El título de «Desafío ganadero» de las corridas estivales plaza de toros de Las Ventas tiene sentido fuera del ruedo, en los viajes de los veedores, que en la competencia de comportamientos que dos (o más) hierros puedan ofrecer en la arena. El verdadero reto parece encontrar toros aptos para Las Ventas. Al menos, así se recoge de la primera de estas tres corridas de Julio, que en principio anunció los toros de Vellosino y Los Bayones, pero estos últimos, por falta de vacunas de Lengua Azul se quedaron fuera, reseñando así los de Las Ramblas como sustitutos. Sin embargo, tampoco los sustitutos valieron para Madrid, quedando sólo uno de ellos como primer sobrero y remendando la empresa el «Desafío ganadero» con dos toros de Lagunajanda y uno más de Martín Lorca. Un despropósito.
Poco material para la confirmación de Ruiz Muñoz
Ya las primeras palmas de protestas se hicieron sentir a la salida del abreplaza, criticando una presencia que, si bien no era imponente, tampoco era para denigrar a un toro de correctas hechuras y remate. Dobló las manos el animal un par de veces, con lo que ya no le perdonaron nada los del pañuelo verde. Así transcurrieron los primeros tercios, en los que poco o nada se pudo ver en la arena. Tras la ceremonia, Ruiz Muñoz puso la muleta siempre muy planchada y a media altura para no exigir a un toro que pronto mostró su tendencia a tablas, queriéndote ir y embistiendo sin entrega ninguna. Manso. Sin embargo, pasó sin molestar, lo que aprovechó el torero para encajarse en un toreo por ambas manos que resultó ligero, por aquello de no obligar ni mandar por abajo. Dejó, eso sí, instantes de apreciable corte estético Major valorados, sin n B duda, por los fotógrafos, pues de cara al tendido resultó una faena plana. La espada, trasera y caída fue efectiva.
Garrido tira de autoridad para extraer lo poco que tuvo el segundo
Se corrió turno tras ser devuelto el segundo (por falta de fuerza) y se lidió como segundo el sorteado cuarto, de Lagunajanda, bajo, serio, bien hecho, que correteó suelto en los primeros tercios y que tomó las varas en paralelo, cargando sólo con el pitón izquierdo. Quiso fijarlo José Garrido en un quite por chicuelinas de mano baja, pero cada una de ellas fue una isla, de lo sueltas que se iban las embestidas. El toro se aculó en tablas para las banderillas, obligando a los banderilleros a echarle habilidad. Vicente Herrera, preclaro, dejó un gran par de adentro hacia afuera que le valió saludar montera en mano. Allí, a las tablas, se fue Garrido para comenzar de rodillas y recuperar la vertical para el segundo muletazo, de lo que apretaba para adentro el toro, que buscó pronto la huida. Se puso el mono de trabajo el extremeño y tiró del manso hasta el tercio, donde le robó hasta tres series de derechazos recios, mandones, repletos de autoridad, que obligaron al roto a pasar a regañadientes y dejando, incluso, alguna embestida humillada y templada, que Garrido aprovechó para dibujar tres derechazos rotundos. Por el izquierdo lo intentó el torero, pero el de Lagunajanda se revolvió pronto, pegajoso, e incómodo. Volvió José a la derecha, más cerrado en tablas y con un toro más sometido, pero ya sin fuelle. La estocada selló su buena labor.
Álvaro Lorenzo carga con el error de lo que dejaron pasar los veterinarios
Bien fundadas fueron las ruidosas protestas al impresentable tercero, estrecho de sus escurridas carnes, alto y con la cara muy justita para Madrid. Se movió, eso sí, con cierta intensidad en los primeros tercios y cumplió en el caballo. Los «miaus» acompañaron la torera salida hacia los medios de Álvaro Lorenzo con el animal (y, al final, durante toda la faena), donde el temple del toledano trató de reconducirlo todo, pero es que, además, al de Vellosino le costó humillar (naturalmente, por conformación) y no se salió nunca del muletazo, echando la cara arriba al final, desluciendo cualquier intento de Lorenzo, quien al natural firmó lo más lucido de su centrada actuación, y mira que ya era difícil estarlo con tanto ruido.
