Palmitas. Al quinto, Morante, le endosó cuatro de cartel, puesto que el astado echó hacia arriba molesto para redondear el recibo. El Juan Pedro tenía la manía de echar la cara arriba en cada lance y por ello José Antonio desistió de hacer el quite. Prosiguió todo igual durante la lidia con continuas protestas del astado y para colmo, se pegó un tremendo topetazo en el burladero de matadores que terminó de estropear las ilusiones de todos. A pesar de eso, lo intento el sevillano poniendo todo su saber en la exquisita muleta. Una tanda nos levantó la moral y nos llenó un poco el vacío pero sin alimentarnos del todo. Pinceladas exquisitas, delicadeza sevillana con un armario lleno de disposición y raza. Se reencontró consigo mismo y con su legión de aficionados a pesar de que nos quedamos con ganas de mucho más. Con la espada se atascó esfumándose cualquier triunfo. Todo ante un manejable astado que sacó algo de fondo y que le sirvió, al de La Puebla, para calibrar sus prodigiosas muñecas. Ovación con saludos
Manzanares se topó con toros que sacaron chiribitas. Nada fáciles su dos astados. Soltaron la cara y se revolvieron pronto antes de finalizar el muletazo. Lote complicado al que Josemari cortó una meritoria oreja del sexto y resultó silenciado en el tercero. El primero de ellos, tercero de la tarde, era otra pintura muy similar a sus hermanos, al que Manzanares lanceó con gusto en contados porque el astado perdió las manos y desangelo el saludo. La pelea de varas fue tan ficticia como inexistente. Otro que tampoco ayuda para construir faena redonda. Cierto qué Josemari puso todo de su parte, para realizar una labor de empate y con la suavidad que le caracteriza, pero su oponente protestaba casi siempre, por estar descompuesto de atrás. Le dejó la muleta en la cara y tiró de su contrincante con la elegancia que atesora el de Alicante. Labor entonada pero sin romper ante tanta contrariedad en la embestida. Silencio. Al sexto, lo recibió Manzanares con verónicas a compás en un saludo con personalidad. Toro que se cuidó en varas. Manzanares tanteó a su oponente con dulzura, marcando el camino en el viaje por ambos lados. Le abrió los terrenos, le marcó finura en el trazo para que la siguiera con bondad pero siempre se encontró con una embestida algo rebrincada y desclasada. Josemari estuvo marcando tiempos en una buena estructura de labor en la que su elegancia y calidad marcó en todo momento, ante un animal muy dispar y cambiante en su embestida. Estocada y oreja.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Jerez de la Frontera. Tercera de la feria del Caballo. Corrida de toros.
Entrada: “No hay localidades”.
Toros de Juan Pedro Domecq, de toreras hechuras y de correcta presentación, a los que le faltó raza y entrega.
Juan José Padilla; Oreja y dos orejas.
Morante de la Puebla; Palmas y ovación.
José María Manzanares; Silencio y oreja.