LA CRÓNICA DE SAN ISIDRO

La final es el viernes


miércoles 5 junio, 2024

Paco Ureña y Borja Jiménez terminan la corrida de la prensa con Victorino por debajo de lo que todos esperaban

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Borja Jiménez se lamenta contrariado en las tablas del callejón © Luis Sánchez Olmedo

Una tarde a cada uno. Eso es lo que les queda a Paco Ureña y Borja Jiménez en este San Isidro, de diferente resultado para uno y otro, pero más cuesta arriba el de Borja después de la tarde de hoy. Ureña, mal que bien, dio una vuelta al ruedo que le pidió con insistencia el sector más exigente de una plaza que hace tiempo que vive del revés -hoy hasta ovacionaron a la prenda segunda en el arrastre-. Por eso la final es el viernes, que será cuando el rubio sevillano venga a este ruedo a jugarse los cuartos con Emilio de Justo y con Roca Rey, en uno de esos carteles en los que pretende permanecer.

Pero no lo logrará con actuaciones como la de hoy, porque la apuesta por entrar en un mano a mano con victorinos tiene estas cosas: que te pueden salir los correosos, los exigentes, los que no regalan nada, los temperamentales, los que no pasan de los embroques y los que reponen justo después de prometerte que la van a tomar. Con esos es con los que debes brillar si pretendes convertirte en figura del toreo, porque los dos que toreaban hoy han demostrado de sobra que saben pegarle pases a los toros que se entregan. Lo de hoy es otra historia.

El día que se firmó el contrato de hoy tuvieron los dos, Paco y Borja, la impresión de que la corrida de Victorino que iba a salir en Madrid era la del pasado Otoño, cuando todos los ejemplares que salieron al ruedo se dejaron torear. Pero lo que llegó hoy fue la sangre que hizo legendario este hierro a base de no regalar nada. Y los hubo con fondo, como ese quinto con el que le pidieron la oreja al murciano de Lorca, pero todos repusieron, volvieron sobre las manos, supieron lo que dejaban detrás y cómo echarle mano dos pases y medio después.

Aún así, fue de apuro la impresión de un Borja que pareció de amontonarse por quererlo de inmediato. Porque tenía ciertas opciones ese segundo que exigió pero entregó el fondo, por ejemplo, en las verónicas encajadas con las que lo saludó el sevillano, en las que tuvo desliz, emoción y mucha conexión con un tendido que coreó los lances. Pero ahí ya se habían puesto del lado del toro, que ya se las hizo pasar regulares a Barrero y a Gómez Pascual en banderillas. El abreplaza no le había embestido ni una vez a Ureña, y este quería Jiménez someterlo de mano muy por abajo. Pero tenía importancia por poderoso, y había que andar firme -que anduvo siempre- y listo, que no siempre estuvo más de lo que era el toro. Con la espada estuvo horrible, peor con el descabello y comenzó mal la tarde de su apuesta principal.

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Tampoco es que Ureña hubiera triunfado con fuerza, pero sí había dado una vuelta al ruedo con un tercero temperamental y exigente que embestía dos veces bien y te quería echar mano en el tercero. No se entregó con la capa y no hizo buena pelea en el penco, pero aún así lo brindó Ureña para mostrar su intención a un público que había llenado la plaza para un mano a mano que no fue tal. Porque ni hubo quites, ni respuestas, ni rivalidad, ni un cachito de refriega que llevarse a la boca en el encuentro. Fueron dos toreros que mataron tres toros en vez de dos y se repartieron -o eso pensamos nosotros- la pasta que iría para el tercero. Pero no divaguemos y vayamos al meoyo: el tercero humilló. Y hasta tuvo cierta entrega en la apuesta por la mano zurda de Ureña en el inicio, por donde se abría el toro, en lugar de venir por dentro. Un chispazo fugaz al final del trasteo hizo que se cabrease (¡por fin!) Ureña y le endilgase serie y media de naturales abandonados, mejor concebidos que trazados, y un estocadón que debe tenerse en cuenta para los premios de la feria. Le pidieron la oreja, que no se concedió, pero le exigieron la vuelta al ruedo.

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En esas andaba Las Ventas cuando apareció en el ruedo un toro grandón, musculado, recto de lomo y con dos leños por defensas que aplaudió el tendido de salida. Ese arrastró el morro en el capote cuando lo lidió Borja, peleó con poder y actitud en el caballo de Juan Francisco Peña y fue mentiroso en sus ademanes, pero eso se vio en la muleta. Primero brindó al 7 el torero sevillano: a Raúl González Blanco, ex jugador del Real Madrid que hoy ocupaba un sitio en el burladero de la empresa. Después comprobó que la humillación que lucía el cárdenó no llegaba más allá del embroque, pero de ese molerlo a pases a una actuación más asentada y madura dista sólo una miaja de actitud. Que ya es, porque no es que fuera mala la de hoy de Borja, es que no fue la correcta.

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Puede que la de Paco con el quinto tampoco fuera la estructura buena, pero a esas alturas del festejo, sin triunfo que festejar, se iba haciendo denso hasta el ambiente de la tarde. Importante y profundo pareció el gris en el inicio de Paco, pero quién sabe si fue una duda, una mala decisión o una condición del toro, el trasteo se diluyó en el aburrimiento que demostró el de Victorino a partir de la tercera serie. Nadie se acuerda de más.

Y casi es hasta mejor, porque tiene el viernes Borja la final de esa Champions de la que no quiere apearse y a Paco lo esperan el 16, ambos con carteles de postín. A Victorino, como siempre, lo esperamos cuanto antes. A ver si puede ser en Otoño…

FICHA DEL FESTEJO

Plaza de toros de Las Ventas, Madrid. Feria de San Isidro, vigésima tercera de abono. Tradicional Corrida de la Prensa. Corrida de toros. Lleno de «No hay localidades».

Toros de Victorino Martín. Muy en tipo de la casa una corrida cinqueña y de gran seriedad. Peligroso y remontón el orientado primero; exigente con fondo el segundo, ovacionado en el arrastre; temperamental y correoso el tercero; duro de patas y reservón el cuarto; de importante transmisión el exigente quinto; enrazado y poderoso el áspero sexto.

Paco Ureña (rosa y oro): Silencio tras dos avisos, vuelta al ruedo tras leve petición de oreja y aviso y silencio tras aviso

Borja Jiménez (verde oliva y oro): Palmas tras aviso, silencio y silencio

Álvaro de la Calle (celeste y oro) actuó como sobresaliente.

INCIDENCIAS: Festejo que contó en el Palco Real con la presencia de su S.M. el Rey Don Felipe VI, estando este acompañado por Doña Isabel Díaz Ayuso (Presidenta de la Comunidad de Madrid), Doña María Fernández Rey (Presidenta de la Asociación de la Prensa de Madrid), Don Luis Planas (Ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación del Gobierno de España) y el matador de toros Don Francisco Rivera Ordóñez.

FOTOGALERÍA: LUIS SÁNCHEZ OLMEDO

Fotogaleria Madrid 5 6 2024