LA CRÓNICA DE SEVILLA

Un francés con acento de Santiponce


viernes 19 abril, 2024

Dos ovaciones saludó un Sebastián Castella que hubiera tocado pelo de no ser por la espada; peor suerte corrieron Morante y Rufo

Castella (2)
Castella sale de la cara del toro © Eduardo Porcuna

Sevilla no está lejos de donde vive Castella. Quizá porque el francés nunca llega a alejarse de la que siempre será su casa. Y mucho más desde que volviese el año pasado, con ilusiones nuevas, metas distintas y una tauromaquia renovada que unir a la que siempre estuvo en la casa. Hoy pareció transmutarse en sevillano de nuevo con dos toros a medias que medio le valieron algo más de la media verdad que le dieron.

Hoy, cuando llegaba al Baratillo una corrida de Alcurrucén por la que más de una figura se partiría la camisa, cuando finiquitaba Morante su paso por la feria, Castella realizaba su último paseíllo abrileño y Tomás Rufo desembarcaba por última vez este año con sus planes de conquista, era cuando le fallaba el fondo y el fuelle a uno de los encierros más en tipo que se han visto este abril por estos pagos. Y eso no es buena noticia para nadie, pero para Castella, tal vez, no es tan mala como para otros.

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Eso es así por la mentalidad ganadora y hasta ‘asesina’ que ha traído Sebastián con él en su regreso a la cumbre. Y es que nunca le faltó temple, al francés con acento de Santiponce, pero el mimo y la delicadeza con que ahora trata cualidades a las que antes sólo oponía poder hablan de una madurez que deja muy lejos el techo que antes parecía vislumbrarse. Así fue hoy con dos toros distintos para los que el galo tuvo distinto trato; siempre sin mudar ‘la color’.

Al temperamental segundo, que volvía y volvía sin clase pero con codicia, le dio Castella la tersura de una muleta que el bicho jamás llegó a tocar. Ni en el inicio empujado con doblones genuflexos; ni en el toreo de mano diestra con el que convirtió Sebastián la embestida corta en una mucho mayor; ni en los vuelos al natural en los que metía el belfo del funo para encelar su intención siempre un tranco más allá. Y eso era lo difícil, porque el leve sobresalto del toque de la muleta al muñequear ya bastaba para violentar al Núñez. Y cuando lo mató, Sevilla vio la estocada desprendida, o más aún de lo que estaba, y los pañuelos no bastaron para premiar un trasteo de oreja.

Tampoco con el quinto, pero es que a este se le esperan todavía las virtudes que apuntó de salida, cuando le ganó Castella el paso a base de verónicas encajadas sin el más mínimo atisbo de crispación o arrebato. Tras el caballo, donde casi no recibió ni las cuerdas, al animal le dio por echar la persiana. Es verdad que aún tuvo arrancadas potables provocadas por el de grana y plata, pero la perfecta obra de Sebastián nunca tuvo enemigo para volar más alto. Por eso se quedó en ovación, pero con una actitud inmensa que volvió a conquistar Sevilla.

También lo hizo Tomás Rufo, pero con dos animales de escaso galardón en las arrancadas. Porque al primero, que tenía voluntad de arrancar, no le acompañó la clase en ese embroque de media altura. Y al segundo, que le sobró calidad y buen aire en los embroques con los trapos, lo había abandonado el espíritu para entregarse hasta el final. El toledano, impecable, ni se aburrió ni se rindió para volver a triunfar en una plaza donde siempre ha caído de pie. Aunque tuviera, al final, que emplazar a este público y esta plaza para mejor ocasión. Y la habrá.

También para un Morante en el que todos los aficionados tenían puesta su esperanza, dado que era esta la última comparecencia en Sevilla por este mes de abril. Hoy, cuando su suerte se encontraba de nuevo con dos toros de Alcurrucén, le cupieron en suerte dos animales de similar condición: clase, desliz y voluntad las tuvieron todas, pero faltó la vida, la emoción, la sensación de ver a José Antonio batirse con un enemigo a su altura. De poco le sirve al cigarrero exigirle tanto a los toros con dos que bastante hacen con mantenerse en pie.

Y así se escribió la tarde en que Morante lo dejó para septiembre, Castella se llevó el cariño y Rufo la sensación de que romperá en el mandón que tiene en la mente, porque nunca depone su actitud. Y eso es rara avis en un mundo del toro donde tendemos tanto al catastrofismo.

FICHA DEL FESTEJO

Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Feria de Abril, décimotercera de abono. Corrida de toros. Lleno.

Toros de Alcurrucén, impecables de presencia y entipados de hechuras. Noble sin vida el anodino primero; temperamental y repetidor, de media humillación, el segundo; sin raza ni humillación en las arrancadas, el tercero; enclasado y con voluntad pero sin espíritu ni fuelle, el cuarto; con calidad y humillación, pero remiso el colorao quinto; desrazado en su calidad para embestir, el anodino sexto.

Morante de la Puebla (caldera y oro): silencio y silencio.

Sebastián Castella (grana y plata):  ovación tras petición y ovación tras aviso.

Tomás Rufo (lila y oro): silencio y silencio.

Incidencias: Saludó José Chacón en el segundo.

FOTOGALERÍA: EDUARDO PORCUNA

Fotogaleria Sevilla 19 4 2024