DAVID JARAMILLO
Más allá de comprarte un “mercedes”, una finca o tener el poder para elegir fechas, ganaderías y toreros con los que actuar en las ferias, creo que los toreros podrían estrenar su nuevo estatus de figura cuando en la plaza de Las Ventas no te dejan ni poner. No seré yo quien catalogue a ningún matador como tal, pero lo que sí es verdad, es que el público más recalcitrante de Madrid suele tener la tendencia, con aquellos matadores considerados como figuras, de escarbar ante el más mínimo indicio de lo que consideran un defecto en cualquier aspecto durante la lidia, generalmente ignorando la condición del toro que tienen por delante (más aún con de la decepcionante corrida de Jandilla) y, curiosamente, poniéndose en contra de la opinión generalizada de la plaza. Porque, normalmente, esto suele pasar a plaza llena, cuando más notoriedad pueden conseguir. Algo muy distinto a lo que de verdad debería considerarse exigencia.
En ese sentido, después de lo visto la tarde del viernes, Andrés Roca Rey ya pertenece a ese selecto grupo, pues le recriminaron hasta el hecho de sacar muletazos de donde no había. Ese fue su pecado. Parece mentira que un torero que siempre se deja todo en la plaza, que si algo tiene es entrega a borbotones y que siempre se pone en el sitio donde huele a pólvora, sobre todo en una plaza que ha sabido premiarle, precisamente, esas mismas virtudes hace no mucho tiempo, ahora sea recriminado por, no solamente hacer exactamente lo mismo, sino por hacerlo mejor aún. Pero así es esta plaza y parece haber dictado sentencia, qué le vamos a hacer.