Hay ganaderías, por su encaste, que merecen que se crea en ellas. Y otras en las que es obligatorio hacerlo. Por su historia pero sobre todo por su capacidad de resiliencia, por su punto de romanticismo y por una afición de su creador derrochada y no rentabilizada. Y la de Paco Galache es una de ellas. Exponente máximo del encaste Vega Villar, reducto de emociones pasadas que hace retrotraer siglos a una plaza en la salida de cualquiera de sus toros, no merecía una tarde así porque tras el puyazo de una pandemia fatal siguió empeñando el colchón su ganadero para ser fiel a su historia. Y lo hizo con un Toro de Oro el pasado año. Y a pesar de la desastrosa tarde de hoy en Cuatro Caminos, es necesaria alma de aficionado para ver un más allá y una esperanza en este trozo de historia del toreo.
Así lo creyó Luque, que dejó la obra de más gobierno y lucidez de toda la tarde, apostando sin alharacas con el único toro potable del encierro charro y jugándosela de verdad con él. Ni Urdiales ni Ortega tuvieron opciones.
Urdiales hace lo que puede con el inválido primero
En inconfundible estampa Galache era el primero de la tarde, un animal hondo de 546 kilos que tuvo prontitud en las telas de Urdiales, que se encajó en dos verónicas y una tercera a pies juntos antes del remate, en el que perdió las manos el berrendo. También lo hizo tras salir de la primera cara, echándole arriba los vuelos el arnedano para mantenerlo en lidia. Se le quedó parado en el embroque a Pirri en el primer par el toro, estando Tito efectivo. Tras brindar a un amigo en el tendido, no tenía ni uno el astado charro, que parecía además lesionado de las manos. Cortó por lo sano con lógica el veterano, que despachó de una buena y certera estocada al toro. Silencio.
Luque se pone donde los pies queman con el segundo, un ‘galache’ de medio viaje
‘Gamberro’ se llamaba el segundo, de 474 kilos, era el segundo, más bajo y de menor presencia que su hermano anterior, al que le dejó tres tijerillas con la rodilla genuflexa y una larga erguido para saludarlo. Toro presto y con prontitud en la capa, que a punto estuvo por hacerse con un monisabio que debió tomar el olivo. Tras probarlo en el inicio de obra, tuvo delante a otro toro negado a embestir. Quiso Luque ponerse, y parecía que era misión imposible ante un toro de medio viaje y poca fuerza al que le tuvo que llevar con las telas siempre altas. Pero aún asi logró robarle muletazos de mérito por lo deslucido del animal charro. Se puso de verdad en el final de obra, donde los pies queman, donde huele a cloroformo, y ahí llegó con fuerza arriba. El final por luquecinas coronó la faena, junto a una media estocada efectiva. Hubo petición no atendida por el palco y al final todo quedó en ovación tras aviso.
Misión imposible de Juan Ortega con un tercero para olvidar
Meció con gusto la capa en verónicas asentadas Juan Ortega al tercero, que adolecía de los cuartos traseros y fue protestado. No lo cambió el palco y nada pudo hacer el sevillano más que intentar justificarse por ambos lados. Lo pinchó, dejó a la segunda una estocada que requirió de un descabello en el mismo centro del ruedo y fue silenciado.
Urdiales también se estrella contra otro cuarto sin nada dentro
Le quiso mecer con gusto y asentado Urdiales la capa a la verónica al cuarto, toro de menor presencia también que los anteriores y que también adoleció de falta de fuerza en los primeros compases de la lidia. Tardo a embestir al capote de Pirri, decidió brindarlo Urdiales a pesar de todo. Pero fue en vano, porque no llevaba nada bueno dentro el de Galache. Acortó obra y lo despenó de pinchazo y media en buen sitio. Silencio.
Oreja de mucho peso entre el diluvio para Luque en el quinto
Cuando le quiso bajar las manos con el capote Luque al quinto, perdió también las manos. Y luego, tras lss varas, fue muy difícil de lidiar. Pero gobernó su embestida Daniel, que en medio de la lluvia supo componer con verdad máxima al hilo de tablas. Dejó series al natural de eterno trazo y también a diestras. Cuando se fue apagando la condición se encunó entre pitones, exponiendo una barbaridad al animal. Y el estoconazo fue de libro cuando más arreciaba la lluvia. Oreja de las de verdad.
Ortega porfía con el apagado sexto
No tuvo ni uno bueno el sexto, al que dejó tres verónicas aislada Ortega pero luego se vino a menos. Embistió a regañadientes el de Galache, con el que en todo momento porfió el sevillano sin opción. Silencio tras aviso.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Cuatro Caminos, Santander. Feria de Santiago, tercera de abono. Lleno.
Toros de Francisco Galache de Hernandinos, de preciosa estampa. De floja condición inicial y luego inválido el primero, que pareció lesionarse en el inicio de faena; de medio viaje y poca fuerza la de otro deslucido segundo; también sin nada bueno dentro un cuarto sin fuerza ni viaje; de floja pero noble condición la del quinto, el mejor de la corrida;
Diego Urdiales: silencio y silencio.
Daniel Luque: ovación tras aviso y oreja.
Juan Ortega: silencio y silencio tras aviso.
FOTOGALERÍA: ARJONA