Regresaba Moura padre a Mejanes en una corrida casi familiar en la que alternaba con su hijo, su sobrino y Pablo Hermoso de Mendoza para lidiar un encierro de Los Espartales.
El patriarca de los Moura actuaba en el homenaje que le dedicaban los aficionados franceses, pero sin optar al Rejón de Oro. La labor al primero fue pulcra y templada, haciendo gala de las virtudes que siempre lo acompañaron en su carrera.
A Pablo Hermoso de Mendoza se le vino abajo su primero después del fulgurante inicio, por lo que tuvo que optar por abreviar y esperar a mejor suerte en su segundo. Esa llegó con un animal de buen tranco y celo al que supo andarle por la cara con exposición, seguridad y maestría, cuajando una extraordinaria actuación que, bien rematada con el acero le supuso un rabo.
Mucho porfió Moura hijo con el tercero, un animal aplomado que se negó a seguir las cabalgaduras y con el que buscó el calor del público el portugués sin encontrar el eco que buscaba. Tampoco con su segundo pudo alcanzar el triunfo el portugués, que marró con los aceros una faena limpia sin más ante el peor lote.
Mucho más fino anduvo Miguel Moura para firmar un voluntarioso y enrazado trasteo a su primero, con quiebros en un palmo, muy marcados, con la salida encelada y mucha seguridad para templar de costado. Un rejonazo fulminante le puso en la mano las dos orejas. Peor suerte corrió ante el cierraplaza, un toro de escasa virtud con el que se justificó sin suerte con el acero.
FICHA DEL FSTEJO
Plaza de toros de Mejanes, Francia. Toros de Los Espartales.
Joao Moura Padre: oreja
Pablo Hermoso: ovación y dos orejas y rabo.
Joao Moura hijo: silencio y silencio.
Miguel Moura: dos orejas y silencio.