LA CRÓNICA DE PAMPLONA

El toreo de Rafaelillo le llega al corazón de Navarra


viernes 14 julio, 2017

Le cortó dos orejas a la corrida de Miura que cerró la feria del Toro y salió a hombros de uno de sus feudos; otro trofeo pasearon Javier Castaño y Rubén Pinar

Le cortó dos orejas a la corrida de Miura que cerró la feria del Toro y salió a hombros de uno de sus feudos; otro trofeo pasearon Javier Castaño y Rubén Pinar

EMILIO TRIGO /
FOTOGALERÍA: EMILIO MÉNDEZ

La tradicional corrida de toros con el hierro de Miura
cerraba, en la tarde de este viernes, la feria del Toro de Pamplona.
Rafaelillo, Javier Castaño y Rubén Pinar hacían el paseíllo frente al hierro de
Zahariche en el fin a diez días seguidos de toros en la capital navarra. Corrida de Miura en «Miura». Un encierro que sacó todas las características posibles de esta casa ganadera. El regular, el orientado, el imposible, el duro, el complicado y el manejable, así fueron los seis pupilos de Zahariche que se lidiaron en la última de San Fermín. Con ellos, Rafaelillo, estuvo heroico y se vuelve a reivindicar como la máxima figura dentro de este circuito. Por su parte, Castaño con un apéndice anduvo profesional ante su lote y Pinar cortó una oreja al sexto que le debe valer para mayores contratos.

Rafaelillo recibió al abreplaza con un afarolado de rodillas y un buen ramillete de verónicas. El murciano se gustó con el percal ante un toro de embestida descompuesta inicialmente. Se cuidó en varas sin aperturas en dos entradas. Hubo alguna colada por el izquierdo al inicio como para quitar cualquier confianza, pero sin embargo, Rafaelillo sacó a relucir su maduro oficio y capacidad. El veterano diestro ligó entre series a un Miura justo de fuerzas y jamás humillador. Astado noblón en Miura pero tampoco fácil y un Rafelillo muy superior a su oponente. Estocada y oreja. Rafaelillo recibió al segundo de su lote con un toreo a la antigua usanza. El murciano se tiró de rodillas a la verónica con mucha disposición ante un verdadero tranvía. 660 kg de Miura, pero de los duros de verdad. Astado que pedía firmeza y veteranía, algo que Rafael posee con alta nota en su hoja de servicio. Rubio puso sobre la arena pamplonesa mucha testiculina y todo el poder de su oficio para solventar tanta brusquedad y asperezas. Rafaelillo se jugó el tipo con toda la verdad de una muleta tan sincera como trasparente. Sin alaracas. Voltereton sin consecuencias de puro milagro, a mitad de una labor de toma y daca entre ambos. Pinchó antes de la estocada. Oreja a la vergüenza torera y Puerta Grande.

El segundo de la tarde lució un tranquito muy justo de poder, un toro en la mitad de la línea de mantenerse o devolverlo al corral.  Ante él no hubo lucimiento en los primeros tercios, aunque Pinar estuvo compuesto en el quite por chicuelinas. Otro que burocráticamente cumplió el trámite de varas. El Miura tuvo una embestida corta, poco humilladora pero sin malas intenciones. El de Zahariche quiso más que pudo, aunque se defendió por su falta de fuerzas. Castaño sabedor perfectamente de las condiciones de su oponente le realizó una faena por ambos pitones basada en la firmeza. Un trasteo sin fisuras que concluyó con magnífico espadazo. Oreja. En el quinto, el capote fue un trámite inicial aunque a favor del toro. Uno que iba y venía a su aire con la cara por las nubes. Así estuvo el Miura durante toda su lidia puesto que su morfología e intenciones le impedía descolgar. Toro que amagó y derrotó por ambos pitones. Se quitó las moscas en cada corta arrancá. Castaño se esforzó ante el quinto pero no hubo recompensa en triunfos. Comenzó con garbosidad,  torero sentado en una silla y eso fue lo más artístico de su voluntariosa labor. Ovación. 

Más efectividad que lucimiento por parte del albaceteño ante un toro que comenzó a  recortar y tener un viaje muy corto. Sin castigo alguno en varas entró las dos veces. El toro hizo pasar fatiga a los de plata por cerrar el viaje y tirar la cara a las nubes. Rubén Pinar muy voluntarioso podía haber abreviado ante semejante animal, sin embargo, tiró de bragueta y porfió con oficio ante uno imposible por peligroso. Se escapó de milagro. Silencio. Animoso con el capote Rubén Pinar  tanto en recibo como el quite al sexto. También lució sus ilusiones al llevarlo al caballo. Compostura capotera. Un toro que brindó al respetable. El ‘cierraferia’ se movió con cierta claridad en Miura,  sin plantear las dificultades de sus hermanos anteriores. El sexto dejó estar a Rubén que desarrolló un torero con cierta ligazón entre muletazos. Disposición y frescura del albaceteño que firmó una buena estocada. Oreja con petición de segunda.

FICHA DEL FESTEJO

Plaza de toros de Pamplona. Última de la feria del Toro.
Corrida de toros. Lleno.

Seis toros de Miura.

Rafaelillo, oreja y oreja. 

Javier Castaño, oreja y ovación. 

Rubén Pinar, silencio y oreja.