TEXTO: JUAN GUILLERMO PALACIO / FOTO: DIEGO ALAIS
La palabra adolescencia proviene de adolecer. Es la etapa en la que se carece de experiencia, se sufren cambios constantes y se toman decisiones deliberadas, sin otro objetivo que construir, a prueba y error, la personalidad.
Eso, justamente, es una novillada de toros en Colombia. Como los espaditas torean tan poco, deben esperar una temporada, dos semestres de universidad, o hasta más, para volverse a parar delante de un toro, retomar lo que se había aprendido doce meses atrás, poner a pruebas los nuevos racionamientos y de paso están obligados a cortar las orejas y triunfar.
En esas andan hace años Andrés Bedoya y Gitanillo de América, dos de los novilleros que torearon hoy en el festejo de apertura de la Feria de Manizales: porfiando sin claudicar.
Se lidió un encierro de Armerías, ganadería debutante en Manizales en feria oficial. Un encierro de diversas pintas, con la chispa, la entrega inagotable y la altanería que solo se tiene en la adolescencia.
Y con ellos, desde el mismísimo Querétaro (léalo en tono de animador de peleas de box)… el graaaaaaannnn Dieeeegooooo Saaaan Roomaaaaan. Un avanzado que hace rato superó las micciones nocturnas y la explosión de acné. Torea tan seguro que parece estar en la adultez, con un futuro que luce promisorio.
A su primero, un pendenciero que lanzaba topetazos permanentemente, le enfrentó su técnica, logrando dos momentos aleccionantes, encajado por gaoneras, y una serie por bajo con la derecha. Rápidamente perdió el temple.
San Roo maaan doblegó el espíritu pendenciero del cuarto y lo obligó a pasar humiladito y obediente. Para eso debió exponer sus pantorrillas ante un novillo que tampoco quería perder.
La espada le quitó las orejas, caló a ambos, hay ocasiones en las que sin cortarlas se puede triunfar.
Otra lección de pundonor ofreció Andrés Bedoya. Su proceso de formación ha sido más lento de lo normal. Sus aprendizajes todavía versan sobre lo fundamental, aprender a leer al toro y con los engaños escribir. Pero en cada comparecencia (una o dos veces cada temporada) demuestra avances significativos. Esta vez ligó mejor los muletazos, relajó la postura y hasta intentó el toreo desmayado.
Se estaba pasando de faena. Tratando de rematar una serie de más, el novillo le pegó un puntazo en la pierna. Con valor y con sangre bajando por la pantorrilla entró a matar. No dejó de mirar al toro mientras se lo llevaban para la enfermería de las puras ganas de seguir toreando. Cortó la única oreja, medalla de Lancero.
El hijo del Gitano lidió tres toros. Se regustó con la nobleza y la exagerada falta de fuerza del primero, hasta con desplantes; tuvo buenos inicios en los otros dos, templados y de mano baja, pero luego perdía el concepto, hundía el acelerador, quedaba descolocado y terminaba realizando diversas formas de faena hasta perder el horizonte.
Otra asistencia de museo. Doce mil espectadores, la mitad de ellos adolescentes, para una novillada, una imagen de la que solo una ciudad como Manizales puede presumir.
FICHA DEL FESTEJO
Manizales, 5 de enero de 2020. Cielo despejado y tarde fresca. Tres cuarto de plaza de asistencia.
Se lidiaron novillos de Armerías (Domecq línea El Paraíso) disparejos, andarines, encastaditos, pendencieros, especialmente tercero, cuarto y sexto.
Gitanillo de América hijo: vuelta no concedida, silencio y silencio.
Diego San Román (mexicano). Saludo y vuelta.
Andrés Bedoya: 1 oreja. Llevado al hospital por cornada de dos trayectorias, de 15 y 20 centímetros con destrozo muscular.
Otros jóvenes, Luis Miguel Castrillón y Juan de Castilla, ambos de Colombia, y el peruano Joaquín Galdós, echarán chispas ante los codiciosos, variantes y encastados toros de Paíspamba en la segunda tarde de la Feria.