DAVID JARAMILLO
Sí, lo asumo, a mí también me generan interés tardes así. El sólo hecho de ver otras lidias, otros conceptos, otros méritos me parecen suficientes razones para mantener la diversidad, ya no sólo de encastes, sino de comportamientos. Pero, sinceramente, esperaba más, que los toros al menos mostraran una mínima intención de embestir y no sacaran ese genio defensivo propio de los mansos que borró de un plumazo cualquier intento de los toreros por mostrar de lo que son capaces y tuvieron que limitarse a salvar la papeleta de la mejor manera, con la esperanza de que el esfuerzo valga la pena. Sin embargo, ¿qué les espera? Pues, en el mejor de los casos, otra así…
Por eso, lo de estos toreros, como Pinar, Venegas, del Pilar y tantos otros tendría que valorarse de otra forma, pues el valor que exponen, la afición de la que hacen gala y el pundonor que derrochan a borbotones, honra la profesión que eligieron y merecería que, al menos, de vez en cuando, alguna empresa les abriera una puerta y les diera una oportunidad de verdad para mostrar el toreo que llevan dentro. Que, por una vez al menos, el valor sea la herramienta para templar las embestidas con el gusto y la gracia de la que sean capaces y que no sea eso, el valor, digo, el único argumento del que dependan en tardes en las que la única satisfacción que pueden obtener es la de salir andando. El toreo les debe eso.