SANTANDER

Un macizo Ginés Marín vuelve a hacerse con su feudo de Cuatro Caminos


lunes 22 julio, 2024

El extremeño cortó tres orejas a una corrida de Bañuelos con la que se fueron de vacío Castella y Emilio de Justo

16 Ginés Marín
Ginés Marín pasea las dos orejas del tercero © Arjona

El coso santanderino de Cuatro Caminos vivía la tercera de la Feria de Santiago con una corrida de toros de Antonio Bañuelos, un clásico de la capital cántabra, y con Sebastián Castella, Emilio de Justo y Ginés Marín para su lidia.

Castella deja retazos con la falta de continuidad del rajado primero y escucha silencio

Tenía plaza el primero de Bañuelos, zaíno de capa y con mejores embroques que finales en un decidido saludo de Sebastián Castella a la verónica, rematado con una media muy sabrosa. Midió mucho el castigo el picador, que lo dejó crudo mientras zarandeaba el animal al penco. Soberbia fue la actuación en banderillas de un José Chacón siempre comprometido, obligado a saludar. Llegó a la muleta sin definir el de Bañuelos, y necesitó de ese inicio genuflexo de Castella y de esa primera tanda sin quitarle la muleta del morro para no conseguir su propósito de irse a tablas. Pero no tuvo fondo para aguantar el animal, por mucho que lo cuidó el francés y buscó que le sirviera esa movilidad con transmisión, que no tuvo nunca continuidad. Lo pinchó, se puso complicado para matar, sonó un aviso y todo se diluyó en el silencio.

Ovación para Emilio de Justo por una faena de exposición con el medidor segundo

Los 640 kilos que pesaba el castaño segundo se notaron pronto, al pararse e impedir el lucimiento con el capote de Emilio de Justo. A los pechos se fue en el caballo, en un tercio en el que sangró mucho. Le dio pausa al toro Emilio en el inicio, pero no tuvo desliz, se reservó siempre y no terminó de tomar ritmo, ni siquiera cuando le perdió pasos De Justo con inteligencia. Tuvo paciencia el extremeño y firmeza, porque nunca se entregó el toro, que no fue nada fácil. Siempre midiendo, siempre avisando de su aviesa intención ante el compromiso de Emilio. A zurdas le repuso mucho el animal al de Torrejoncillo, que porfió y hasta tragó más de la cuenta con el castaño en una actuación impecable. Una estocada hasta las cintas puso el punto y final a una faena de exposición sorda.

Un rotundo Ginés Marín exige mucho al buen tercero, al que desoreja

El toreo a la verónica de Ginés Marín en el saludo al tercero fue sencillamente magnífico; cadencioso, encajado y al ralentí hasta la media, hermosísima. También lo fue el quite, con chicuelinas y tafalleras a uno por hora, con el animal embistiendo muy bien y por abajo en el capote. Muy de verdad fue la actuación en banderillas de Antonio Chacón, exponiendo mucho. Brindó a Morante, presente en una plaza en la que reaparece mañana, y se puso a torear sin probaturas Ginés. Ya lo tenía visto. Firme, aplastado en el suelo y con la muleta siempre por delante para recibir y soltar la repetición del toro, muy compuesto siempre, muy a gusto en la arena. Dominó mucho los trastos siempre Ginés, rotundo en su expresión y en su ejecución, muy redondo de cara al tendido. Muy puesta en el morro al natural, se rompió exigiendo al natural mientras el toro le respondía con entrega y con calidad. Fue larga y exigente la faena, en la que el toro siempre fue a más. Coronó la obra con una estocada hasta la bola que le puso en la mano las dos orejas.

El acero y los avisos dejan en silencio una faena de mérito de Castella al cuarto

Hasta media docena de verónicas sin demasiado eco le sopló Castella al cuarto de salida, pero fueron dos chicuelinas y una media las que le hicieron llegar al tendido. Muy informal en la embestida el de Bañuelos hasta el tercio de banderillas, donde lo bregó con mucha inteligencia José Chacón. Tanto que lo brindó al público el galo, que se fue a iniciar con estatuarios de planta muy asentada. Acertó, además, dejando el trapo en la cara y tirando con calma del animal en el último tranco. Al natural le costó más, porque el toro la seguía, pero no se iba del vuelo, desluciendo el muletazo. Lo cambió por la espalda para asustar, pero no le aceptó bien el toro la cercanía porque siempre quiso muleta y no se aburrió de ella. Una estocada, dos avisos y un mal uso del descabello lo dejaron todo en silencio.

Emilio de Justo pincha una faena de mucha entrega con el quinto

Al quinto lo saludó Emilio de Justo con un ramillete de verónicas muy suaves, sinceras en su ejecución hasta la media de remate. Y aún quiso dejar un quite, por chicuelinas de mano bajísima y máximo ceñimiento, con mucha conexión con el tendido. Y precisamente al tendido brindó la faena el extremeño, para doblarse luego con el toro en un bello toreo a dos manos que bajó la intensidad cuando se quedó en una sola, puesto que el de Bañuelos no tuvo tanto desliz. Ni continuidad luego, cuando Emilio tenía ya hecha la primera serie diestra de toreo fundamental. En la media distancia lo buscó entonces, intentando que la inercia le ayudase a limpiar la cara suelta en los finales, pero no le ayudó entonces la falta de fuerza. Mejór pareció amarrarse cuando le exigió al natural, pero también terminó con el derrote defensivo que puso las cosas muy complicadas. Mejor cuando se le fue agotando el brío, porque se templó más y consiguió Emilio dejar el toreo desmayado marca de la casa. Pinchó antes de dejar una gran estocada sobre el aviso y escuchó una ovación.

Un arrimón de infarto con el sexto corona una rotunda tarde de Ginés

El castaño sexto fue devuelto por lesionarse en un choque de salida contra el burladero. El mismo hierro lucía el sobrero, con la cara más lavada y las puntas más abiertas, al que saludó Ginés Marín rodilla en tierra pero luego desistió de estirarse por su falta de todo. Este fue otra cosa desde su salida, y no tuvo un comportamiento esperanzador en los primeros tercios. A pesar de todo, lo brindó Ginés al público, que ya le había visto cortar dos orejas al tercero, y le echó paciencia para ver cómo pasaba y consentirle mucho para acostumbralo al trapo, aún con esa acometida sucia e informal. Tuvo oficio, conocimiento e intención Ginés, que fue paciente con un animal sin virtud ni gracia. El arrimón final no está al alcance de cualquiera, dejándose el toro en los mismos muslos en un esfuerzo por dejar buen sabor de boca en una plaza que lo venera. Lo fulminó de un espadazo y escuchó silencio.

FICHA DEL FESTEJO

Plaza de toros de Cuatro Caminos, Santander. Feria de Santiago, tercera de abono. Corrida de toros.

Toros de Antonio Bañuelos, correctos de presencia y de buena hechura. Rajado el acometedor primero; exigente y medidor el reservón segundo; con calidad y fondo el gran tercero; obediente y codicioso el cuarto; exigente y con fondo el quinto, de cara suelta; devuelto el sexto por lesionarse; informal y sin entrega el pasador sexto.

Sebastián Castella (sangre de toro y oro): silencio tras aviso y silencio tras dos avisos.

Emilio de Justo (azul rey y oro): ovación y ovación tras aviso.

Ginés Marín (rosa y oro): dos orejas y silencio.

FOTOGALERÍA: ARJONA – LANCES DE FUTURO

Fotogalería Santander 22 7 2024