«El rejón entró entero y estaba en buen sitio, pero no partió la rosca de madera y el público ha interpretado que era un metisaca. Ha sido una pena. El toro se agarró un poquito al piso y ha pegado una carrera repentina antes de aflojarse. Desde ahí se ha parado y ya no ha querido más. Venía a abrir otra vez la Puerta del Príncipe, pero todavía le puedo cortar el rabo al sexto», espetaba convencido Guillermo.
«Esto es así, unos días caen tras el rejonazo, y otras no caen. El toro no tenía mala conmdición, pero se ha parado muy pronto, y esta plaza necesita que puedas llegar al público. Hay muchas cosas que corregir y muchas cosas que aprender, pero esas cosas se arreglan pisando estas plazas. Otras veces he conseguido abrir esa puerta, y hoy no lo he logrado. A seguir», aseguraba Guillermo.