FOTOGALERÍA: LUIS SÁNCHEZ OLMEDO
A las siete en punto de la tarde comenzaba con un sol de
justicia el paseíllo novilleril en la primera plaza del mundo. Se lidiaban
novillos de Toros de La Plata para Mario Sotos, Gerardo Rivera y José Ruiz
Muñoz.
Muy suelto salió el primero, con el celo muy escaso, que embistió con la cara alta en el capote de Mario Sotos, de concepto muy vertical, más que templado. Dejó una sensación intermitente de muletazos muy templados en ocasiones y descompuestos inmediatamente después. Un espadazo dejó el premio en palmas.
El feo segundo lució, además, mal estilo en las telas, pero se impuso muy bien Gerardo Rivera con poder para someter al animal. Se metió con él con mucho compromiso, dejando de lado la estética en favor de la entrega, hasta que dejó una serie muy seria con la mano izquierda. En buen sitio cayó la espada, pero se la tragó el novillo, sonó el aviso y en silencio quedó la historia.
El tercero, mejor hecho, sacó cosas de bravo y empujó en el caballo, siempre sin maldad a la hora de tomar los avíos y queriendo embestir. Pero le faltó corazón a un Ruiz Muñoz que nunca se confió y pasó un mal rato con el viento, la plaza y todo. Silencio.
Tenía su raza el cuarto, que siempre tuvo voluntad de arrancar, pero le faltó fondo, aunque resultó manejable para que Mario Sotos diese una vuelta al ruedo tras la petición de una oreja que hubiera sido excesiva. Bien con el capote, enganchando con solvencia y elegancia. Por saltilleras quitó Gerardo Rivera tropezado. No es de escorzo Sotos, que tiene mucho gusto pero no tanto poder. Aún así, dejó trincherazos de mucha belleza y aprovechó la inercia del novillo mientras la tuvo. Menos suelto cuando hubo que ir a buscarlo, mató de estocada.
El quinto se fue para atrás por flojo para que saliese un sobrero montado y alto, embistiendo muy recto y a media altura. Gerardo Rivera se fue a recibirlo a la puerta de chiqueros, como hizo con el segundo, para recetarle una faena no muy brillante, pero sí de mucho empeño. La embestida recta del animal lo obligaba a recolocarse en cada muletazo y allí anduvo con mucho empeño. Muy buena actitud del mexicano, que dio una vuelta al ruedo después de un estoconazo.
Bonito de hechuras era el sexto, y con intención de embestir, pero lo reventaron en varas, lo lidiaron horriblemente y Ruiz Muñoz, sin valor para estas lides, salió con la espada de matar en la mano. Le quitó las moscas lidiando sobre los pies y pegó un sainete con la espada. Bronca.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Las Ventas. Novillada con picadores
estival. Un cuarto de plaza.
Novillos de Toros de
La Plata.
Mario Sotos, palmas y vuelta al ruedo.
Gerardo Rivera, silencio tras aviso y vuelta al ruedo.
José Ruiz Muñoz, silencio y bronca.