Contra todo y contra todos. Pero con la dignidad de ser libre. Y con la satisfacción de sentirse vencedor del pulso lanzado por el sistema. Así debió cruzar Fernando Adrián el portón de los sueños para tocar la gloria por tercera vez consecutiva tras volver a dar un puñetazo encima de la mesa que debería estar removiendo los cimientos de la tauromaquia actual, si es que aún quedan enamorados de la justicia y la meritocracia en esta Fiesta.
Porque la historia del diestro madrileño en este último año es el triunfo de la resiliencia, el sacrificio y la perseverancia, y por supuesto, no es fruto de la casualidad. Si los números son inapelables (22 puertas grandes consecutivas), las sensaciones lo son aún más. Poder, firmeza, seguridad, verdad, valor y una suficiencia arrolladora propia de quien se sabe triunfador de la tarde antes de trenzar el paseíllo son solo algunos de los ingredientes de la mezcla explosiva de emociones con la que Adrián abrió la puerta grande de Madrid en la corrida de la Beneficencia en la tarde de este domingo.
Fernando Adrián llegaba hoy a su plaza totalmente dispuesto a entregar su vida por la profesión como sacrificio a los dioses para volver a reivindicarse. Y sí, con su triunfo en la corrida más importante de todo el orbe taurino ha logrado derribar los argumentos de aquellos empresarios que se olvidaron o directamente apartaron de sus plazas a un triunfador fiel a sí mismo. Y ha vuelto a abrir esa puerta de los sueños por la vía de la emoción.
Poco o igual parecía importarle a Fernando Adrián esta tarde su integridad física. ¿Qué más da?, debió pensar. ¿Qué es el dolor físico comparado con el que te rasga como el cristal cuando te arrebatan de la manos de la manera más cruel e injusta lo que te has ganado en el ruedo, cuando solo puedes trenzar el paseíllo en las plazas de tu apoderado y tienes que ver desde el sofá de tu casa las grandes ferias a pesar de contar con un aval de dos puertas grandes en Madrid en un mismo año?
Y mañana seguirá reivindicándose. Como dejó claro hoy en el inicio de faena a Bromista, un gran toro de un envío de Justo Hernández al que le faltó fuerza en líneas generales, pero que tuvo mucha clase.
Fue la justicia poética la que quiso poner a este Bromista (de transmisión y bravura desbordante) en las manos de un Fernando Adrián que lo cuajó en solo cuatro series. Fueron apenas 20 muletazos, pero ¿para qué más? Si ya lo había dicho todo. Como cuando puso al borde de la taquicardia los 23.000 corazones en el impactante inicio de faena, en los medios y de rodillas, para después llevarlo con temple, poder y someterlo por el pitón derecho con una firmeza propia de las figuras del toreo.
Por allí, lo citaba con toque firme y se arrancaba el de Garcigrande, persiguiendo los vuelos con codicia, humillación y mucha transmisión. Como lo hizo por el pitón izquierdo, donde la faena alcanzó su cénit, con naturales excelsos rematados por debajo de la pala del pitón. Pero todavía quedaban los doblones del cierre, una auténtica delicia que hizo crujir los cimientos de una plaza que ya estaba totalmente entregada a un frenesí de emociones. Y tal fue la verdad con la que se tiró el torero en su primera entrada, que se resbaló en el último momento. A la segunda, se volvió a tirar Adrián como si su vida entera fuera detrás del acero para matarlo de verdad.
Antes, había cortado la oreja de su primero, al que recibió con cinco faroles de rodillas en un saludo capotero de gusto y sabor torero. Y aunque le faltó un puntito de fuerza, tuvo alegría, prontitud y movilidad el animal de Justo Hernández, que aprovechó Adrián a base de echarle bemoles al asunto inventándose un final de faena donde los pies queman, en un alarde de valor en el que se pasó al animal a escasos centímetros de la taleguilla con una seguridad pasmosa. Y al que dejó otro estocadón hasta la bola.
En el cuarto, tuvo que sortear a un burel de Garcigrande que debió ser devuelto por inválido si no es por el afán de protagonismo del presidente Eutimio Carracedo. Y en ese momento, a alguno se le escapó por qué este no, y el tercero de ayer de Pablo Aguado si… Ay si se hubiera quedado en la plaza ese toro de Román Sorando, ¿verdad, Pablo? Lo que hubiera pasado, nunca lo sabremos.
Lo que si sabemos es que Castella se midió a un animal súper clase de Garcigrande lidiado en primer lugar, que fue un caramelito con el capote por su nobleza y obediencia. Lo aprovechó el francés, cincelando verónicas de gusto y mucho empaque en el saludo, y sellando un quite por chicuelinas y tafalleras ante un astado que respondía con ritmo y mucha cadencia. Como salió a relucir por momentos su duende por el pitón izquierdo ya en la muleta, aunque sin encontrar la rotundidad que merecía un toro así. Y poco más hubo que rascar en la tarde de un Castella que se topó contra el flojo, áspero y alto animal de El Pilar (en el que lo mejor fueron los pares de José Chacón), y que tuvo que sostener al inválido de Garcigrande que hizo de quinto.
Con esta Beneficencia, Madrid ponía el broche al ciclo continuado de festejos tras la Feria de San Isidro en el que lo bueno llegó en el tramo final. Y en la que de nuevo, dos toreros que se consagraron ese 2023 que ya está grabado con letras de oro en su memoria, han venido a demostrar que aquello no fue, ni por asomo, de casualidad. ¿Y ahora, qué?
[🎥 ] En vídeo, de la mano de @OneToroTV, revive los mejores momentos de la Corrida de Beneficencia en #LasVentas.
💥 para Fernando Adrián. La 3º de su carrera en Madrid.
— Plaza de Las Ventas (@LasVentas) June 9, 2024
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Las Ventas, Madrid. Tradicional Corrida de La Beneficencia. 21.834 espectadores.
Toros de Garcigrande y El Pilar (3º). De gran clase y codicia el buen primero; Con clase pero sin un ápice de poder el segundo; Sin fuerza ni fuelle el flojo tercero de El Pilar; De muy poco poder el endeble cuarto, que debió ser devuelto; De endeble condición también el quinto; Bravo y a más el importante sexto
Sebastián Castella (malva y oro): Ovación tras aviso, silencio y silencio
Fernando Adrián (blanco y plata): Oreja, silencio y oreja
CUADRILLAS: Saludó tras parear al tercero José Chacón. Se desmonteró Ángel Otero tras parear al sexto.
FOTOGALERÍA: LUIS SÁNCHEZ OLMEDO