JAVIER FERNÁNDEZ-CABALLERO
«Se hace país con la gente que se la juega». Lo dijo en una ocasión Antonio Banderas refiriéndose a una encuesta en la que el 75% de los españoles querían ser funcionarios, mientras que en Estados Unidos, ese mismo porcentaje era el correspondiente a la gente que quería emprender. Hoy, en Cuenca, un nuevo Gallo se sumó como doctor a la lista de estos nombres míticos dentro de una carrera sin créditos, una cima que ya nadie quiere escalar y un status que la sociedad siquiera conoce para alcanzar. Por eso el mérito, por eso el trago, por eso un doctorado en el que el hambre es el primer arma para ser libre. Y la que ahora Aitor tiene entre sus manos.
Cuando nadie quiere ser torero, cuando el grueso de la juventud ni conoce este oficio, cuando el doctorado en esta materia no tiene galas ni créditos, el conquense fue hoy toricantano de su propio futuro. Y aunque no fue su mejor tarde, sí tiene entre sus manos el porvenir de los años duros de los que la escuela ya le avisó. Pero ay amigo la cátedra… cuán ansiada y cuán difícil, pero cuán gloriosa. Y esa, el grueso mortal que no conoce este rito, tampoco la disfrutará.
No la pudo probar en el día más importante de su vida el manchego, y sí que se está emborrachando de ella y de la plata mexicana un Joselito que hoy dejó el toreo más caro de todo el festejo. Está enseñando el mexicano con la corrida que sea las virtudes que México ya goza, y aunque hace por ser el torero que el sistema que ha creído en él quiere que sea, no termina de coronar acá lo que allá se sabe.
Con la de Cebada, si mata a ese segundo, seguro que se habría acercado, porque le sopló Joselito tras la ceremonia de devolución muletazos por el derecho de proposición entregada con los que consiguió el embroque relajado y conectó con los finales de serie. Fue esa la virtud animalaco que no se dejó a zurdas a pesar de la voluntad por ese lado del hidrocálido, que bien pudo probar el hule en un remate de tanda en el que el astado quiso aprenderlo. Los pinchazos arruinaron su triunfo.
No fue hoy el día del natural eterno, aunque se los pegó como oasis Moral en medio del desierto bravo de Cebada. Una corrida bonita que tanto o más tenía de fea en las entrañas. En su primero, el aire lastró una faena en la que el sevillano vio pronto el pitón izquierdo de un animal que mantuvo la sosería durante los diez minutos de labor. Eso, sumado a la influencia meteorológica, hizo que la media docena de bellos compases por la izquierda del torero palaciego no valieran para que el cómputo final fuese de premio. Nada tenía el quinto en las entrañas más que mansedumbre y caras altas.
Aquel día, terminó Banderas haciendo una crítica a la forma de pensar de la sociedad española: «Se hace país con la gente que se la juega», una opinión que, además de convertirse en viral, le valió para ganarse y buen número de fans extra en las redes sociales. No será viral hoy un Gallo que mañana torea en Las Mesas, porque quizá el doctorado quede tan sólo en apelativo cuando el matador del 2018 y su entorno tendrían que hacer una revisión de cómo, cuándo y dónde –en la plaza solamente no- acercarse al público. O esperarse unas horitas y que mañana se lo cuente el doctor Janeiro.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Cuenca. Primera de la Feria de San Julián. Corrida de toros. Tres cuartos de entrada.
Toros de Cebada Gago.
Joselito Adame, silencio y silencio.
Pepe Moral, silencio y silencio tras aviso.
Aitor Darío “El Gallo”, que tomaba la alternativa, oreja y silencio.
FOTOGALERÍA: JULIO PALENCIA