JAVIER FERNÁNDEZ-CABALLERO / FOTOGALERÍA: EMILIO MÉNDEZ
Cinco toros de Domingo Hernández y uno de Garcigrande eran los que hacían acto de presencia en la tarde de este jueves en el ecuador de las Corridas Generales de Bilbao. En el cartel, Juli, Talavante y Garrido haciendo el paseíllo en el Botxo a las seis en punto.
Muy hondo y serio era el primero de la tarde, el único astado con el hierro de Garcigrande al que Juli saludó por verónicas. Juan Francisco Peña se hizo cargo del tercio de varas del astado. Pronto cogió la muleta, tras los buenos pares de Álvaro Montes, El Juli, para dejar un inicio muleteril en el que se puso a torear en redondo sin probaturas. Falta de clase y recorrido fueron los defectos de los que pecaba el animal, al que nada pudo hacer una figura como la que tenía delante. En la suerte natural enterró Juli el acero, siendo finalmente silenciado ante un animal sin opciones.
Poca fijeza mostró un segundo suelto en los capotes, ya con el hierro de Domingo Hernández, al que un Talavante de catafalco no pudo lucir en ese prólogo de la lidia. Certera fue la vara de Miguel Ángel Muñoz. Directamente a torear se puso Alejandro Talavante a diestras, hincando el mentón en el pecho, relajando los hombros, manteniendo la postura erguida y bajando muchísimo la mano con máxima personalidad a diestras a pesar de la embestida descompuesta y cuasi rajada del astado. No rompió a humillar el de Domingo Hernández tampoco en la siguiente serie, imponiéndose el matador a su tranco. Le repitió a zurdas pero con un tranco protestón y desordenado, sin que se terminase de confiar el extremeño por ese lado zurdo. Mató de estocada trasera y desprendida.
De 585 kilos de peso era el tercero de la corrida, que le entró con fuerza al caballo de Aitor Sánchez, agarrándolo bien sobre el caballo y siendo aplaudido por su improvisación ante la entrada al relance. Al público fue el brindis de Garrido de su labor, dejando la montera en la segunda raya. Domeñando comenzó Garrido una faena en la que en los primeros compases le aguantó al toro en el sitio. Fue paulatinamente cogiéndole el ritmo para ir cociendo a fuego lento una faena de mucho gusto, de mucho sabor especialmente a zurdas y de mucho calado en los remates de tandas. La seriedad del animal le dio entidad a un trasteo de mucha importancia por parte de Garrido, que se topó con la dificultad de un astado que no se lo puso fácil a la hora de matar. Una faena inteligente pero la estocada contraria al encuentro tras pinchazo no fue suficiente para calentar al tendido.
Dos serios pitones tenía el cuarto, un animal que no quería salir de chiqueros y cuando lo hizo fue con todo. Empujó al caballo y por chicuelinas fue el quite de Juli, al que se le vio ilusionado en los primeros compases de la lidia por la faena al animal. Tuvo que ir construyendo el trasteo a un toro que tenía el punto de casta y al que le tuvo que buscar la clase. Pero esa alegría que mostró en los primeros compases se fue paulatinamente a menos en su faena, manteniendo la humillación y la calidad en los trastos de Julián. A más fue el ímpetu de López, quedándose en el sitio en el toreo al natural en el que se encajó de verdad. Pinchó en el primer encuentro, distrayéndose con la voz de un espectador, y a la segunda metió el acero.
Varias verónicas personalísimas dejó Alejandro Talavante al quinto de la tarde, segundo de su lote, al que ejecutó el tercio de varas Manuel Cid. Brindó al público su labor, pero dejó un mal sabor de boca cuando no porfió con el animal y se fue directo a por la espada. Además, no mató bien.
“Estafador”, número 102, colorado ojo de perdiz, era el bajo sexto de la tarde con el hierro de Domingo Hernández para José Garrido, segundo de su lote. El extremeño lo recibió por dos faroles seguidos de la decisión de echarse dos rodillas en tierra para torear a la verónica y rematar con una chicuelina y una media. Variadísimo Garrido. También mucho temple capotero mostró en el quite antes de un gran tercio de varas aplaudido por la plaza. El subalterno Manuel Larios sufrió un momento de angustia en el tercio de banderillas, prendiéndolo el toro de forma feísima y dándole un fortísimo golpe en la cara ya con él en el suelo, a su merced. Fue trasladado rápidamente por sus compañeros a la enfermería. Salía, en la faena de Garrido, desentendido de telas y trazos un animal con el que porfió en todo momento el joven extremeño. No tuvo suerte con el astado. Esfuerzo con poco que hacer ante un animal desagradecido. Fue ovacionado tras pasaportarlo con el acero.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Vista Alegre. Sexta de las Corridas Generales. Corrida de toros. Menos de media plaza.
Cinco toros de Domingo Hernández y uno de Garcigrande. Muy deslucido el primero; descompuesto, nada humillador y con cierta mansedumbre el segundo; ovacionado en el arrastre el emotivo tercero; sin alegría pero con calidad el cuarto; a menos el complicado quinto; con movimiento sin clase el sexto.
El Juli, silencio y ovación.
Alejandro Talavante, ovación y pitos.
José Garrido, ovación y palmas.