MADRID

Víctorino, Perera y De Justo, una oda al toreo


sábado 12 octubre, 2024

Tanto el pacense como el cacereño pudieron salir en hombros con un encierro completo que tuvo la clase excelsa y la bravura profunda

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Miguel Ángel Perera y Emilio de Justo se batían en mano a mano para cerrar la temporada en Las Ventas este 12 de octubre con la tradicional Corrida de la Hispanidad. Se lidiaba un serio encierro de Victorino Martín.

Perera no acierta con el acero tras someter al pegajoso primero

El primero de Victorino era casi cornipaso, con caja y hondura, pero más docilidad para seguir el capote de Perera que entrega para atacarlo. Llegó humillado al caballo, pero se dejó pegar en la primera vara. Quite por chicuelinas muy apretadas el que protagonizó Emilio de Justo, que tuvo mucho eco en un tendido deseoso de ver cosas. Brillante y con mucha exposición anduvo Rafa Rosa en banderillas. Un gran inicio le firmó Perera a este primero, pegajoso y poco humillado, al que empujó mucho antes de hacerle el toreo en línea, conduciendo muy bien el camino que quería para el cárdeno. Poco a poco, con paciencia para hacerse con el toro y con las voces discordantes, fue reuniéndose Miguel con un animal que sólo le embistió una tanda para que hiciese el toreo. Le faltó humillación, entrega y profundidad, pero la siguió por el pitón derecho son una nobleza que no demostró a zurdas, por donde tardaba menos en venirse por dentro y dejar arreones que arrollaban la posición del extremeño. No tomó vuelo la faena, tal vez larga para la condición de un toro que se puso muy complicado para entrar a matar. Un pinchazo, otro hondo sobre el aviso y una estocada hicieron falta para despenar al de Victorino.

Emilio de Justo pincha la pelea entregada con el exigente y bravo segundo

El segundo, cárdeno y entripado, tenía la hechura de los victorianos buenos y la cara torera pero más agresivo que el anterior. Lo lanceó con mucha solvencia Emilio con el capote, pero resbaló en el remate, cayó en la cara y a punto estuvo de tener un disgusto. Luego arrancó con alegría el toro en el caballo y acudió con presteza en banderillas, donde se desmonteró Juan José Domínguez. También el inicio muletero de De Justo tuvo empaque, torería y gobierno, porque lo demandaba un animal que te lo daba por abajo y entregado, pero te exigía entrega, suavidad y mando. Pero siempre mantuvo la actitud de no perdonar un destemplé o un toque desafortunado, y ni lo quería hacia afuera, porque se quedaba en los tobillos, ni toleraba la ligereza, con la que venía por dentro. Pero cuando se entregó Emilio, con el bamboleo para que se viniera y la apuesta para mantener la planta, se lo dio por abajo y con bravura. Pero hubo dos pinchazos previos a la estocada, y un aviso que dejaba las cosas en una ovación.

Perera se emborracha de naturales excelsos con la bravura de extraordinario tercero

Cuando salió el tercero, de mano corta y cuello largo, se entretuvo Perera en echar a volar el capote a la verónica con todo el ritmo que demostró el animal para volver a repetir cada vez con más clase para que lo cuajase el extremeño. También el otro del cartel, porque el quite de Emilio por delantales fue también excelente. Por eso brindó Perera al público lo que iba a hacer con la condición que le había visto al cárdeno. Era profundo y derrochaba clase el animal, y comprendió rápido Perera la máxima de echar el vuelo con sutilidad y dibujar sin prisa, teniendo temple y paciencia para aguantar la eternidad que duraba el muletazo. Sobre todo a zurdas, por donde decidió Miguel que no iba a ser tanto de ligar los muletazos como de trazarlos perfectos, macizos, con la música inconfundible del olé del tendido acompañando cada dibujo eterno. Magnífico el pulso de Miguel Ángel con un toro bravo, enclasado y tremendamente generoso en el recorrido tras el trapo. Fueron cuatro series al natural donde lo de menos fue lo que sucedía, lo importante de verdad era cómo sucedía. Faena de largo metraje en la que escuchó Perera el primer aviso mientras aún gozaba de la embestida adictiva del animal. De hecho, sonó un segundo aviso tras la estocada hasta las cintas, y a punto estuvo de sonar un tercero por la muerte de bravo que tuvo el de Victorino, del que terminó paseando una oreja el extremeño.

