«El segundo tenía cierta profundidad en su sitio y he intentado llegar a ese fondo, que no era fácil y había que pasar muchos fielatos para hacerlo. He querido darle valor e importancia a los diferentes tercios de la lidia para no escatimar ni una pizca del espectáculo a la gente», decía Ferrera a la muerte del segundo.
«No se puede cortar el alma de miles de personas y la entrega de todos los que nos hemos jugado la vida, que queríamos regalar ese segundo sobrero con el alma y con el corazón. He estado muy conectado con la tarde, muy metido en solventar cada dificultad que me han ido poniendo los toros y estoy muy satisfecho. No tiene que haber un por qué para haber vivido esta tarde; era la primera vez en la historia que un torero se encerraba con seis toros de Adolfo en Madrid y no tiene que haber una recompensa. Sólo la de haberlo vivido», decía Ferrera a modo de resumen de la tarde.