SEGOVIA

Galdós guardaba las balas


miércoles 30 junio, 2021

Morante, Juan Ortega y un rotundo Joaquín Galdós hacen las delicias de un tendido que vio pagado el precio de su entrada

Joaquín Galdós

José Antonio “Morante de la Puebla”, el también sevillano Juan Ortega y el joven valor peruano Joaquín Galdós trenzaban, este Día de San Pedro, el paseíllo en la emblemática plaza de Segovia para lidiar un encierro de Garcigrande. A las siete arrancaba la función.

Sólo unas verónicas de Morante con el serio primero

Serio, muy serio era el castaño que abrió plaza, que embistió pechugón en el saludo de Morante y fue formalizando su arrancada hasta humillar con cierta aspereza en las verónicas del de La Puebla, muy jaleadas en el tendido. Pero eso fue todo, porque tras el paso por el caballo el toro se volvió igual de mulo y se negó a pasar en la muleta del sevillano, que abrevió. Silencio.

Ortega le mete mano al gazapón segundo y termina ovacionado

También el segundo Garcigrande Lucía trapío sobrado para la plaza, pero le faltó ritmo y entrega en el saludo capotero de Juan Ortega, que no brilló. En la muleta le costó meterlo por su molesto gazapeo y por su constante reposición, pero logró poco a poco que tomase el engaño para llegar mucho mas al tendido. Se puso muy complicado para entrar a matar y casi le echa mano al sevillano en un par de ocasiones. Se lo quitó de en medio de una estocada caída y escuchó palmas. 

Gusto de Joaquín Galdós y codicia de Garcigrande para una gran obra en el tercero

Le vio Joaquín la movilidad y la codicia y lo brindó al público para buscar el triunfo pronto y en la mano. Por bajo el inicio, doblado con el de Garcigrande y con él sometido del tercio a los medios. Y fue allí donde tiró la moneda y el trapo al morro del animal para ir reduciendo poco a poco la velocidad del animal. Series de mano baja, media humillación del animal, más codicioso que enclasado, y la entrega del peruano para gustarse en cada gesto. Hasta la estocada final, completamente volcado sobre el morrillo y logrando la estocada y un pitonazo en el pecho. Y las dos orejas de un toro de vuelta al ruedo.

Morante la lía con la clase del cuarto

Al cuarto, el más bello de hechuras del encierro, lo saludó Morante con dos largas genuflexas, pero lo mejor llegó después, cuando lo sobó por abajo con paciencia para terminar soplándole tres verónicas de bella fábrica. Y lo fueron también las chicuelinas del quite, cada vez más despacio. Lo brindó al público Morante, y se fue directo a torear a dos manos y un alma para ir crujiendo la plaza en cada muletazo, recreándose en ralentizar la embestida, esta sí, de clase del Garcigrande. Arrebatado el sevillano para torear con mimo pero con exigencia, y para matar de media y estocada contraria fulminante, con lo que el premio quedó en una oreja.

Ortega le da seda a la clase del quinto y lo mata con un cincel

El quinto era un punto menos que los demás toros del encierro, mas bonito y menos zambombo, y humilló con entrega en las verónicas de trazo lento con que Juan Ortega deleitó a la concurrencia. Empujó en varas el toro y se llevó mas castigo de la cuenta. Pero siguió entregándose después, en un quite de Ortega por el mismo palo que encandiló al tendido y lo dejó a su favor para lo que venía después. Porque desde el brindis al público a los avisos que sonaron obscenos todo fue toreo, naturalidad y gusto. Para andarle por la cara, para trazar despacito los naturales limpios, para desmayar la figura sin escorzos y dejar a la muñeca volar libre. Hubo pasajes profundos y otros más livianos, pero siempre con el sello de marca de Juan Ortega. Hasta la cruz con el acero fue propia de él, que salió ovacionado a pesar del mitin con la espada.

Galdós le forma un tangay al sexto para hacer pleno de orejas

También al castaño y serio sexto le dejó Galdós un saludo de ritmo y compás lanceando de capa con gusto y solvencia. Pero tuvo más empaque el brillante quite por chicuelinas que abrochó con una media ralentizada el peruano. Bueno el toro. Y el torero, que supo aprovecharle las embestidas por el pitón derecho para llevarlo largo y siempre por abajo. Algo arrebatado el peruando, pero siempre metido en una faena que alcanzó su culmen en una estocada fulminante que le puso las dos orejas en la mano.

FICHA DEL FESTEJO

Plaza de toros de Segovia. Corrida del Día de San Pedro. Casi lleno en el aforo permitido. 

Toros de Garcigrande, un mulo el serio primero; reponedor y orientado el gazapón segundo; de gran movilidad y codicia el buen tercero, de vuelta al ruedo; de buena clase y entrega el aplaudido cuarto; de tremenda clase y embestida lenta el colorao quinto; humillador y con transmisión por el pitón derecho el sexto, aplaudido. 

José Antonio “Morante de la Puebla”, silencio y oreja. 

Juan Ortega, ovación y ovación. 

Joaquín Galdós, dos orejas y dos orejas. 

FOTOS: IVI MARTÍN