MARCO A. HIERRO
Recuperaba
en la tarde de este domingo Valladolid la corrida de toros con motivo de las
fiestas de San Pedro Regalado. Se lidiaba un encierro de Núñez de Tarifa para
Sebastián Castella, Alejandro Talavante y Roca Rey.
Reunido y bien hecho estaba el primero de Núñez de Tarifa, que tomó por abajo la tela de Castella en verónicas de viaje corto que terminaron con el toro vencido a zurdas y una voltereta espectacular de la que no hubo mayor consecuencia. Por tafalleras y chicuelinas fue el quite de Castella, solvente y fácil sin apreturas. Esas llegaron con la muleta, porque no tuvo boyantia el animal, pero sí voluntad de tomar la tela por abajo. A menos se vino después de tres tandas a diestras con mucha suavidad y hasta mimo. Más sucia fue la embestida al natural, y más por dentro. Media estocada bastó para pasaportarlo y saludar una ovación.
El castaño que hizo segundo se fue largo de los Lances de Talavante, que le ganó el paso para soplar le chicuelinas y rematarlo con una serpentina muy vistosa. Se dañó el animal en el caballo y se protestó desde el tendido. Y lo acusó en una faena de muleta en la que Talavante quiso ponerle, sin fortuna, la emoción que le faltaba. Una pedrería en el inicio y un manojo de templados naturales en series cortas fue poco bagaje para pasar del silencio.
Desentendido y corretón salió al ruedo el negro tercero, armónico en la hechura y noble en el galope para embestir le por abajo a Roca Rey en media docena de verónicas y una revolera. A penas un picotazo se llevó en varas ante las protestas. Y siguieron al trapío del terciado animal en las gaoneras que dejó Andrés en el quite. Pero tuvo movilidad y humillación el buen toro, que tomó por abajo y con ritmo los derechazos que proponía el peruano. Muy por abajo ejecutó los naturales, con el vuelo mandón y el gobierno absoluto sobre una embestida de mucha calidad. Entre los pitones se metió al final, ya con el toro muy a menos y en la zona de chiqueros, donde quiso el manso la pelea. Un metisaca y una estocada fulminante dejaron el premio en una oreja tras aviso.
Del mismo hierro era el sobrero, que fue el de mejor condición del encierro. Repetidor, humillado y con clase, embistió boyante en el capote de Castella para que le cerrase con chicuelinas el largo saludo. Tenía temple el animal y lo vio el francés para dejarlo venir y torear le la llegada por la espalda en un explosivo inicio que metió al público en la labor. Muy abajo fue la mano del francés al natural, por donde llegaron los mejores pasajes de una labor limpia y sin desfallecimiento de la emotividad que, tras la estocada y un aviso, se premió con una oreja.
A salida bruta y montada del quinto contrastó con la suavidad de Talavante metiendo verónicas a zurdas, porque no fue igual el animal por el otro pitón. Se le señaló el puyazo nada más en varas. Soberbio anduvo Talavante con la muleta desde los estatuarios iniciales, con arruina de regalo. Porque dio para una tanda el fuelle del Tarifa, pero fue sincero, seguro e impactante el arrimón de Alejandro, dejándose los pitones en la misma barriga en varias ocasiones. Un estocadón en la yema certificó las dos orejas de seco valor.
Al castaño sexto se le fue yendo el gas inicial a medida que le soplaba verónicas Roca Rey y se las variaba con chicuelinas, ganando para adelante hasta pasar el centro del ruedo. Pero empezó a tardar el animal en el quite por tafalleras, que terminaron en gaoneras de tremendo ceñimiento. Y pareció querer el castaño cuando le propuso Andrés el toreo, pero le duró un suspiro. Se le vino tan abajo que ni le dieron importancia al arrimón con el mortecino animal. Lo mató de un bajonazo después de dos pinchazos y se lo quitó de en medio. Silencio.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de
toros de Valladolid. Corrida de toros de San Pedro Regalado. Dos tercios de plaza.
Toros
de Núñez de Tarifa.
Sebastián Castella, ovación y oreja.
Alejandro Talavante, silencio y dos orejas.
Andrés Roca Rey, oreja tras aviso y silencio.
FOTOGALERÍA; PLAZA TOROS VALLADOLID