SANTIAGO ROMÁN / FOTOGALERÍA:
ALFONSO PLANO
La primera del abono
sanjuanero de la capital pacense no ha sido lo que se dice satisfactoria. Se
celebra el 50 aniversario de la inauguración de la nueva plaza y no ha podido
empezar peor. Cualquier parecido de los de «El Pilar” con los que llevó Moisés
Fraile a Sevilla en la feria de este año es pura coincidencia, y los más de un
centenar de chiquillos que asistieron al evento, muchos de ellos por primera
vez, no pudieron tener suerte en su bautizo taurino. Una bella iniciativa de la
empresa habilitando un espacio para ellos, con entrada gratuita, acompañados de
monitores y teniendo como compañero de asiento a Morante de la Puebla, al menos
durante unos minutos. Y todavía pudo empeorar al ser prendido Roca Rey al
entrar a matar al último de la tarde.
Ponce no sacó mucho
provecho del primero durante el saludo capotero. Nos engañó «Jacobo” con su
fijeza, galope, humillación y recorrido de salida. Después de la puya de rigor,
larga por otra parte, el quite por verónicas y la media aplaudida por un
público que llenó el coso de Pardaleras casi al cincuenta por ciento. De pésimo
se puede calificar el tercio de banderillas. El de Chiva brindó al público
pensando en obtener algo positivo de su burel, que a pesar de ser noble y
repetidor tenía las fuerzas justas acompañada de una sosería arrolladora en su
embestida. La lidia a media altura resultaba cómoda tanto a toro como a torero,
por ambos pitones. Ponce acabó igual que empezó doblándose con la rodilla genuflexa,
quizás buscando conseguir la oreja que no obtuvo tras dos pinchazos y una
entera tendida, quedando en una ovación. El cuarto ya enseñó su flojera en el
capote de Ponce. De nuevo dobla las manos a la salida del caballo. Sin raza y
con la cabeza arriba pasaba por la franela. A poco que se le bajara la mano el
animal claudicaba. Una vez más y van… el maestro estuvo de enfermero. Ninguna
historia con un inválido desde la misma salida de chiqueros y con un público
muy complaciente y condescendiente que con lo más mínimo se conformaba, sobre
todo habida cuenta de cómo se estaba desarrollando la tarde. Con una estocada
algo desprendida lo pasaportó, siendo pitado al arrastre y escuchando Ponce
otra ovación.
A Manzanares le tocó el
mejor, por decir algo, del encierro. Derrotó en tablas, levantándolas casi al
completo. El alicantino mostró desconfianza con el capote y el presidente
además tardó un mundo en cambiar de tercio, a poco que se descuidara hubiera
durado lo que la lidia con muleta. Leve puya y el del Pilar fue a menos ante un
diestro con también pocas ganas. Se quedó sin dominarlo Manzanares, molesto con
el cabeceo del animal al que no le bajó las manos en ningún momento. El
resultado fue de un toreo liviano y despegado produciendo un aburrimiento en los
tendidos. Un pinchazo y estoconazo para saludar desde el tercio. El quinto no
apuntó buenas maneras durante el recibimiento capotero. Ya fue muy pitado antes
de acudir al caballo, donde recibió un duro castigo. De inmediato mostró las
pocas ganas de pelea «Resistillo”. Antes de empezar la faena se echó, y cuando
sucedió por segunda vez el director de la banda de música decidió hacer sonar
el pasodoble, ¿aficionado? Tres tandas y a por el acero, no en vano cuando lo
dejaban un poco al suelo que iba. Posteriormente con la espada puesta se
levantó varias veces. De risa por no llorar. Lógicamente pitos al arrastre y
Manzanares silenciado.
Roca Rey lanceó con pies
juntos a su primero para pasar a chicuelinas y la larga de remate. El astado se
arrancó pronto y con cierta alegría al equino, recibiendo una puya muy medida.
Realizó el peruano el quite, alternando gaoneras con tafalleras. Brindó al
público y luego miró al cielo pensando en Iván Fandiño, por el que se guardó un
minuto de silencio tras el paseíllo. El inicio muleteril por estatuarios. Poca
clase y deslucida embestida. Estando más parado al natural y con pases de uno
en uno. Roca Rey necesita, como casi todos, más material que el que tenía ese
momento entre manos. Al final intentó tirar de recursos pero en ese momento
también hizo su presencia el aire, no yendo a más. El epílogo por ajustadas
bernardinas jaleadas por el respetable. Saludó desde el tercio pese a cobrar
una infame espada en el costado. Probó lucirse con el capote en el que cerraba
plaza pero no le dejó, echando las patas por delante, el que según la tablilla,
qué daño está haciendo, era el de más peso de la corrida. Ni por asomo tenía
los cerca de seiscientos quilos marcados al igual que ocurrió con el resto de
sus hermanos. Mal picado, con barrenado y tapando la salida. El único que fue
llevado a los medios, y más que nada por petición de algunos de los presentes.
El toro se quedaba corto y Roca Rey intentaba alargar la mano sin mucho éxito. Nula transmisión al que se le
sacó pases con manifiesta falta de casta. Se aplaude el esfuerzo y las ganas
del torero que acaba en cercanías y con circulares invertidos a base de
trabajo, pues el toro no ligaba de un tirón toda la serie. Al entrar a matar
algo pocas veces visto, en mi caso la primera vez. Se le partió la espada
provocando la caída del torero, que se volcó, haciendo el toro por él,
propinándole un gran revolcón, con golpes inclusive y produciendo la
consternación de los asistentes ante el tremendo susto. Se repone como puede y
también algo insólito, recordemos que ya ha entrado a matar, se pone de nuevo a
torear, esta vez por bernardinas y trincherazo de remate. Por todos los medios
quiso justificar el sueldo de esta tarde. Entro por segunda vez a matar
metiendo por completo la tizona. Pitos al toro y oreja para el ya muy dolorido
Roca Rey que cojeando ostensiblemente no da la vuelta al ruedo, saludando desde
los medios y marchando para la enfermería para ser atendido de una cornada en
cara interna del muslo derecho.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Badajoz. Primera de la feria de San Juan.
Corrida de toros. Media plaza.
Seis toros de El Pilar.
Enrique Ponce, ovación y ovación.
José María
Manzanares, ovación y ovación.
Andrés Roca Rey, ovación y oreja.