La disposición de Garrido se estrelló contra la imposibilidad del cuarto
El sobrero (sustituto del segundo) portó el hierro de Las Ramblas, para sumar un cuarto hierro a este «Todos contra todos» en qué se convirtió el propuesto «Desafío ganadero». Eran 620 kilos de toro castaño, grande y serio por delante. Dos chicuelinas y una media monumental del quite de Lorenzo llamaron la atención del público, que luego se quedó con la excelente brega de José Chacón. Berreón y descompuesto llegó el toro a la muleta de Garrido, quien volvió a tirar de gobierno para intentar domeñar aquello. Sin malas ideas, al toro le costó la vida pasar completo, y humillar, además, pero el extremeño, firme toda la tarde, muy cerrado en tablas, tiró con autoridad de cada rebrincado embestida, más potable por la izquierda y mucho más violenta por la derecha. Mala suerte para Garrido, que poco más pudo hacer que porfía delante de la cara del toro y matarlo por derecho, como bien hizo.
El presidente le niega la oreja a Álvaro Lorenzo, que da una merecida vuelta al ruedo
Las protestas al quinto no fueron, esta vez, por las hechuras y remate, que fueron realmente buenas, sino por la falta de fuerza, que se hizo evidente en los primeros tercios. Por eso Álvaro Lorenzo lo cuidó en varas y apostó por llevarlo a media altura en los primeros compases de la faena de muleta, pues vio la extraordinaria calidad que atesoraba el pitón derecho. La sacó a relucir ya en la segunda serie, larga, templada y con un punto de intensidad, que todavía aportaba el toro, pero que cobraba mayor dimensión cuando Álvaro la traía enganchada desde el cite, pulseada para evitar la caída, y mandona para llevarla hasta donde el toledano quiso. Porque la pena es que la toro le faltara la fortaleza para que todo aquello ganara en efervescencia. Hasta tres tandas de esta guisa aguantó el toro. Al natural no fue tan franca la embestida, pero Lorenzo supo darle sentido con un excelente juego de muñeca. Los ayudados por alto del cierre tuvieron aroma añejo y la espada, entera en buen sitio, aunque tendida, fue efectiva y provocó la salida de los pañuelos.
Ruiz Muñoz se marcha de puntillas con el noble sexto
El mejor presentado de toda la tarde se guardó para el final, un toro serio, armónico y con trapío, que se desplazó bien en el capote del gaditano, que le recibió por eléctricas verónicas y una media trastabillada. También en varas vimos la mejor pelea, sin que fuera algo para destacar, más que fue sincera la entrega del toro. Tardó Ruiz Muñoz en centrarse con un toro que embistió con nobleza y prontitud, aunque rebrincado en su desplazamiento. Quizás eso le hizo perder confianza al torero, que ni halló la firmeza de plantas hasta que el toro perdió fuelle, pasada la segunda mitad de la faena. Fue entonces cuando el trazo de su corto muletazo ganó en estética, aunque no transmitió la seguridad que, sin duda, adquirirá con el oficio. También debe mejorar con el acero.
FICHA DEL FESTEJO:
Domingo 2 de julio. Plaza de toros de Las Ventas, Madrid. Corrida de toros de La Juventud. Menos de un cuarto de entrada (6.064 espectadores). Tarde calurosa y con nubes.
Dos toros de Vellosino (1º y 3º), dos de Lagunajanda (2º bis y 6º), Martín Lorca (5º) y un sobrero de Las Ramblas lidiado en cuarto lugar al devolverse el segundo y correrse turno. Correctos de presencia en sus diferentes confirmaciones. Manso e insulso el primero; manso y obediente el bonito segundo; estrecho de carnes, alto, lavado de cara fue el feo tercero, que tampoco humilló ni se desplazó; voluminoso, pero descompuesto y a la defensiva el cuarto; Bien hecho el quinto, de escasa fortaleza y gran clase por el pitón derecho; bien presentado, noble y pronto, aunque rebrincado en su embestida el sexto.
José Garrido (azul marino y oro): Ovación y silencio
Álvaro Lorenzo (turquesa y oro): Silencio y vuelta al ruedo tras petición
Ruiz Muñoz (marfil y oro), que confirmó alternativa: Silencio y silencio
Incidencias: Ruiz Muñoz confirmó con «Barbudo», nº 121, cinqueño, negro listón de 521 kg. Vicente Herrera saludó una ovación tras un buen par de banderillas al segundo. Fantástica lidia de José Chacón al cuarto.
FOTOGALERÍA: Luis Sánchez Olmedo
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