De Justo se atasca con la espada tras poner la plaza en pie con el impetuoso cuarto

Era tal el derroche de clase del anterior que cuando salió el cuarto, más paletón y en el aire del primero, y le embistió con las manos y cierto genio a Emilio b el capote, parecieron más acusados los defectos del animal. Pero el primer puyazo lo tomó parando antes de llegar al pero y metiendo el riñón tras la arrancada, sin topar, pese al duro castigo. Más suelto salió del segundo, más vulgarón en su ademán. Pero rompió en la muleta cuando se le puso decidida y se le aguantó la arrancada impetuosa y con chispa que traía de serie. Lo hizo Emilio tan de verdad que se llevó un feísimo volteretón por no dejarse conquistar el sitio. Un palizón tenía De Justo cuando volvió a la cara, magullado y desmadejado, pero para enterrarse con la mano izquierda y soplarle naturales por un pitón que tenía menos recorrido pero más franqueza. Lástima que la espada no se enterrase a la primera, porque había terminado la última serie con la plaza en pie. De hech, a la sexta vez que hizo la suerte comenzó a impacientarse el tendido, con el aviso ya sonando. Aún así, se llevó el aplauso del público.

Perera se quita de en medio con solvencia al deslucido quinto

El quinto salió buscando la gatera a las primeras de cambio, y no quiso capote, ni de Perera ni de nadie, hasta después del penco, donde tuvo más genio que bravura. Quiso Perera darle mucha suavidad en la colocación, al verlo salir con la cara alta y sin virtudes aparentes. Brindó el toro a su apoderado, Diego Robles, y se fue a darle trapo a un animal que tenía siempre la mirada en el terno y seguía la muleta a regañadientes y con mucha desgana. Tuvo paciencia Miguel para consentirle y terminar sacando pases a su ritmo y corregirle el vicio de irse por dentro hasta dejarlo bobalicón y aparentemente inofensivo para el tendido, que ya estaba en vivas y con la atención en las peleas verbales intestinas.

De Justo, arrebatado, pasea una oreja del sexto, que pudieron ser dos

Largo, acompasado y entregado fue el saludo a la verónica de Emilio de Justo al sexto, un animal de lomo recto y largo que empujó a su altura en el peto después de haberse rebrincado con insistencia en las telas. Gazapeó y se puso muy incómodo tras la primera vara hasta que decidió pararse, para dejar que le pegasen una vez debajo del penco. Pero se fue destapando el animal como un gran toro cuando la muleta de Emilio se echó a volar, porque tuvo obediencia para seguirla desde el principio, y el ataque de un De Justo arrebatado le fue dando el recorrido y el punto de transmisión que necesitaba el torero para hacer que rompiera el trasteo. Lo hizo al natural, cuando terminó de entregarse el extraordinario toro, deslizando la cara colocada por un vuelo larguísimo en su extensión. El alma por la boca estaba echando el cacereño, visiblemente maltrecho por la cogida del cuarto, cuando se echó la muleta a la diestra sin ayuda y comenzó a romperse al natural con un animal, ya sí, de gran profundidad en su fondo. Transmutado en el epílogo de doblones y trincheras, con la plaza en pie, dejó una estocada trasera y tendida, casi sobre el aviso, que empujó toda la plaza. Igual que el descabello a la segunda, lo que supuso una oreja al final.

FICHA DEL FESTEJO

Plaza de toros de Las Ventas. Corrida de toros del Día de la Hispanidad. Casi Lleno. Ovación a los toreros al romper el paseíllo.

Toros de Victorino Martín.de mucha nobleza y poca humillación el pegajoso primero;exigente en bravo el complejo segundo, aplaudido en el arrastre;de gran clase y entrega el bravo tercero, de vuelta al ruedo no concedida; con ímpetu y transmisión el mandato cuarto; deslucido y sin virtudes el quinto; de gran fondo y recorrido el buen sexto.

Miguel Ángel Perera (sangre de toro y oro): silencio tras aviso, oreja tras dos avisos y silencio

Emilio de Justo (negro y oro): ovación tras aviso, ovación tras aviso y oreja tras dos aviso

FOTOGALERÍA: LUIS SÁNCHEZ OLMEDO

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